martes, 31 de octubre de 2023

DON BENITO. LA TIA MANDILES.

 


Cuenta una vieja creencia del país del sol naciente, Japón, que cuando una persona mayor muere, su pareja no le sobrevive mucho tiempo. Es debido a que los lazos que les han unido durante toda la vida se rompen.

 El alma del fallecido, que trata de aferrarse a la persona con la que ha compartido su vida, es recogida por una criatura que ha decidido la hora de su muerte, y parte del alma de la persona amada también es arrastrada por esta demoníaca criatura.

 Los ancianos que lloran sin cesar la pérdida del ser amado con el que han compartido su vida, van perdiendo poco a poco el resto de su alma, que sale de su cuerpo por los pies, ese es el motivo por el que lo primero que pierden es la capacidad de caminar, en segundo lugar, la de hablar y finalmente la de sentir, hasta que… les llega la muerte.

 Los protagonistas de esta historia, María y Victorino nacieron el mismo día, con una diferencia de un año, el viernes 8 de junio de 1883 y 1882, respectivamente. Al vivir en una ciudad pequeña como era Don Benito en aquella época, que tenía una población de casi 15.000 habitantes, se conocían desde muy temprana edad.

 Contaba la ciudad en el año 1883 con dos escuelas para cada sexo, María estudiaba en la de mayor prestigio y Victorino en la más modesta, debido a su inferior clase social; pese a ello, sus familias nunca se opusieron a esta relación y llegada la edad casadera ambas familias bendijeron su unión.

 Parte de su precioso ajuar le fue encargado a una de las modistas más prestigiosas de la ciudad, una joven natural de Mengabril llamada Inés, y que casualmente compartían, aparte de confidencias, día de nacimiento.

 Contrajeron Sagrado Matrimonio en la iglesia de Santiago Apóstol el domingo 15 de junio de 1902, fue un día muy caluroso, pese a ello, asistió lo más granado de la ciudad, incluso el alcalde D. José Rosas Martín y el teniente de la Guardia Civil, jefe de la línea, perteneciente al 11º Tercio y Comandancia de la provincia, su amiga Inés no asistió, por encontrarse de luto debido a la muerte de D. Vicente, su padre.

 La familia de María les había regalado un viaje, que consistía en una estancia en uno de los balnearios más visitados de España en esa época, el de Baños de Montemayor (Cáceres). La partida de los recién casados estaba prevista para el día 20 y antes María, quería visitar a su amiga Inés para despedirse.

Una terrible noticia corrió como la pólvora por toda la ciudad, algo estremeció los corazones del joven matrimonio, pues la costurera no era otra que Inés María Calderón Barragán, y junto a su madre, Doña Catalina Barragán, habían sido brutalmente asesinadas la noche del 18 al 19 de junio.




