He de reconocer que, a pesar de haberlo observado desde la
carretera en numerosas ocasiones, no había tenido ocasión de visitarlo.
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José Sánchez, Dovane y Jesús López |
Fue gracias a mi amigo Jesús López Gómez con motivo de realizar un
video promocional para su novela “El misterio del catedrático de historia
antigua” y de la mano de Carlos Señor que por fin pude hacerlo y la verdad no sé qué tiene este entorno,
pues cautiva y atrae misteriosamente.
Interesado por el antiguo convento Agustino de San Joaquín,
construcción que desgraciadamente hoy se encuentra en estado de ruina, a duras
penas sigue en pie su iglesia, quise saber algo más sobre él y sobre las
historias que había oído acerca de misteriosas luces observadas en el cielo de
Santa Cruz.
Tuve la suerte de dar con un libro publicado en 1681,
escrito en castellano antiguo (el hablado hasta el siglo XVI) por el Padre Fray
Luis de Jesús, hijo de la Congregación Agustina en el que describe sucesos y
fenómenos acontecidos en este lugar, verdaderamente curiosos, dice así:
1629. Convento de Santa Cruz de la Sierra en Extremadura
Se encuentra esta villa de Santa Cruz de la Sierra,
Extremadura (a tres leguas de la ciudad de Trujillo, a quien los antiguos
llamaron Castra-Iulía). Se asienta en la falda de una sierra, en cuya cumbre
hubo una gran población, colonia de romanos. Se llamó Santa Cruz, por haberse
visto en el cielo esta Señal de Nuestra Redención, aunque no se sabe cuándo.
Estudiosos de los ovnis, afirman que la aparición de fenómenos
con forma de cruz en los cielos, son mensajes de paz de entidades
extraterrestres y que han venido produciéndose a lo largo de la historia, sobre
todo en lugares en donde se suceden conflictos bélicos de gran tensión.
Llamativos son algunos casos, como el sucedido el 28 de
octubre del año 312 d.C. cuando el emperador romano Constantino el Grande
observó en el cielo una “cruz de sol” con las letras “In hoc signo vinces!”
antes de la batalla decisiva que tuvo lugar en el puente Milvio.
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Detalle de la Visión de la Cruz realizada por los ayudantes de Rafael, que representa a Constantino I y la visión de la cruz en el cielo con el lema "en este signo vencerás". |
Otra extraña cruz voladora es la que se encuentra tras los
orígenes de la Reconquista de Don Pelayo en Covadonga (la Cruz de la Victoria,
que se conserva en la catedral de Oviedo).
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Batalla de Covadonga |
También cuando Aragón fue invadido por los musulmanes, un
grupo de valientes se congregaron en una cueva del monte Pano, decididos a
hacerse fuertes e intentar desde allí la reconquista. Fue así cómo, al frente
de unos pocos, el rey Garci Ximenez se
lanzó a un combate desigual. Cuenta la leyenda que la superioridad de los moros
era tal que cuando todo parecía perdido, apareció sobre la copa de una encina
una cruz en llamas, o una cruz roja resplandeciente según otras versiones,
alentó de tal manera a los cristianos que acabaron venciendo.
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Garci Ximenez |
Años más tarde, en la convulsa época de la Guerra de la Independencia
Española, también quedaron reflejados el convento y el pueblo en el libro del
escocés Sir Andrew Leith Hay, que tras el paso de las tropas británicas por esta
localidad durante el verano de 1809 dice lo siguiente:
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Sir Andrew Leith Hay |
El día 22 de agosto de 1809, nos dirigimos a Santa Cruz de
la Sierra, un pueblecito situado en un lugar precioso al pie de la montaña que
le da nombre. La Sierra está cubierta hasta la cima de arrayanes, vides,
moreras e higueras, que ofrecen un paisaje rico y exuberante. Cerca del pueblo
hay un convento de frailes agustinos. Acampamos en un bosque que está como a
una milla del pueblo. Por la mañana ocurrió uno de esos accidentes que al paso
de los ejércitos a menudo se piensa que son a propósito. El matorral de la base
del monte se incendió, y la sequedad excesiva de la región en seguida propagó
las llamas con una virulencia irresistible, que tomaron la dirección de las
viñas y subieron por la ladera de la sierra. Entre el humo se veía a los
infelices campesinos intentar detener el avance de la devastación. Pero sus
esfuerzos fueron vanos. Aquel bello jardín de montaña se convirtió pronto en un
páramo destrozado y calcinado.
