miércoles, 27 de diciembre de 2017

sábado, 23 de diciembre de 2017

LOS ZAPATEROS DE DON BENITO


Hoy no soy yo quien escribe la entrada del blog, tengo un invitado, es un gran estudioso y conocedor de las tradiciones y la historia de Don Benito, Andrés Sánchez Díaz, un "maestro" de los que están desapareciendo, pues como bien dice la escritora Belén Lopetegui  “cada vez hay menos gente que quiere asumir la responsabilidad de saber más que otro, porque eso te obliga y te exige”.

Muchas veces me ha comentado, después de algún encuentro que hemos tenido con una persona mayor, conocedora de viejas historias locales: “Qué pena, cuando se vayan estas personas todas estas vivencias se perderán”. Pues bien, gracias a personas como él, muchas de estas historias no se están perdiendo para fortuna nuestra y de las generciones venideras, Andrés no tiene título de historiador, ni puñetera falta que le hace.

¡¡Un estupendo artículo, muchas gracias Andrés!!

Andrés Sánchez Díaz

LOS ZAPATEROS DE DON BENITO

“Qué tiempos aquellos”. Frase repetida en las tertulias de los viejos zapateros. Mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, todos ellos zapateros que artesanalmente fabricaban todo tipo de calzado. Desde la toma de “la medía” que se hacía con un pie descalzo sobre un papel cualquiera y con un lápiz se rayaba la silueta del pie, hasta la finalización del zapato, sandalia, botos de trabajo o botas camperas. 

Hablaban de aquellos añorados tiempos en los que el sector del calzado era muy numeroso y ocupaba el segundo lugar en la industria y economía de Don Benito, después de la agricultura.

Cooperativa de zapateros.

A principios del siglo XX existían en nuestra ciudad cinco sociedades constituidas por la clase trabajadora y cuya sede estaba en la última casa que delimita la Calle San Andrés con Don Pedro Granda; una de ellas era “La Benéfica”, del gremio de los zapateros, la cual dio fama a Don Benito en toda la comarca, dirigida por Don Francisco Parejo, José Andújar, Pedro Quirós y Gregorio Díaz.

Paralelamente nacieron fábricas y talleres para la manufactura de toda clase de calzados y los ya existentes y prestigiosos Almacenes de Curtidos y Calzados “Patricio Cerrato”, que se fundaron en 1860. Comentaban que Don Benito tendría entre 400 y 500 trabajadores, hombres y mujeres dedicados al sector del calzado. En 1920 se constituye la Sociedad del Zapatero.

En 1925 nace y se funda “La Cooperativa Unión y Progreso Dombenitense” sita en la Calle Arrabal nº 35, una enorme casa que compraron los socios a Don Antonio Gómez, siendo su presidente Manuel Casado Sánchez-Porro y vicepresidente Cecilio Gallego Blanco, al cual hoy Don Benito le tiene dedicado una calle con su nombre pues también fue el fundador del Partido Socialista de nuestra ciudad. Cecilio Gallego había nacido en la Calle Luna, falleciendo en 1926 a la temprana edad de 33 años.

¡Qué tiempos aquellos! Hablaban de que existían entre 70 y 80 fábricas y pequeños talleres además de los particulares que trabajaban en sus casas, y nombraban a emprendedores dombenitenses del gremio del calzado como Juan Muñoz Paredes, en la antigua Calle Cristina nº 21 (hoy Calle Portugal), a Ángel Cerrato que tenía la fábrica en esta misma calle, a Isidro Quintana, Enrique Rigote, Eloy Sánchez, Manolo Sánchez Donoso, su primo Juan Sánchez, Josefina Cerrato en la hoy Avenida de la Constitución, o Enrique Cerrato S.L. que tenía entre 30-40 trabajadores en la esquina de la Calle Villanueva junto a la Plaza de Abastos (hoy tienda de electrométricos), además de la emblemática fábrica de la esquina de la Calle La Virgen también conocida como “La Viuda”.

En pleno esplendor y auge del calzado dombenitense, estalló la guerra “incivil”, la que marcó un antes y un después en este sector. Fábricas incendiadas y destrozadas, también la Cooperativa en su parte trasera sufrió los efectos de las bombas.

Antiguo edificio de los almacenes de Patricio Cerrato, esquina calle la virgen, derruido en la Guerra Civil.

Una vez acabado el conflicto, algunas fábricas retornarían a la actividad y otras acabaron desapareciendo como la famosa Cooperativa. Este local sería vendido a Gonzalo González, uno de los jefes de la empresa Ginés Navarro, que a mediados de siglo construyó gran parte de la canalización del regadío en nuestra zona. Contaban como anécdota que hubo problemas para la firma de las escrituras públicas, pues solo tres socios cooperativistas acudieron a firmar en Notaría, otros hicieron poderes notariales y otros se desentendieron de la venta.

