“Yo soy Carlota Amelia, Regente de Anáhuac, Reina de Nicaragua, Baronesa del Mato Grosso, Princesa de Chichén Itza. Yo soy Carlota Amelia de Bélgica, Emperatriz de México y de América: Tengo ochenta y seis años de edad y sesenta de beber, loca de sed, en las fuentes de Roma”.
19 de junio de 1867, juzgado por una ley que persigue a los
enemigos de la República es fusilado Maximiliano I, segundo Emperador de México
y único monarca del denominado Segundo Imperio Mexicano (del 10 de abril de
1864 al 15 de mayo de 1867) antes de morir entregó una moneda de oro a los
siete soldados del pelotón y les dijo:
Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena nació en
Viena (Austria) el 6 de julio de 1832, le encantaban las artes, la botánica, la
catalogación de plantas y flores así como la captura de mariposas. En 1857 se
casó con la princesa Carlota, hija del rey de Bélgica Leopoldo I. Congeniaron
perfectamente desde un primer instante pues compartían sus ideas, muy liberales
para su tiempo, fue nombrado virrey de Lombardía-Venecia. Posteriormente
recibió la oferta del trono de México de manos de las tropas francesas de
Napoleón III que habían tomado recientemente la Ciudad de México y permitiendo
con ello el regreso de un gobierno conservador. Una delegación de conservadores
mexicanos llegó para ofrecer el trono al joven Habsburgo, un descendiente del
emperador Carlos V. Su hermano el emperador Francisco José hizo todo lo que
pudo para impedir que aceptara el cargo, pero su esposa lo instaba a hacerlo.
El archiduque vaciló durante un tiempo, pero al final convencido por su esposa
aceptó y embarcó para México. Aprendió español y adoptó todas las costumbres
mexicanas, al lado de su esposa y con el apoyo de los franceses, pensaba que
sería el salvador de México y abriría una nueva era de monarquía ilustrada en
el Nuevo Mundo.
Sus sueños para
México eran ilimitados: Traer la unidad a la división, el orden al caos, el
avance al estancamiento y la prosperidad a la penuria. Establecería relaciones
pacíficas con los Estados Unidos y el Imperio de Brasil. Su Imperio se
expandiría hacia Centroamérica y construiría una poderosa marina que gobernaría
el Golfo de México. Mientras Estados Unidos dominaba Norteamérica y el Imperio
Brasileño dominaba Sudamérica, su Imperio Mexicano equilibraría los dos
dominando el centro. Haría de Ciudad de México la ciudad más magnífica del
mundo. Pero la realidad sería muy distinta, los liberales se opusieron a él
desde un principio y posteriormente lo harían los conservadores al no acceder
Maximiliano a todas sus demandas, pues era más liberal de lo que ellos
esperaban. Uno de sus primeras decisiones como emperador, fue el restringir las
horas de trabajo y abolir el trabajo de los menores. Estados Unidos nunca
reconoció a su gobierno e ignoró todos sus esfuerzos para establecer relaciones
amistosas, tan pronto la guerra terminó con la victoria de la Unión, los
Estados Unidos ejercieron una gran presión para que los franceses salieran de
México y comenzaran a enviar enormes cantidades de dinero, suministros, armas e
incluso voluntarios a los republicanos, los enemigos de Maximiliano, pues no
les interesaba una monarquía tan cerca de sus fronteras.
Después de 1865, esta presión junto con los problemas
financieros hizo a Napoleón III retirar el ejército francés de suelo mexicano.
Napoleón le aconsejó a Maximiliano que se fuera con las fuerzas francesas para
su propia seguridad. Maximiliano, sin embargo, se negó, era un Habsburgo y un
hombre de honor. Él había jurado a Dios en su coronación y se negó a abandonar
a su país y su pueblo. Envió a su esposa a Europa en un esfuerzo por reunir
apoyo y luego marchó al norte con su pequeño ejército de leales, entre marzo y
mayo de 1867 fueron asediados en Querétaro por una gran fuerza republicana. El
Emperador mostró su valor muchas veces exponiéndose al peligro y a menudo
durmiendo envuelto en una manta junto a los soldados de primera línea.
Finalmente, fue traicionado por el coronel Miguel López quien permitió que una
columna republicana entrara en la ciudad, aunque esta teoría se ha puesto
recientemente en duda. Maximiliano tuvo la oportunidad de escapar pero no
abandonó su puesto y tras un breve juicio militar, fue condenado a muerte con
sus generales Tomas Mejía y Miguel Miramon y ejecutado por el pelotón de
fusilamiento el 19 de junio de 1867 en el cerro de las campanas.
Maximiliano, sólo tenía 34 años, murió gritando "Viva
México!", mientras sus generales murieron gritando "Viva el
Emperador! " Todo el mundo lloró su muerte.
El gobierno mexicano se negó a
devolver el cuerpo del emperador, no lo haría hasta un año después, la fragata
Novara trajo de vuelta sus restos a Viena para ser enterrados en la cripta de
los Habsburgo, la misma fragata que le llevó a México. El país que soñó nunca
llegaría a existir e inmediatamente después de su caída volvió al caos en un
ciclo de tiranos presidenciales, golpes militares, guerras civiles y
revoluciones.
Eugenia de Montijo |
Carlota, su mujer, fue a pedir ayuda a Eugenia de Montijo
esposa de Napoleón III, y posteriormente al emperador francés que se negó, esto
le provocó trastornos mentales. Cuando acudió a Roma, a pedir ayuda al Papa,
bebía agua de las fuentes públicas de la ciudad, dando síntomas de una gran
inestabilidad emocional, motivo por el cual durmió en la Santa Sede, siendo
hasta ahora, la única mujer que lo ha hecho.
Posteriormente fue declarada loca
y confinada, creía que su amado esposo Maximiliano seguía esperando su ayuda,
murió en 1927, 60 años después del fusilamiento del emperador, aún lo buscaba.
Conocía la historia de Maximiliano pero no la de su mujer, la verdad...La Historia es una fuente de conocimientos interminable. Un abrazo.
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