Basado en hechos reales. Por dovane63
La mayoría de las veces no busco las historias, estas vienen a mí por sí solas como si tuvieran vida propia y quisieran que se contaran, ese día, lo que me llevó a reunirme con Adela (llamaré así a la protagonista de este relato, pues quiere preservar su identidad) fue una causa bien distinta a la historia de hoy y aún no sé cómo terminó contándomela.
Hace ya unos años, Adela acababa de dar a luz en Madrid a
una de sus hijas y poco tiempo después se trasladó a Don Benito, ciudad donde
sigue residiendo.
Vivía por aquel tiempo feliz junto a Pedro, su marido, en
una casa céntrica y grande. Una mañana tras levantarse su marido para ir a
trabajar, sin saber por qué, fijó su mirada hacia una esquina del dormitorio y cuál
no sería su sorpresa que vio un rostro, el rostro de un hombre.
- Me quedé petrificada, me comenta.
- Me miraba fijamente, pensé que serían alucinaciones o que quizás
estaba soñando, pero no, cerraba los ojos y seguía ahí y me miraba, me miraba.
De un brinco saltó de la cama y se fue para la cocina, serían
las 6:30 de la mañana, Pedro aún no se había marchado al trabajo y estaba preparándose
un bocadillo.
- ¡Pedro, Pedro, que hay un rostro en la habitación, que hay
un rostro en la habitación! ven a verlo, y sabes… me parece que es el tío
Miguel.
- Oh, el tío Miguel… pero si el tío Miguel se ha muerto.
¡Anda! Que no tienes más que tonterías.
Pedro la acompañó a la habitación y no había nada, ni rastro.
- Ves, debe de haber sido un mal sueño, una pesadilla.
Al día siguiente a la misma hora, volvió a aparecer el
rostro.
- Pedro, ¡míralo que está ahí, está ahí! ¿no lo ves?
Su marido no veía nada de nada por más que lo intentaba, cuando
se levantó Pedro, Adela se fue a la habitación de las niñas y no volvió a
entrar en el dormitorio, se sentía aterrada, esa misma mañana salió de casa y
se dirigió a casa de D. Delfín, el cura, pues era y es una mujer muy creyente.
- Bueno, bueno, hay gente que tiene un don para eso, no es el
primer caso que conozco, tú háblale y pregúntale qué es lo que quiere.
No salía de su asombro, jamás se habría esperado esa
respuesta.
- Buff… ¿tú sabes lo que me entró por el cuerpo,
Antonio? Pensaba que si le tenía que decir a Pedro que tenía que hablar con el
rostro, me diría: ¡esta mujer está loca!
CONTINUARÁ
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