Decidieron suspender el viaje, pues los ánimos de María no estaban muy bien que digamos. Victorino portaba bajo el brazo el periódico "La Región Extremeña", que se hacía eco de la noticia, decía así:
“Anoche fueron aquí asesinadas, cuando se hallaban durmiendo, Catalina Barragán y su hija Inés. El cadáver de ésta última presenta más de catorce heridas en el cráneo. Se cree que con el deseo de violar a Inés, que era una joven muy hermosa, fue el que motivó la perpetración del crimen. Se ignora quien sea el autor del delito: éste ha causado honda impresión en la localidad”.
La lectura de la crónica por parte de Victorino causó gran impresión en su joven esposa, que incluso le ocasionó perder el conocimiento, cayendo desmayada.
El entierro de las victimas fue una gran manifestación de duelo, el cortejo fúnebre ocupaba una extensión de dos kilómetros. Los comercios y todos los establecimientos públicos cerraron sus puertas aquel día y una gran multitud despidió consternada el paso de los féretros.
En las esquinas de las calles se dice fijaron carteles indicando que se recompensaría con 500 pesetas a la persona que pudiera dar alguna pista sobre el monstruoso crimen.
María, no pudo asistir al entierro, estuvo postrada en la cama durante varios días con un fuerte decaimiento anímico y pérdida de interés por todo. D. Pedro, el médico, les recomendó que realizaran el viaje que habían suspendido a Baños de Montemayor y dijo:
- Aprovechen el tiempo, solo tienen una oportunidad para vivir su vida y busquen su felicidad. No hay otra oportunidad.
Así lo hicieron y tomaron el tren que los llevaría desde Don Benito a Plasencia y desde allí por carretera hasta Baños. La estancia en el balneario, hasta el momento había sido muy efectiva y positiva para el estado de ánimo de María, que poco a poco fue recuperando las energías perdidas.
Hasta que una tarde, coincidieron en el comedor con una famosa clarividente, que afirmaba tener la capacidad de obtener información sobre una persona o un acontecimiento físico mediante la percepción extrasensorial.
Nada más tocar la mano de María, la vidente se estremeció y dijo:
- Un terrible evento te ha traído hasta aquí, veo a una bella mujer…. Pero por su rostro… ¡corre sangre! Sangre que no dejará de brotar hasta que se haga justicia para ella y también para su madre.
Aterrada ante la visión, la vidente soltó de golpe las manos de María, a las que fuertemente se agarraba y se sentó en una de las sillas del comedor.
El camarero, con su lito, la abanicaba tratando de reanimarla.
- Estoy bien, estoy bien, gracias, respondió la vidente.




María, se quedó petrificada tras escuchar a la vidente, y se sentó a su lado para seguir sabiendo de las visiones de la mujer.
Ahora la vidente tomó la mano izquierda de María, y dijo:
- Veo un terrible evento que a mitad de siglo asolará esta tierra como un vendaval, yo ya no estaré aquí, pero distingo a mujeres llorando, por sus padres e hijos y a viudas por sus maridos, tú estás entre ellas.
- ¡Vámonos María! dijo Victorino, no hagas caso a esta vieja charlatana.
- Lo siento, pero es lo que yo veo, añadió la vidente.
Y abanicándose con un viejo paipay filipino vio cómo se marchaba la joven pareja sin despedirse y una leve sonrisa se dibujó en su decrépito rostro.
Al día siguiente, el joven matrimonio hizo las maletas, y regresaron a Don Benito, coincidió su llegada a la ciudad con la liberación de Carlos Suárez y del joven Saturio Guzmán, que en un principio fueron procesados como sospechosos del ya famoso crimen, del que ya se había hecho eco todo el país.
El padre de María le puso al corriente de las últimas noticias al respecto, que un artesano llamado Alonso Camacho, desde la esquina de la Calle Valdivia, había sido testigo de cómo en aquella fatídica noche, y ayudados por el sereno, Carlos García de Paredes y Martín de Castejón entraron en la casa y son los presuntos asesinos.
No tuvo buen fin este artesano, dicen que bebía más de la cuenta y poco se supo de su vida pues emigró a América para ya nunca volver a Don Benito. Falleció poco tiempo después y también violentamente, en Argentina, a la salida de un bar de Buenos Aires y tras recibir veinte puñaladas, una menos que la joven costurera.
Pasaron los meses, todo el pueblo festejó el veredicto, los acusados fueron declarados culpables.
Pedro Cidoncha Ramírez, el sereno, fue sentenciado a dos penas de 20 años de reclusión por cada muerte, más 6 años por tentativa de violación como coautor de los delitos. Falleció de pulmonía en noviembre de 1921 mientras cumplía condena en el penal de San Miguel de los Reyes (Valencia) según sus familiares allí sufrió grandes calamidades, frío, hambre y pena.
Paredes y Castejón fueron ejecutados en el patíbulo que se levantó en el patio de la cárcel, el 5 de abril de 1905.
Poco a poco la ciudad fue recuperando la normalidad, pero María no dejaba de pensar en aquella vieja vidente, el recuerdo de la predicción que le hizo no dejaba de atormentarla.
Una de aquellas mañanas de jaqueca, tras una noche de terribles pesadillas, decidió ponerse en contacto con el balneario para ver si le podían facilitar algún dato sobre aquella mujer, quería saber más acerca de su presunto fatal destino.
Al cabo de unas semanas, recibió una amable carta del director del balneario en la que le daba cuenta sobre aquella excéntrica mujer, en la carta también se apuntaba una dirección.