Don Benito exportaba sobre todo al Norte de España lo que se conocía como los “Botos Bastos” de trabajo. En repetidas ocasiones fuimos visitados por industriales de Valverde del Camino (Huelva); también vinieron de Elda, Elche (Alicante)… a conocer nuestras técnicas artesanales y adonde algunos buenos oficiales de primera llegaron a emigrar. Hoy día en esta zona hay más de 400 fábricas de calzado entre las que se encuentran las de mayor prestigio internacional.


Para los “Botos Bastos” se utilizaba la piel de vaca, para los finos y elegantes zapatos y botines se empleaba la ternera joven y la piel de cabra, y para la suela de las botas camperas la piel de caballo, más tarde saldría el Grepex una especie de piel sintética.
Algún empresario como Enrique Cerrato S.L. llegó  a comprar dos modernas máquinas de la marca Ariza, lo cual no sentó nada bien a parte de los trabajadores pues ahorraría mano de obra y fue precisamente este motivo lo que a mediados de siglo pasado cuando la industrialización moderna de otras regiones hizo que cayera en decadencia la manual y artesanal fabricación del calzado de Don Benito.

Imagen de San Crispín en la iglesia de Santiago de Don Benito.

Los zapateros descansaban los lunes, día del mercadillo en la Plaza de España (El Paseo) donde se compraban tijeras, cuchillas, martillos, leznas… fabricadas en Don Benito; también tenían su Patrón “San Crispín” al que sacaban en procesión todos los años a finales de Octubre, imagen que aún se conserva en la Iglesia de Santiago.

San Crispín fue un zapatero romano martirizado en el siglo III, ¡Que por cierto nunca conocí a nadie que se llamara así, excepto al fiel escudero del Capitán Trueno!.


¡Qué tiempos aquellos! Los zapateros recordando aquellas antiguas historias, algunos sobrevivieron con su oficio como mi padre, que nunca lo abandonó; también lo compaginó muchos años con otros trabajos “C.E.P.A.N.S.A” y los domingos con su talega azul al hombro a Santa Amalia al igual que mi abuelo, que iba con su burro andando.


Mesa de mi padre. hormas, tijera, cerote, la pata cabra, sacabocao, tenazas con punta torcia, imán de las puntas, la disolución y el tinte.

Mi padre Juan Sánchez (el Zapatero) adoraba y le entusiasmaba su trabajo, orgulloso siempre de cuando terminaba unas botas camperas como las que le hizo a un rejoneador que vino a Don Benito o aquellas zapatillas para una trapecista de circo; muchas botas de la Guardia Civil pasaron por sus manos, al igual que la de infinidad de futbolistas de su querido Club Deportivo Don Benito; hubo años que los propios jugadores le regalaron el carnet de socio.

Juan Sánchez Gallego (mi padre)

Vaya desde aquí mi pequeño homenaje a mi padre y a todos aquellos dombenitenses que un día hicieron que nuestro Don Benito fuera conocido y reconocido por sus zapateros.

Parte de la copla humorística de los zapateros de Don Benito:

Los zapatos que traigo puesto
los hizo Fermín
caballero bastante borracho
y muy galopín

Una cosa olvidaba decirles
que pueden saber
que Fermín es mi marido
y yo soy su mujer

Pero tiene unas manos de ángel
es  fuerza decir
que teniendo una lezna en la mano
no hay más que pedir


Andrés Sánchez.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

DON BENITO. EL SALTO Y LA HARINERA

“Cuando emprendáis algo útil, perseverad, no entréis en desánimos”.

Félix González Caballero.



Estas construcciones que la vegetación está devorando a pasos agigantados y que como esqueletos de viejos dinosaurios a duras penas se mantienen en pie, albergaron no hace muchos años unas de las industrias más importantes para el progreso y el desarrollo de nuestra ciudad en la primera mitad del siglo XX, la industria encargada de la producción de energía eléctrica.


Con objeto de poder atender la creciente demanda de energía de la ciudad de Don Benito, en el año 1920 el dombenitense don Félix González Caballero solicitó al Gobierno Civil de Badajoz la concesión de un salto de agua en el rio Guadiana con dos molinos, denominados “Molino Martel” en el término de Don Benito y el “Molino La Molineta” en el término de Medellín, para mover dos turbinas de 160 y 80 caballos de vapor fabricadas por la empresa La Fargue de Marsella.


La turbina fue la gran protagonista de la difusión eléctrica en el medio rural, es una máquina destinada a aprovechar la energía cinética producida por el agua al caer sobre ella, provocando por el movimiento de rotación del empuje del líquido la electricidad.

D. Félix González Caballero
Este emprendedor, nació en Don Benito a finales del siglo XIX, es el responsable de innumerables obras y avances para nuestra ciudad en su tiempo, es inaudito que ni siquiera tenga una calle con su nombre.