Pero sigamos con el relato del Padre Fray Luis de Jesús:
Es antigua la fundación de Santa Cruz de la Sierra, porque
en tiempo del rey Don Fernando, que llamaron El Santo, era lugar numeroso y se
le arrebató a los Moros.
Dominaba esta villa en este año, el Conde de la Calzada, Don
Juan de Chaves y Mendoza, cuya Nobleza es muy conocida. Fue del Hábito de
Santiago, Colegial del Mayor, que llaman de Oviedo en Salamanca, alcalde
después de Hijosdalgo en la Real Chancillería de Granada y también Oidor en
ella. Vino a Madrid con la Plaza de Alcalde de Casa y Corte. Ascendió al
Consejo de Cruzada, al Real de Castilla luego después al de Cámara y
últimamente fue presidente del Consejo de Órdenes Militares, puesto que indica
su talento y capacidad.
Quiso tener en su villa un convento de nuestra Recolección y
se lo propuso al Venerable Padre Fray Gerónimo de la Resurrección, Vicario
General entonces de nuestra Descalcez, el cual, sin reparar en dotación, aceptó
la fundación del convento, concediendo al Conde y sus descendientes el título
de Patrón de él, dando, este muy Ilustre caballero, una limosna de dos mil
ducados y una Casa. Se tomó posesión jurídicamente por el Padre Fray Andrés de
la Encarnación, llamado Martel, Provincial de esta provincia de Castilla, en
compañía de otros importantes religiosos, en 18 de diciembre, día en que bajó
la Reina de los Ángeles, María Señora Nuestra, a la Santa Iglesia de Toledo,
honrando con su Soberana Presencia a su devoto capellán San Ildefonso y
premiando sus virtudes con aquella Casulla tan celebrada; que le vistió,
sentada en la cátedra o silla de Marfil, desde la cual el Santo Prelado
predicaba al pueblo toledano. Se celebró la primera misa el día siguiente por
el Padre Fray Andrés de la Madre de Dios Aguilera, primer prior de este
convento.
En el sitio designado para Capilla Mayor de la iglesia de
este convento, se han dejado ver varias veces unas luces, claras y grandes en
el aire, que dan a entender, ocultarse un gran tesoro en aquel lugar. Y dejando
otros muchos testigos, que las han visto, siendo constante noticia de los
naturales de la villa, escribe de ellas Fray Egidio de Zamora, Maestro del Rey
Don Sancho el Bravo; Don Juan de Salazar; Bernabé Moreno de Vargas, en la
historia de Mérida, lib. 2. Cap. 7. Y el Padre Francisco Portocarrero, y otros
grandes y solícitos escritores.
Baste referir las palabras de Don Tomás Tamayo de Vargas,
que en las notas que hizo al Cronicón de Luitprando, el cual en la Era 706, año
de Cristo 668. Dice:
Sed bonam partem buius Cathedra tanslatam alio cognovi. Que
buena parte de la Catedra o Silla, donde San Ildefonso predicaba y donde la
Virgen Santísima se sentó, cuando le favoreció con la Casulla, fue trasladada a
otra parte).
Comentando estas palabras, refiere a Fray Egidio de Zamora,
que dice así:
Oí a los cristianos toledanos decir, que esta Catedra o
Silla de San Ildefonso, un Lignum Crucis, y una Imagen, fueron llevados y
escondidos en un Lugar, doce mil pasos distantes de Trujillo, (ya se sabe, que
doce mil pasos son tres leguas) y allí se aparecen, de tiempos antiguos, luces
en el aire. Y añade Don Tomás: Que este Lugar, donde se escondieron estas
Reliquias, se llama, Santa Cruz de la Sierra, Señorío del Ilustrísimo señor Don
Juan de Chaves, Conde de la Calzada.
De estas luces, dice
el Padre Francisco Portocarrero, en la Vida de San Ildefonso, cap. 24. Ser
claras y grandes, que alumbran la circunferencia, estando levantadas en el aire
y habiéndose colocado en aquel sitio una Cruz, bajaban por ella, y la tocaban,
dejándose ver desde la plaza y casas del Lugar. Un sacerdote anciano, y
virtuoso, vecino de la dicha Villa, llamado Rodrigo Alonso, hizo una
declaración, como testigo de esta, dice:
“Son las luces como de un hacha mediana y que, subiendo en
alto, vuelven a bajar por dos o tres veces, causando pavor y admiración, y que
cuando estaba puesta la Cruz, la rodeaban y halagaban”.