María no quería que su marido supiera de sus intenciones y con la excusa de visitar a unos parientes, tomó camino de la dirección facilitada, no le fue fácil de encontrar, se localizaba en una finca a la que se accedía siguiendo el antiguo Camino Real, una de las principales vías de transporte que existían en Extremadura durante el siglo XIX.
En el porche de una desvencijada casa y rodeada de gatos, se encontraba aquella extraña mujer.
- Por fin has venido. Te estaba esperando, sabía que vendrías.
La mujer confesó ser la reencarnación de una sacerdotisa de Apolo y poseer el don de la clarividencia y que la muerte la estaba ya acechando; tenía una cita ineludible con Caronte, el barquero que lleva las almas de los muertos al Hades, donde sería juzgada para decidir su lugar de descanso.
- Dame tus manos, niña - le dijo.
- Ya no veo rostros ensangrentados a tu lado, se hizo por fin justicia. Una gran noticia recibirás por primavera, el ansiado hijo ya habita en tu vientre, será una niña.
Por fin recibía una buena noticia, que por un momento la hizo olvidar el motivo de su visita.
- En cuanto a tu visita, te diré María, que hay personas que creen que el destino es como un río que fluye en una sola dirección. Pero yo le he visto la cara al tiempo y es como un océano en la tormenta.
- Pasado este tiempo de injusticias y reivindicaciones, una terrible guerra asolará esta región, nada permanecerá en pie, ni tan siquiera esta casa, ni sus cimientos, y mi vida tan solo habrá sido un vago recuerdo para aquellos que me conocieron.
Pero no hay que perder la esperanza, esperemos que el destino cambie de dirección, pues como te digo, a veces, es caprichoso.
- Toma, conserva este amuleto que te entrego, es muy antiguo, siempre lo he llevado conmigo, es el Ojo de Horus. Tiene propiedades mágicas, es un símbolo que aporta plenitud. Entre sus propiedades destacan la protección y la curación, no te separes de él nunca.
El conflicto al que se refería la vidente era la Guerra Civil que tendría lugar entre los años 1936 y 1939 en España y el terrible evento en la familia de María, será la muerte de su padre durante la contienda.
- Victorino lleva conmigo desde que tengo uso de razón, no sé qué sería de mi vida sin él a mi lado, conservaré esto que me das como mi bien más preciado, y lo llevaré hasta el día que me muera cerca de mi corazón.
Nunca más volvió a saber acerca de aquella extraña mujer, ni tan siquiera conoció su nombre.