Entre sus otros muchos logros hay que destacar: el abastecimiento de agua potable a la ciudad, participa en la construcción de la Electro-Harinera “Arroyo del Campo”, una gran fábrica que llegó a tener más de 100 empleados y en la de “Sánchez Porro”.

Compra en 1904 el cortinal del Hospicio junto a la iglesia de Santiago, en este terreno se hospedaban sacerdotes y frailes, de ahí su nombre.


Escenario del teatro del Hospicio en 1905. Foto: Diego Soto Valadés.

Trae también la cultura y construye el gran Salón Teatro del Hospicio por el que pasaron las mejores obras y los mejores actores de su época, así como las primeras películas de cine mudo y un largo etcétera de obras y logros.
  
Gómez & Gonzalez "El Hospicio" Foto gentileza de Pepa Del Forcallo Gómez-Coronado.

Ricardo Fernández-Blanco Jaraíz, su nieto, plasmó en mi muro de facebook estos interesantísimos apuntes biográficos:

"Nace en 1872, de familia humilde, se queda huérfano de padre y madre muy joven  y es recogido por unos parientes, la familia Caballero Merino, padres de Isidro, José y Antonio.

A los 14 años emigra de Don Benito y se va a buscar fortuna a la Mancha, a los pocos años ya es un maestro albañil puntero. Al poco tiempo de volver, a su pueblo, destacan las obras que realiza. Sale a concurso un proyecto de una fábrica de Harinas, la del arroyo del campo, gana el concurso y la realiza, para ello se queda con todos los hornos de cal y ladrillos de Magacela, para no depender de nadie y termina la obra en el tiempo acordado.

Ctra. Don Benito-Villanueva, fábrica del Arroyo del Campo. Foto: D.S. Cordero.
Cuando acaba la obra, se da cuenta que esa fábrica da luz al pueblo y proyecta traeré la luz eléctrica utilizando la energía del río Guadiana, para ello se busca un socio, Sánchez-Porro, hacen la obra del molino o salto de Medellín y traerán la luz a Don Benito y no conforme, hacen una fábrica de harinas en una manzana ya desaparecida entre la calle Ayala y La calle Santiago.
Esa sociedad se rompe y se separa de su socio y proyecta un nuevo salto de agua (el salto o molino del Martel), para ello llega a un acuerdo con el conde y realizan la obra. Para hacer esa obra tiene que hacer un muro río arriba para hacer una especie de embudo, cogiendo todo el cauce, estrechándolo y haciéndole caer varios metros.

FABRICA HARINERA. Se encontraba con la fachada mirando al Parque Municipal y calle Ayala. Hoy el solar lo ocupa el edificio Ciudad Jardín. Foto: D.S. Cordero

FABRICA HARINERA. Se encontraba con la fachada mirando al Parque Municipal y calle Ayala. Hoy el solar lo ocupa el edificio Ciudad Jardín. Foto: D.S. Cordero

Posteriormente a esta obra hizo la fábrica frente a lo que posteriormente sería el parque, otras empresas, almacén de materiales de construcción, bazar, ferretería, teatro, cine....y por último trajo el agua potable desde unos pozos al pueblo de Don Benito, 20 años antes que el ayuntamiento. En fin un auténtico empresario emprendedor. Un ejemplo para muchos jóvenes, bien se merece una calle. No Tierno Galván que no hizo nada, nada, nada por este pueblo".

Ricardo Fernández-Blanco Jaraíz, nieto de Félix González. 


Fábrica Electro-Harinera del “Arroyo del Campo”
Foto: Alfredo Ara Martín


Año 1921. Foto: Ramón A. Fernández de Sevilla Palomo


Año 1921. Foto: Ramón A. Fernández de Sevilla Palomo


Año 2017. Foto: dovane63

Restos de la antigua Fábrica Electro-Harinera y Panificadora del “Arroyo del Campo”. El paso del tiempo y el vandalismo han relegado a un aspecto triste y mísero a la que fuera joya del patrimonio industrial de Don Benito.


Año 2017. Foto: dovane63

De las que existían en su época es la única que se mantiene a duras penas en parte en pie, gracias a la solidez de su construcción, pero no creo que sea por mucho tiempo.
 



“La vieja harinera” obra del genial artista dombenitense Victoriano Gallego Blázquez.




Fuentes:
- Revista de Historia de las  Vegas Altas. FÁBRICA ELECTRO HARINERA DEL “ARROYO DEL  CAMPO” (1890-1900) de Alejandro Rico Rodríguez.
- BIOGRAFÍAS DOMBENITENSES (Entre los siglos XIX-XX) José Antonio Gutiérrez Ortiz.
- Ricardo Fernández-Blanco Jaraíz.
- Daniel Cortés González.