Una saeta de fuego disparada por el ángel de la muerte, hirió aquella fatídica noche de junio lo más profundo del corazón de los dombenitenses, dejando una gran cicatriz visible aún en nuestros días, pues algunas heridas en la memoria de los pueblos son tan profundas, que ni el tiempo puede curar.
Aquella noche del 18 al 19 del mes de Junio de 1902, según el relato del fiscal, como a la una aproximadamente de la misma, un hombre, que desde hacía tiempo venía persiguiendo y requiriendo los ilícitos amores, aunque sin resultado, de una joven, y su compinche que sentía por la misma iguales deseos, los cuales ya se habían comunicado en varias conferencias que habían tenido, así como el propósito de realizarlos violentamente, decidieron, buscando de propósito esta noche y hora, llevarlos definitivamente a cabo, acordaron emplear en su ejecución cuantos medios estuvieran a su alcance, por muy extremos y violentos que éstos fueran, si hubiera resistencia, llegando hasta el de la muerte.
Se llamaban Carlos García de Paredes y Ramón Martín de Castejón, el cacique y su compinche fueron condenados a muerte dos veces, una por cada asesinato, los de Doña Catalina Barragán y Cancho de 52 años y de su hija Doña Inés María Calderón Barragán de 18.
Hubo un tercer condenado, a cuarenta años de presidio.
EL SERENO
Pedro Cidoncha Ramírez, nació en Don Benito el día 7 de diciembre de 1858, hijo de Manuel Cidoncha y Juana Ramírez. Casó con Antonia Morcillo Lozano y tenían el domicilio conyugal en la calle Oriente, fruto de este matrimonio nacerían 7 hijos, el más pequeño de ellos, Antonio Cidoncha Morcillo en Don Benito el día 8 de diciembre de 1901, siete meses antes del crimen.
Aunque por aquella época el índice de analfabetismo en nuestra ciudad era muy alto, Pedro sabía leer y escribir y su aspecto infundía respeto.
Gracias al trabajo de sereno pudo formar una familia en aquellos difíciles tiempos, aunque el servicio de la noche le trajo más de una complicación pues debía tratar con borrachos y gentes de mal vivir.
Aquella fatídica noche de junio no debía ser diferente a tantas otras, pero lo fue y tanto que lo fue.
Pedro en su declaración dijo que García de Paredes y Martín de Castejón le suplicaron que llamase a la casa, asegurándole el segundo que era cosa convenida con las mujeres que la habitaban; que él , entonces, les dijo que llamasen ellos, pero sin armar escándalo; que al dirigirse por la calle de Valdivia a la de Padre Cortés, volvían de ésta Paredes y Castejón, quienes le dijeron que a ellos no les querían abrir, insistiendo en que llamase él; que así lo hizo y que, al abrir la puerta Catalina, le pidió agua, que aquella le trajo en un bernagal (copa de loza); que estando bebiendo se acercó Castejón y pidió agua también, dudando un poco Catalina antes de ir por ella; que entonces entraron Carlos y su compañero, cerrándose la puerta, y por último, que no oyendo ruido alguno, creyó que era “asunto de mujeres” y se fue a recorrer las calles.
Fue sentenciado a dos penas de 20 años de reclusión por cada muerte, más 6 años por tentativa de violación como coautor de los delitos, su abogado pidió 17 años como cómplice de homicidio por la muerte de Catalina y 6 años por la muerte de Inés María.
PRISIÓN DE SAN MIGUEL DE LOS REYES (Valencia) |
Paredes y Castejón fueron ejecutados en el patíbulo que se levantó en el patio de la cárcel, el 5 de abril de 1905, éste último entre horribles sufrimientos a causa de la poca pericia del verdugo con el garrote.
REPRESENTACION DE LA EJECUCIÓN |
Sus cuerpos fueron trasladados al cementerio de Don Benito,
donde recibieron sepultura. Paredes en un nicho situado en la zona de Santa
Elena, 1ª, nº 24 y Castejón en la manzana de San Pedro.