Vino al mundo, como le habían profetizado, su primogénita, un 20 de marzo; era una niña fuerte y sana a la que pusieron por nombre Inés, en recuerdo de su desdichada amiga.
Su infancia transcurrió feliz al lado de sus padres.
- Hija mía, eres el mejor regalo que he recibido. El sol de mis días y la alegría en mi alma.
Pasaron los años y la niña, ya una mujer de insuperable belleza, por la que suspiraban todos los mozos de la ciudad también quiso casarse, parte de su ajuar fue herencia de su madre, aquel que con tanta maestría había bordado la desdichada Inés María.
Pero esa boda nunca se celebraría, pues los peores presagios de la vieja vidente se cumplieron. Don Benito y el resto de España se vieron envueltos en un terrible conflicto, que es la peor de todas las guerras, la guerra civil.
El prometido de Inés ingresó en la milicia y desgraciadamente fue uno de los primeros en caer.
También el padre de María fue subido a un camión una de aquellas mañanas tras estar varios días preso en la cárcel del ayuntamiento y nunca más lo volvieron a ver.
Al igual que el resto de la población, la familia sobrevivía como podía, pues a la guerra había que sumarle una profunda crisis, Victorino ya no podía trabajar, y el único sustento de la familia procedía de la herencia de María. En numerosas ocasiones tuvieron que buscar cobijo en el refugio de la iglesia de San Juan, que era el más cercano a su casa, pues los bombardeos eran terribles.
María, durante aquellos bombardeos, se aferraba fuertemente al amuleto que le había proporcionado la vieja vidente, el Ojo de Horus, también besaba las estampas de su Virgen de la Cruces, a la que tantas veces encomendó la protección de su familia.
La inactividad y la falta de recursos le acarrearon a Victorino una fuerte depresión que le llevó a refugiarse en la bebida, el dinero se acabó y las pocas alhajas de María se fueron mal vendiendo.
Un antiguo amigo de la familia fue amasando una gran fortuna a costa de la desgracia de sus vecinos, aunque no fue el único usurero en ver aumentado su patrimonio durante el conflicto. A la familia ya solo le quedaba aquella extraña joya, regalo de la vidente.
El antaño amigo, se percató del gran valor de la joya egipcia y les hizo una oferta que no pudieron rechazar y apremiados por la necesidad, le entregaron la pieza.
A partir de esa fecha, día de Todos los Santos, que ya sería maldita para siempre en el calendario de María, las desgracias se cebaron en la familia; aquella hija de primorosa belleza fue alcanzada por un terrible asesino, una de las infecciones más mortales de la historia, conocida como "la capitana de la muerte", la tuberculosis.



La guadaña segó la vida de la joven, hija única y bien más preciado de la familia y en uno de aquellos bombardeos su casa fue totalmente arrasada, afortunadamente salvaron milagrosamente la vida.

En la mente de María resonaba el eco de las palabras de la vidente "conserva este amuleto y no te separes de él nunca" se sentía culpable de todo cuanto les pasaba y por haber despreciado el consejo.

Pero no sería el último infortunio que sufriría, pues Victorino llevado por el alcohol que alimentaba su depresión decidió arrojarse a las vías al paso del tren para terminar de esta manera horrible con su vida.

Sin marido, sin hija y carente de recursos que sería de su vida, se preguntaba.

Tenía ya casi 60 años y las cicatrices del tiempo habían borrado todo rastro de belleza de su rostro, se vislumbraba un futuro sombrío.

Era tiempo de posguerra, tiempo de hambre y la que antaño se codeó con lo más granado de la sociedad extremeña de principios de siglo, ahora se encontraba en casa de una vecina y casi mendigando un trozo de pan que llevarse a la boca. Trabajó duro fregando suelos y cuantas tareas domésticas fue capaz de realizar.

Siempre enlutada era conocida como “La Tía Mandiles” pues siempre llevaba esta prenda destinada a proteger la ropa desde lo alto del pecho hasta por bajo de las rodillas.

Acabó postrada en la cama, la mala circulación le había ocasionado gangrena en ambas piernas y tuvieron que amputárselas. La caridad de su vecina Luisa fue la única ayuda que recibió, pero esta pobre mujer también estaba ya muy mayor. María presentía aquel otoño que al igual que las hojas de los árboles que veía desde su cama, por fin su vida se desprendería de este mundo. 

Ni luisa ni María eran ya capaces de salir por sí mismas a la calle. Se instalaron en la parte alta de la casa. La comida se la ponían en una cesta y Luisa con una cuerda la subía a través de la pequeña ventana del "doblao", pues la planta baja la tenían alquilada a varias familias de comerciantes, renta que les proporcionaba lo suficiente para no pasar hambre.