Movido de estas
noticias el Obispo de Plasencia Don Pedro González de Acevedo, envió al Padre
Fray Gerónimo Román de la Higuera, de la Compañía de Jesús (diligente averiguador
de antigüedades) y viniendo el dicho señor Obispo personalmente, no las pudo
ver; si bien, dentro de su mismo aposento se le representaban y muy ordinario
las veía y decía:
No sé qué me quiere Dios con estas luces. Si quiere algo,
hábleme claro; como refiere Don Juan de Tamayo de Salazar, en el cap. 2. Núm.
26. Dice, haber llevado allí estas Reliquias los Cristianos de Toledo.
Por este tiempo los vecinos del lugar, deseosos de descubrir
estas Santas Reliquias, trataron de romper aquellas piedras, cavando, con no
poco afán, mas no pudieron descubrir cosa alguna. Solamente se mostró una
pequeña fuente de agua que rompió por la fisura de una piedra, tan estrecha,
que apenas cabía la punta de un cuchillo.
Todo esto declara el mismo sacerdote Rodrigo Alonso. Y
añade:
Fueron grandiosos los Milagros que se vieron patentes, de
personas que sanaron con el agua, niños quebrados, grandísima suma de ellos del
pueblo y de todos los demás lugares, que venían a la fuente y así la llaman la
Fuente Santa, porque hoy día la Villa la tiene gran devoción. Vienen a beber el
agua de otros lugares y prosigue diciendo:
Vi colgadas allí muletas de personas que habían sanado, y
más vi una mujer, natural de Medellín, venir tullida de brazos y piernas, y
estuvo allí nueve días. La traían en una cabalgadura, liada sobre unas sacas de
paja. Pues yo la vi por mis ojos correr y saltar, como la mujer más sana del
pueblo e irse a pie a su lugar. Hasta aquí la sencilla declaración de referido
sacerdote. Hoy esta fuente se encuentra en la Iglesia de nuestro Convento, que
allí se fabrica.
Que el origen de
estos Milagros, y luces sean las Reliquias referidas, bien se deja colegir,
pues así lo entienden algunos de los Historiadores citados y Don Lorenzo
Ramírez de Prado en las Notas a Luitprandom Obispo de Cremona, fol. 347 dice:
Que aquellas luces son a modo de cruz en el aire y muestran el pedazo de Santo
Madero de la Cruz, que allí se oculta,
de donde se llamó Santa Cruz de la Sierra a aquel Pueblo; ocupado antes por los
Moros y recobrado por el Santo Rey Don Fernando Tercero de este nombre.
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El pozo de aguas milagrosas |
Últimamente, de la Imagen de Nuestra Señora (que es la
tercer Reliquia) habla en su declaración el sobredicho Sacerdote Rodrigo
Alonso, por estas palabras:
“El Padre Portocarrero, que vivía en Toledo, envió una Carta
al Vicario de Trujillo y otra al Cura Martin Acedo que a la presente era Cura
en esta Villa, y lo que contenían, eran estas palabras, porque se leyó
públicamente, que casi estaba la mayor parte del Pueblo. Y decía así:
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San Ildefonso |
“Soy el Hombre más consolado que hay en toda esta Tierra,
por haber descubierto un Historiador Antiquísimo, que dice: Que al tiempo, y
cuando los Moros sarracenos entraron en España, se escondieron estas Reliquias
a diez leguas de las montañas de Guadalupe, que es hacia el Poniente, y tres de
Trujillo al Mediodía, a la falda de una Sierra, un pedazo de Lignum Crucis, y
la mitad de la Silla, en que estuvo la Virgen Ntra. Señora sentada, cuando dio
la Casulla al Bienaventurado San Ildefonso, y una imagen de Ntra. Señora”.
Esto es de la declaración dicha. Con estas noticias,
aguardamos la voluntad de Dios, que será servido de descubrir este tesoro,
cuando más gusto sea suyo, honor de estas Santas Reliquias, y utilidad nuestra.
Francisco Portocarrero Osorio (1.543-1.626)
Hijo del III conde de Medellín Juan Portocarrero y Toledo y
su mujer María Osorio Portocarrero, nació en Medellín, vivió hasta la edad de
ochenta y tres años en la Compañía de Jesús, habiendo permanecido en ella el
largo periodo de cincuenta y siete años. Fue un padre muy querido y estimado de
todos los de la Compañía, escritor fecundo, religioso inimitable, así es que
murió lleno de merecimientos y de virtudes, siendo extraordinariamente sentido
por toda la religión.