CEMENTERIO MUNICIPAL DE DON BENITO |
Pedro Cidoncha falleció de pulmonía en noviembre de 1921 mientras cumplía condena en el penal de San Miguel de los Reyes (Valencia) según sus familiares allí sufrió grandes calamidades, frío, hambre y pena.
RECORTE DE PRENSA AÑO 1921 |
COLABORACIÓN ESPECIAL
Para completar esta entrada del blog, contamos con la inestimable colaboración del escritor e investigador dombenitense Daniel Cortés González, autor entre otros, del libro: “EL CRIMEN DE DON BENITO” editado por la Asociación Torre Isunza.
Se cumplen 119 años de unos de los sucesos más conocidos de la crónica negra española, el “Crimen de Don Benito”. Un crimen cuyo proceso, que no fue del todo justo, supuso un cambio evolutivo de la sociedad de Don Benito, donde se produjo la liberación del caciquismo a nivel local.
Nadie se podía imaginar que la mañana del 19 de junio de 1902, que la lechera fuera a encontrar el cadáver de doña Catalina Barragán sobre un charco de sangre en el zaguán de su casa y el de la joven Inés María en la habitación con un total de 21 puñaladas.
Todo lo que le rodeó fue anormal, pero era la época del caciquismo y el pueblo estaba cansado de aguantar tanto. García de Paredes, que gozaba de la protección del senador Enrique Donoso-Cortés, era uno de los que molestaban y lo señalaron. Los ciudadanos de Don Benito, sin distinción de edad, sexo o clase social, se unió contra el abuso de poder de Carlos García de Paredes.
Los dombenitenses, en grupos, se turnaban haciendo guardia en la Casa-Juzgado de la calle Villanueva, donde hoy día se encuentra construida la Casa de Cultura, para impedir que los apresados fueran trasladados fuera de la población. Todo ello, junto a otros hechos acaecidos, hizo que, de forma extraordinaria y nunca vista, la Audiencia Provincial se trasladara a Don Benito en vez de ser trasladados los presos a ella.
El proceso judicial, al que asistió prensa de todos los niveles, incluso hasta corresponsales internacionales, tuvo un total de 11 sesiones, durando la último un total de 34 horas de seguida, sin interrupción. Se presentaron hasta 211 testigos y, el principal, un joven de 18 años, se llamaba Tomás Alonso Camacho.
Los horrores que tuvieron que padecer Inés María y su madre, protagonistas de esta triste historia, están de total actualidad en nuestros días: se trata de una violencia de género a principios del siglo XX donde, unos seres miserables y machistas, consideran a la mujer como un mero objeto que tiene que estar siempre dispuesta a las apetencias sexuales del hombre. Y si ella no accede, la violencia más encarnizada se encargará de entrarla en razón o llevársela al cementerio. Esa es la idea que corría por las venas mugrientas de alcohol de un cacique y sus compañeros.
Se ejerció en Don Benito la acción popular para el descubrimiento y castigo de los infames y sanguinarios malhechores; es decir, el pueblo se legitimó para instar la actuación de la administración de justicia en defensa de intereses de las difuntas.
El Don Benito de principios del siglo XX nada tiene que ver con el actual, aunque sus calles y rincones aún esconden secretos y anécdotas del famoso crimen, que perdura en la memoria de nuestros mayores.
FUENTES Y AGRADECIMIENTOS:
- EL PAIS, miércoles 2 de diciembre de 1903.
- El crimen de Don Benito, de Daniel Cortés González.
- “EL CORREO DE LA MAÑANA” diario independiente en su edición de Badajoz, Año VIII – Núm. 2454, de fecha sábado 19 de noviembre de 1921
- Familiares de Pedro Cidoncha y en especial a José Manuel Cecilio.
Mi abuelo me contó que a él le contaron que después de muerto pasaba la gente y lo pinchaban con horcas de labranza para asegurar que estuvieran muertos.Y que vigilaban porque se lo querían llevar a Badajoz para librarlos de la pena por sus influencias!
ResponderEliminarMi abuela me contó que siendo ella una niña, fue de la mano de su madre, mi bisabuela, y con cualquier objeto punzante (tenedor, cuchillo....) iban pinchando los dos cuerpos expuestos.
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