CRISTO DE MEDINACELI
Esta talla es obra del imaginero Jesús Méndez Lastrucci,
bisnieto nada más y nada menos que de Antonio Castillo Lastrucci, autor de
nuestro Cristo de la Buena Muerte.
Martes Santo. Procesión del Cristo de Medinaceli
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CRISTO DE LA BUENA MUERTE
Esta imagen se encuentra bajo un arco de piedra
perteneciente a la portada de la desaparecida Capilla de la Soledad en la
Parroquia de Santiago de Don Benito. Fue donada por la Condesa de los Campos de
Orellana Doña Luisa Torre Galeano. Es una obra del escultor sevillano, Don
Antonio Castillo Lastruchi. Fue tallada en 1939 y está considerada como una
obra de arte. Fue restaurado en el año 1994 por Juan Abascal, profesor de
Bellas Artes de Sevilla.
LOS TRINITARIOS
Y LA LEYENDA DEL
CRISTO DE MEDINACELI
Escapulario bordado con una cruz en color azul y rojo, pues
a Cristo se le representaba con una túnica roja y una capa azul.
Es la Cruz de la Orden Trinitaria u Orden de la Santísima
Trinidad y de los Cautivos. Fue fundada esta Orden en 1193 por el francés Juan
de Mata y aprobada por Inocencio III el 17 de diciembre de 1198 con la bula
Operante divine dispositionis; a la que se unió la praxis de Félix de Valois
(cofundador de la Orden). Es también la primera Orden religiosa no monástica y
una de las principales órdenes religiosas que se extendieron por España y Europa
durante la Baja Edad Media.
Existe una bonita leyenda, que supongo conoceréis sobre el
Cristo de Medinaceli. Cuenta que la talla fue llevada por los Capuchinos para
culto de los soldados españoles a la colonia de Mámora, renombrada por los
españoles como San Miguel de Ultramar, en el norte de África (hoy Marruecos).
El día 30 de abril de 1681, esta ciudad cayó en manos del
sultán alauí Ismaíl, la imagen fue también capturada y llevada a Mequínez,
ciudad situada al pie de las montañas del Atlas Medio y una de las cuatro
ciudades imperiales de Marruecos. La imagen fue arrastrada por sus calles en
señal de odio contra la religión cristiana y aseguran que incluso, como si se
tratara de carne humana, fue arrojada a las fieras.
El Padre de la Orden
Trinitaria, Fray Pedro de los Ángeles se encontraba en esos momentos en la
ciudad y fue testigo de los hechos, arriesgando su vida, solicitó el rescate de
la imagen. Ismaíl permitió al padre Trinitario custodiar la imagen, hasta que
reuniera el dinero para su rescate, amenazándole que, de no hacerlo así, los
quemaría juntos en la hoguera.
El Padre General de la Orden mandó mediadores y estos lograron convencer al Sultán de que tasara el rescate de la imagen pagando su peso en oro. La leyenda asegura que la balanza se equilibró justamente cuándo se acumularon treinta monedas, el mismo número de monedas por el que Judas traicionó a Jesús de Nazaret.
Gracias por acercarnos el espíritu de la Semana Santa a nuestras casas, Dovane!
ResponderEliminarEmocionante su paso por la calle doña Consuelo Torres porque la luz que había arriba parecía el halo o nimbo de Cristo.
Y genial el reportaje en la capilla de las Carmelitas dónde hemos podido ver también al Cristo que salía en la película de Marcelino pan y vino.
I.R.M.
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Muchas gracias a tí Isabel por tus comentarios, siempre, tan acertados.
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