María tenía todos los síntomas de cuando se aproxima la muerte, comenzaba a dormir más, ya no distinguía la noche del día. Perdió el control de sus necesidades fisiológicas y empezó a tener experiencias de visiones, afirmaba que una noche la visitó su amiga Inés María para reconfortarla; y que otra noche vio a su marido e hija a los pies de su cama. En un momento de lucidez pidió a Luisa que buscara en el pequeño baúl donde guardaba sus recuerdos una foto de su marido e hija para tenerla junto a su pecho, al buscar la foto, Luisa, encontró en el fondo del baúl una pequeña bolsa.

- ¿Qué es esto? preguntó a María.

- A ver, tráelo, no veo desde aquí.

Con sumo cuidado abrió la bolsita y dentro estaba... el Ojo de Horus.

Los cambios en el patrón de respiración de María en ese momento se hicieron evidentes. El supuesto amuleto, sin saberlo, siempre estuvo a su lado, el viejo amigo les dio el dinero, pero agradecido por los favores prestados, nunca se lo llevó.

Aquella misma noche, en su delirio la visitó una criatura demoníaca que reclamaba el resto de su alma, y horrorizada ante la visión María, expiró su último aliento, mientras la criatura que la reclamaba reía a carcajadas, era el espectro de la vieja vidente.

 “La superstición trae mala suerte”. Umberto Eco.






lunes, 16 de octubre de 2023

DON BENITO. LA HISTORIA OCULTA


Bajo múltiples capas de pintura se encuentra esta antigua chapa de publicidad de seguros La Estrella, a la altura del número 3 de la calle Aguadores.


PLACA CALLE AGUADORES


La Estrella inició su actividad comercial en Cartagena en 1901 y su objetivo era operar en seguros de minería y seguros de incendios, en 1992 La Estrella se incorpora a Grupo Generali.



PLACA CALLE MESONES

Antigua chapa de la compañía de seguros,  fundada en el año 1900, “Aurora”, ya desaparecida como tal. La chapa apenas es visible por las muchas capas de pintura que tiene encima, pero continua ahí, impasible, viendo pasar el tiempo, se encuentra en la calle Mesones.




En todas las ciudades hay rótulos que por misteriosas causas,  se resisten a morir, y otros en cambio, desaparecen sin más de la noche a la mañana, como si el negocio al que representaban y las personas que lo regentaban, no hubieran existido nunca. Los que han permanecido en el tiempo nos llenan de nostalgia y hacen que se despierten nuestros recuerdos.

Algunos son verdaderas obras de arte y han pasado a formar parte de nuestro paisaje, como el famoso del toro de Osborne o el no menos conocido cartel de Nitrato de Chile.

En la fachada del Mercado de Abastos de Don Benito, hay otra que también suele pasar desapercibida ya que lleva casi 100 años recibiendo capas de pintura. Se trata de una placa metálica de la Compañía Española de Seguros Barcelona, Marítimo-Terrestre-Incendios, se colocaba en los edificios que esta compañía aseguraba allá por los años 30 del siglo pasado.



PLACA FACHADA MERCADO DE ABASTOS DE DON BENITO
 
 


En esta fotografía de mediados del siglo XX, se aprecia la placa que hoy está bajo capas de pintura.

 Estas chapas las fabricaba la empresa G. de Andreis, nombre abreviado de Gottardo de Andreis Metalgraf Española, una empresa dedicada a la fabricación y a la litografía de envases metálicos. Fundada por empresario italiano Gottardo de Andreis y establecida en Badalona (Barcelona) desde inicios del siglo  XX hasta a su cierre en 1980.





domingo, 15 de octubre de 2023

DON BENITO. TAPAS DE ALCANTARILLA

 
 
Seguro que te ha tocado sufrir, en más de una ocasión, el molesto ruido de las tapas de alcantarilla como consecuencia del paso de los vehículos sobre ellas, sobre todo en verano que tenemos las ventanas abiertas.
 
Estas tapas de hierro fundido permiten que el sistema de alcantarillado funcione correctamente.
Algunas de las que vemos en las fotografías llevan casi 90 años aguantando el peso de toda clase de vehículos, su tamaño y resistencia deben ser los correctos para soportarlo, pesan entre 80/100 kilos y su diámetro es de unos 60 centímetros.
 
