viernes, 15 de junio de 2018

LOS HUESOS DE "EL CID"


 

“A todos alcanza honra por el que en buena hora nació” 15 de junio de 1094, tras 17 largos meses termina uno de los asedios, dicen que más duros de la historia de España.


Se cuenta que los asediados después de comerse a todos los animales de la ciudad, perros, gatos y ratas se alimentan de cuero cocido e incluso que practicaron el canibalismo. La ciudad de Valencia se rinde tal día como hoy a las tropas de Don Rodrigo Díaz de Vivar que establecería en esta ciudad un señorío independiente hasta su muerte el 10 de julio de 1099.





La tumba del Cid que podemos ver en la catedral de Burgos no siempre acogió sus restos que hubieron de sufrir numerosas profanaciones. Cuando murió en Valencia, sus restos fueron depositados en la Catedral. Sin embargo, su viuda se los llevó consigo cuando dos años más tarde los almorávides entraron en la ciudad. No le importó a doña Jimena, ya que su marido siempre le había manifestado su deseo de ser enterrado en San Pedro de Cardeña. Allí, en el atrio del monasterio burgalés, fue de nuevo inhumado, aunque no por mucho tiempo. 




En 1272, el rey Alfonso X hizo construir en la capilla mayor un gran sepulcro labrado para honrar la memoria del guerrero castellano con esta leyenda:

"Aquí yace enterrado el Grande Rodrigo Díaz, guerrero invicto, y de más fama que Marte en los triunfos". 

Siglos más tarde, obras en el cenobio motivaron un nuevo traslado: los restos del Cid fueron trasladados a la entrada de la sacristía y colocados sobre cuatro leones de piedra. 



En el año 1541 de nuevo unas obras alteraron la paz eterna del caudillo medieval, entonces llevado a un lateral de la abadía. Hecho que no gustó un ápice al condestable Pedro Fernández de Velasco, quien tiene que recurrir al mismísimo emperador Carlos V para que los monjes devuelvan al que en buena hora nació al otro emplazamiento. 

Dos siglos duró la tranquilidad. En 1736, los vestigios del Campeador fueron llevados a una capilla de nueva creación, la de San Sisebuto. 

Una de las más infames fue la perpetrada en 1808 por el general napoleónico Thiébault, que dormía con los restos del Cid bajo su cama en un macabro y esperpéntico alarde de venganza contra la guerrilla. 



Afortunadamente fue convencido por el propio Napoleón y los inhumó decentemente en un mausoleo junto al río. La ciudad de Burgos fue sometida a un violento pillaje por las tropas de ocupación francesas en 1808. El monasterio de San Pedro de Cardeña, a ocho kilómetros de la capital, no se libró y fue también objeto de la rapiña.

Charles de Beaumont

Hace poco tiempo ha sido subastada un tozo de la bandera del Cid, que también fue víctima de este saqueo, perteneció al caballero Charles de Beaumont (1728-1810), soldado y espía francés, más conocido como el Caballero de Eon, de quien deriva el término "eonismo", o la necesidad de algunos hombres de vestirse con ropas femeninas; de hecho el caballero francés vivió los últimos treinta años de su vida como mujer. Liberada España del yugo francés, los monjes solicitaron al Ayuntamiento de Burgos que los restos fueran devueltos al monasterio de San Pedro de Cardeña. Lo consiguieron en 1826. Pero las desamortizaciones volvieron a dejar lo que quedaba del Cid a expensas de profanadores. Para evitar males mayores, el Ayuntamiento consiguió sacar de nuevo los restos. Los únicos que se conservaban desde la profanación francesa.

Seguían faltando los huesos más pequeños: carpo, metacarpo, tarso, metatarso, falanges y restos del cráneo. A resguardo en la capilla municipal, evitaron que otra broma del destino los llevara a Madrid.



Por fin, en 1921, con la presencia del rey Alfonso XIII, se enterraron en el Crucero de la catedral. Eso sí, el Ayuntamiento conserva un hueso de su brazo porque Francia, que se lo había llevado como souvenir, no lo devolvió hasta 1930.

viernes, 8 de junio de 2018

¿Presos? ¿Cómo? ¡A la merda!