Obras:
De la descensión de nuestra Señora a la Santa Iglesia de
Toledo, y vida de S. Ildefonso, arzobispo de ella; Madrid, 1616.
Tradujo al castellano: la Historia de los Mártires de la
legión Tebana, obra de un mérito reconocido, impresa algunos años después de su
muerte en Toledo en el de 1626.
Dos tratados sobresalientes y de un mérito incontestable,
titulados: Del Sacramento de la Eucaristía y de la Virgen nuestra Señora.
Colegial en Alcalá en 1564.
Licenciado en artes.
Jesuita en 1.569.
Rector del Colegio de Ocaña.
En 1625 dono las reliquias que había traído años antes de
Roma a la Iglesia de Santa Cecilia de Medellín.
Este es un extracto de las Aventuras intelectuales de
Quevedo de Pablo Jauralde Pou en el que habla de Portocarrero:
Amigo del historiador Mariana. (En su misma casa, Mariana
convive con Francisco Portocarrero, un hijo del Conde de Medellín (morirá en
1626), buen amigo... Aquí salta Quevedo: ¡pero si era el rector del Colegio de
Ocaña cuando él estudió allí! Llenó la celda de huesos y reliquias que se había
traído del cementerio de San Calixto y de las catacumbas de San Sebastián, en
Roma; atufaban tanto, que acabó por depositarlas en la capilla del colegio,
adonde acudían las buenas gentes, reservándose las mejores piezas para
Medellín, su tierra, y alguna para Yepes, el pueblo vecino, que se reconcomía
de envidia. Pues allí está, lo mismo que Jerónimo Román de la Higuera, muy buen
amigo, pero el mayor inventor de patrañas, ¡pero si era profesor de latinidad
en Ocaña!, vuelve a decir Quevedo.)
NOTA IMPORTANTE:
“Juan de Chaves nunca fue Conde (el 1º Conde de Santa Cruz
fue su hijo Baltasar). Por otra parte, no existe el Condado de la Calzada (que
es como se llamaba entonces a Herguijuela y sus tierras), ya que es un
Vizcondado. Desde los tiempos de Baltasar de Chaves la misma persona aunaba los
títulos de Conde de Santa Cruz y Vizconde de la Calzada. Estos títulos recaen
actualmente en la Casa de Alba, y se puede comprobar en el Registro Oficial de
Títulos Nobiliarios y Grandezas de España”.
Agustín Melchor Terrón. Licenciado en Filosofía y
Letras por la Universidad de Extremadura, en la especialidad de Geografía.
FUENTES Y AGRADECIMIENTOS:
- Biblioteca Digital de Castilla y León. Libro: HISTORIA
GENERAL DE LOS PADRES AUGUSTINOS DESCALZOS. TOMO SEGUNDO. Por el Padre Fray
Luis de Jesús. Hijo de la misma Congregación, Lector Jubilado, Cronista General
y Provincial de Castilla la Vieja y Nueva. Impreso en Madrid en 1681. Escrito
en castellano antiguo; es decir, del hablado hasta el siglo XVI.
- ESPAÑA SAGRADA, THEATRO GEOGRAPHICO-HISTORICO DE LA IGLESIA
DE ESPAÑA. TOMO V. Por el P. M. Fr. Henrique Flórez, Doctor en Teología. Año
1750
- LOS HÉROES DEL CRISTIANISMO O SEA BREVE NOTICIA DE LOS
SANTOS Y FIESTAS PRINCIPALES QUE VENERA LA IGLESIA. EDICIÓN ARREGLADA POR UN
RESPETABLE SACERDOTE. EDICION SATURNINO CALLEJA, 1901.
- JOSE MARÍA CUSTODIO SIMON (Apuntes sobre Francisco Portocarrero)
- LOURDES GOMEZ MARTIN. Periodista. (Apuntes Ovnis en la antigüedad).
- JOSÉ MARÍA GALLARDO DURÁN (Profesor y Catedrático del I.E.S
Bartolomé J. Gallardo de Campanario) Traducción del pasaje sobre Santa Cruz de Leith Hay,
Sir Andrew, A Narrative of the Peninsular War, Londres, John Hearne, 1850 (4ª
edición), pág. 126.
- Agustín Melchor Terrón. Licenciado en Filosofía y
Letras por la Universidad de Extremadura, en la especialidad de Geografía. (Apunte sobre D. Juan de Chaves).