Su forma redonda no es por casualidad, de esta manera es imposible que caigan a través del agujero que da acceso al sistema de alcantarillado.
 
La red de saneamiento es fundamental para la salud de nuestra ciudad. Canaliza las aguas residuales y evita las inundaciones producidas por el agua de lluvia.
 
 

 
En la segunda mitad del siglo XX todavía contaba nuestra ciudad con numerosas vías empedradas y el agua corría por el centro de estas calles, como podemos observar en las fotografías de D.S. Cordero.
 
En las casas se defecaba y se arrojaban todo tipo de desperdicios en el hoyo del estiércol, algunos contaban con un retrete consistente en una plataforma de madera con un agujero en el centro. El papel higiénico eran hojas de periódicos o revistas, hasta que llegó aquel rollo de papel áspero con el dibujo de un elefante rojo.
 

 
 
El hoyo se encontraba al final de la casa, junto a la cuadra, y una vez al año se sacaba el estiércol mezclado con los excrementos del ganado para ser aprovechado como abono ecológico en los cultivos.
El primer acuerdo municipal para solucionar el problema del abastecimiento de agua y la red de alcantarillado en nuestra ciudad data del año 1920 y las obras se iniciaron 14 años después, en 1934.
 
 

 
Recomiendo el libro del año 2020 “Don Benito: la traída del agua corriente y la instalación del alcantarillado” de Andrés Retamal Ojeda. Nos informa sobre los trámites de los diferentes consistorios para solucionar el problema del alcantarillado, los ingenieros del proyecto o anécdotas, como la comida para 50 comensales con motivo del comienzo de las obras.
 
 

 
Si estás interesado en adquirir este libro, puedes solicitarlo por medio de nuestro correo electrónico: 
 

asociaciontorreisunza@gmail.com

 
La red de saneamiento reduce el riesgo de enfermedades que se trasmiten por el agua, como el cólera. Recordemos que, durante el siglo XIX, y debido a la falta de una red de saneamiento adecuado, varias epidemias de cólera asolaron Don Benito.

DON BENITO. LOS TIMBRES


 
Vemos en las fotografías una colección de timbres de nuestra ciudad, sustituyeron estos elementos a las campanillas y las aldabas. He leído que el primer timbre zumbador lo creó un americano llamado Joshep Henry allá por el año 1830.
 
 
 
Recuerdo que la instalación del primer timbre eléctrico en mi casa, a finales de los años 70, fue todo un acontecimiento, estábamos deseando que llegara alguien y lo pulsara. 
 
El receptor del timbre se colocó en el comedor, era una pequeña cajita de plástico cuyo sonido era agradable, aunque un poco retumbante. 
 
La vieja puerta de madera de la calle, con postigo, se sustituyó por una de aluminio con cristal opaco texturizado, hasta ese momento había que llamar con los nudillos, aunque el postigo siempre estaba entreabierto y solo había que accionar la aldabilla para entrar. 
 
Con el paso del tiempo incluso llegué a identificar a la persona por su manera de tocar el timbre, también podía saber la marca del coche que pasaba por la calle por el ruido del motor, había pocos modelos, hoy es difícil por la cantidad de modelos existentes y más si es un coche eléctrico.
 
 

 
 
También se cambiaron en mi casa las llaves de palomilla, que eran de porcelana/madera y los interruptores de perita que colgaban del cabecero de la cama. Más de una vez me tocó "cambiar los plomos" cuando venía una sobrecarga de potencia.
 
 

 
 
Pocos años después se reemplazó la vieja instalación eléctrica de mi casa, y la corriente pasó de 125 v. a 220 v. Dijimos adiós a aquellos elevadores de corriente para el televisor y la vieja tele Inter en blanco y negro fue sustituida por una en color marca Grundig. 
 
