Tal día como hoy, 24 de Junio pero de 1509 y con tan solo 23 añitos la española Catalina de Aragón era coronada reina de Inglaterra junto a su amado esposo, el rey Enrique VIII.
Las celebraciones habían empezado tres días antes con numerosos
actos. El día 23 se celebró un espectacular desfile por las calles de Londres,
como el pueblo británico suele hacerlo, con gran pompa y boato hasta
Westminster. Caballeros primorosamente uniformados precedían a Sir Edward
Stafford, duque de Buckingham, que portada un bastón de plata que agitaba con
elegancia mientras abría paso al joven rey Tudor. Las calles estaban ricamente
engalanadas, cubiertas de tapices y desde los balcones eran arrojados por
jóvenes doncellas, pétalos de rosas al paso del atractivo nuevo rey en señal de
amor, era aclamado con mucho fervor por su pueblo que rompía por ese día la
famosa “flema” británica.
Enrique estaba resplandeciente, portaba una capa de
brillante terciopelo rojo rematada con piel de armiño, ricamente decorada con
hilo de oro y piedras preciosas y un fastuoso collar de rubíes colgaba de su
regio cuello. Montaba su caballo favorito llamado “Canicida”, que vestido de
armiño e hilo de oro desfilaba orgulloso junto a su dueño, ambos bajo palio
también de hilo de oro.
Después del rey iba Catalina, en una litera con un toldo
decorativo para la ocasión, con los emblemas de la rosa y la granada, llevaba
su cabello suelto, al viento, como era costumbre en las coronaciones de las
reinas inglesas; iba vestida con un rico manto, regalo de su madre y portaba en
su cabeza una sencilla diadema de oro y perlas. Catalina era seguida por una
gran multitud que la aclamaba a su paso y desde ese momento se ganó el corazón
de sus súbditos, su belleza y simpatía no tenían parangón, admiración que nunca
ya nunca perdería, un cariño y un respeto que aún hoy en día, admirablemente,
siente el pueblo inglés por su reina más amada.
Llego el día de la coronación, un día de gran alegría para
el pueblo inglés, las hogueras de la noche de San Juan aún no se habían
consumido. A las 8 de la mañana del 24 de Junio, Enrique y Catalina precedidos
por 28 obispos hacían su entrada en la majestuosa Abadía de Westminster. El
arzobispo de Canterbury, William Warham, presentó el rey a su pueblo que
enfervorecido lo aclamaba, diciendo en voz alta: "Vivat, vivat rex!"
("¡Viva el rey!") cuatro veces. Enrique juró los nueve votos de la
realeza y Warham le ungió con los aceites sagrados y puso sobre su cabeza la
magnífica corona, corona que desgraciadamente se perdió en 1649, después de que
el rey Carlos I fuera decapitado, la corona real, junto con todos los otros
símbolos de la realeza; fue despojada de sus gemas, para ser vendidas éstas en
pequeños lotes y su carcasa fundida para convertirla en monedas de oro, por
orden del gobierno de Oliver Cromwell.
A continuación, Catalina fue coronada Reina de Inglaterra y
el grupo real se retiró a Westminster Hall para el gran banquete de celebración
donde no faltaron: el venado, las empanadas de carne, anguilas, lampreas asadas,
salmón, esturión, abadejo, beef olives (un plato inglés que se hace con carne),
haggis (embutido típico escocés). Para postre: natillas, tartas, jaleas, crema
de almendras. Frutas: peras, manzanas, ciruelas, damascos, duraznos y naranjas.
Las celebraciones no terminaron con el banquete, hubo un torneo esa misma noche
y luego dos días más de justas y fiestas Era el final de una era y el comienzo
de una nueva, el reinado de este controvertido personaje clave en la historia
de Inglaterra, famoso por haberse casado seis veces y por una larga lista de
personas ejecutadas durante su reinado y de carácter impredecible, un rey que
rompería con la Iglesia católica romana y se establecería como jefe supremo de
la Iglesia de Inglaterra.
Pobre mujer! Su historia sí que representa lo que significaba ser moneda de cambio en la realeza... primero la casaron con el hermano y luego con el dichoso Enrique, lo peorcito que a una mujer le puede caer de esposo... Eso sí, tuvo los santos ovarios de ser hija de quien era y no la doblegaron de ningún modo.
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