El 8 de junio de 1288 se hallaba el rey Sancho IV en Alfaro y discutió por cuestiones de castillos y mujeres con Lope Díaz III de Haro, VIII señor de Vizcaya y con Juan Alfonso López de Haro I, XI señor de Cameros. Agriada la discusión, ordenó que apresasen a Lope de Haro. Fue entonces cuando el Conde se levantó y dijo:


¿Presos? ¿Cómo? ¡A la merda! ¡Oh, los míos! e metió mano a un cuchillo e dejóse ir para la puerta donde estaba el Rey el cuchillo sacado e la mano alta... ballesteros e caballeros, veyendo que el Conde iva contra el Rey, firieron al Conde, e diéronle con una espada en la mano, e cortáronsela, e cayó luego la mano en tierra con el cuchillo; e luego diéronle con una maza en la cabeza, que cayó en tierra muerto. 

Extracto: Crónica del reinado de Sancho IV el Bravo. Claudio Sánchez Albornoz.


Sancho IV de Castilla (Valladolid, 12 de mayo de 1258 - Toledo, 25 de abril de 1295), llamado «el Bravo», fue rey de Castilla (1284-1295). Era hijo del rey Alfonso X de Castilla, y de su esposa, la reina Violante de Aragón, hija de Jaime I el Conquistador, rey de Aragón. 


Espada del rey Sancho IV "el Bravo" de Castilla y León. Pertenece al Tesoro de la catedral de Toledo.




En la Catedral se conserva el cuerpo momificado del rey Sancho IV de Castilla.  En 1947, en el transcurso de una exploración arqueológica efectuada en el presbiterio de la Catedral de Toledo, a fin de localizar los restos del rey Sancho II de Portugal y de que fueran devueltos a su país, fueron encontrados los restos de Sancho IV el Bravo.





jueves, 7 de junio de 2018

CORAZON VALIENTE




Hoy 7 de junio se cumplen 689 años de la muerte de Robert the Bruce en Cardross siendo rey de Escocia. 


Se cree que había sufrido durante algunos años la lepra, al igual que lo había hecho su padre, aunque hay quienes afirman que hubieran padecido realmente sífilis o psoriasis.



Su deseo fue que tras su muerte, su corazón reposara en el Santo Sepulcro de Jerusalén en Tierra Santa. Sir James Douglas un noble escocés y sus caballeros quisieron cumplir la última voluntad de su rey. A principios de 1330, Douglas partió de Montrose con otros seis caballeros y veintiséis escuderos. Se detuvieron en Esclusa, en Flandes, donde más hombres se les unieron. Allí tuvieron noticias de la cruzada iniciada por Alfonso XI de Castilla contra los musulmanes del reino de Granada. 

 

Decidieron entonces partir hacia Sevilla, donde fueron recibidos por el rey con gran distinción. Douglas y sus hombres, uniéndose al ejército de Alfonso, divisaron a los sarracenos cerca del castillo de la Estrella, en Teba, en la frontera de al-Ándalus. En la batalla de Teba en la que participaron, se produjo el famoso episodio de la muerte de Sir James Douglas, y al que Alfonso XI había conseguido ganar para su causa mientras aquel se dirigía a Tierra Santa.


Al parecer, la muerte del noble se produjo cuando éste y algunos de sus soldados cayeron en la famosa táctica bereber conocida como "torna e fuye" en la que los que huyen terminan envolviendo y masacrando a los perseguidores. 



Según la leyenda, Douglas al verse rodeado, tomó de su pecho el relicario de plata con el corazón de Bruce y lo lanzó hacia el enemigo, diciendo "Ahora muéstranos el camino, ya que venciste, adelante corazón valiente, yo te seguiré o moriré". 



Douglas y casi todos sus hombres resultaron muertos en la batalla, incluyendo a Sir William St. Clair de Rosslyn y Sir Robert Logan de Restalrig. Su cuerpo y el relicario conteniendo en corazón embalsamado de Bruce se encontraron juntos en el campo y cuando Muhammed IV supo que pertenecía al rey escocés, envió los cuerpos de Douglas y sus hombres a Alfonso XI con una guardia de honor. Fueron llevados a Escocia por los escoceses supervivientes, William Keith de Galston, y Sir Simon Lockhart. 



Los restos de Douglas fueron depositados en el panteón familiar en la capilla de St Bride, y el corazón de Bruce enterrado solemnemente por Moray, el regente, bajo el altar de la abadia de 
Melrose.