 

 
 
Mi padre pasó de afeitarse con la filomatic a hacerlo con maquinilla eléctrica y mi madre a hacer el gazpacho con la batidora minipimer.
 
La voz de estos timbres hace años que se apagó, ya nadie espera al otro lado, las casas se venden, a la espera de tiempos mejores.

DON BENITO. LAS PUERTAS DEL AGUA


Los huecos de los desagües siempre llamaron mi atención.

Imaginaba que estas puertas, siempre abiertas, conducían a mundos extraordinarios como los creados por Tolkien, similares a La Puerta de Durin, la entrada principal al reino enano de Moria. 
 
La puerta parlante que Alicia debe cruzar para entrar en el País de las Maravillas. 
También podían ser puertas secretas a casas del famoso ratoncito Pérez, cuya residencia principal se encuentra en el centro de Madrid, junto a la Puerta del Sol.
 
 

 
 
Son elementos que, en la mayoría de los casos, no cuentan con ningún tipo de ornamento que haga justicia al noble fin para el que están destinados, dar salida al agua de lluvia que recoge la cubierta de la vivienda.
 
La mayoría de los bajantes de nuestra ciudad, están empotrados en la fachada, supongo que por estar sujetos a ordenanzas municipales.
 
 

 
 
Otros canalones vierten directamente desde arriba y tienen formas caprichosas, como dragones.
Recuerdo que, en la salida de los bajantes del interior de las casas, antiguamente se colocaba una tinaja para recoger el agua de lluvia, “agua llovida para los garbanzos” decía mi abuela Juana.
 
En la actualidad no creo que sea muy recomendable esta práctica, debido a la contaminación. Para su desinfección, hay que hervir el agua de lluvia por un mínimo 5 a 10 minutos.
 
 

 
 
En algunas zonas de España a los bajantes colocados en el exterior de las fachadas, suelen incorporarles símbolos para ahuyentar el mal, las llamadas “Caras del Agua”. 
 
En Don Benito no encontré ninguna de estas “caras” pero si en la vecina Villanueva de la Serena, en la fachada de una casa situada en la calle La Haba un bajante decorado con rostros de angelotes o cupidos, son de hierro fundido, este tipo de relieves estuvieron de moda entre los años 1880 y 1930.
 
La finalidad de estas “caras de agua” era principalmente estética y apoyada en creencias populares, también servían para ahuyentar al demonio y otros espíritus del mal. 
 
Por lo tanto, eran guardianes y protectores de aquellos lugares donde estaban dispuestas, lástima que estén tan mal conservadas, su función estética ya la perdieron hace tiempo, pero… ¿Quién sabe si aun conservarán su función de protección?
 
En la antigüedad, en el mundo Romano, ya se documentan estas caras como amuletos protectores en las casas.

DON BENITO. LOS TOPES


 
Una de las imágenes, cada vez menos frecuentes, que podemos ver en nuestra ciudad es la de los topes de las puertas de acceso a las viviendas.
 
Cuando no había que reforzar tanto la seguridad de nuestros hogares, la puerta de la calle y la del patio o corral solían estar abiertas para ventilación y para que entrara “el fresco” por el caño de casa.
 
Para que la puerta no se cerrara y no diera portazos, se colocaba este rustico accesorio y por seguridad, también tenían echada la cadena; también servía para que el cartero tirara el correo.
 
 

 
Solía ser una especie de pelota compuesta de materiales ligeros, forrada con un calcetín viejo. También podía ser una piedra, como fue el caso de la casa de mis padres, que el tope lo hacía un viejo bolaño de artillería y que afortunadamente aún conservo.
 
 
 
Otros elementos, cada vez menos frecuentes, son los clavos ornamentales, utilizados para dar un toque distinguido a la puerta y el zócalo metálico que se coloca en los bajos, pues aparte de su función ornamental sirve para proteger la madera de las salpicaduras del agua de lluvia.
 
NOTA: Si tienes en tu casa alguno de estos topes, manda una foto.