martes, 21 de abril de 2020

VISITANTES DE ESCRITORIO: Hoy: Antonio Santos Liviano



  El amigo que hoy nos visita es seguramente el más joven de los que han pasado por la sección, y uno de los más comprometidos con la recuperación de nuestro rico patrimonio.

 Prueba de ello es este artículo que nos trae, un trabajo que sin lugar a dudas movió conciencias en su momento. Una llamanda de atención al abandono que sufría el yacimiento arqueológico de la villa romana “La Majona”, a mi por supuesto me impactó y me inspiró a realizar este video.





Antonio Santos Liviano, nació en Don Benito el 7 de abril de 1981. Por el trabajo de su padre vivió parte de su infancia fuera de Don Benito, desde 1981 hasta 1993, en Camporrells (Huesca), en Anchuras (Ciudad Real) y ya en la provincia de Badajoz, en Puebla de Alcocer, La Coronada y desde 1993 en Don Benito. Terminó primaria en el C.P. Nuestra Señora de del Pilar, en Don Benito, y Secundaria y Bachillerato en el IES Cuatro Caminos. Es licenciado en Historia por la Universidad de Extremadura, promoción 1999/2004.





     Relacionado con la historia y el patrimonio trabajó como peón y posteriormente como auxiliar en las obras de excavación y adecuación del Teatro Romano de Medellín, entre los años 2007 y 2011. Posteriormente realizó el seguimiento arqueológico de las obras de la Carretera EX-346 (Don Benito- Quintana de la serena) en el año 2012. 

     Desde el año 2016 ejerce la docencia, actividad en la que consiguió una plaza como Funcionario de Carrera en las oposiciones de 2018. Por el momento ha pasado por los IES Fuente Roniel (Fuente del Maestre), Muñoz Torrero (Cabeza del Buey) y Quintana de la Serena (Quintana de la Serena) y actualmente es profesor de Geografía e Historia en el IES José Manzano (Don Benito).





    Vicepresidente y socio fundador de la Asociación Torre Isunza para la defensa del patrimonio cultural e Histórico de Don Benito, en cuya publicación,  Revista de Historia de las Vegas Altas; ha publicado algunos artículos como "Cancho Roano, un enigma histórico en el corazón de la Serena", "La Majona, patrimonio olvidado de Don Benito", "Hijovejo, testigo de la conquista romana de la Serena", "Magacela, entre la historia y la leyenda popular" y otros referentes a castillos como el de Medellín y el de Puebla de Alcocer.



     
   
   NOTA IMPORTANTE:

  Antonio quiere quedar constancia que este artículo sobre "La Majona" es del año 2014 y desde entonces se han producido importantes actuaciones en el yacimiento que permitieron su apertura al público en el año 2016.



LA VILLA ROMANA LA MAJONA
Por Antonio Santos Liviano

INTRODUCCIÓN



     Recuerdo como si fuera ayer esa tarde del otoño de 1995 en que mi padre me dijo “vamos a ver unos restos antiguos que han aparecido al lado del rio”. Él, por su trabajo, recorría con asiduidad esos caminos y allí vio algo que le llamó la atención. Cuando llegamos al lugar en cuestión había a un lado del camino una enorme piedra circular de granito, al otro un montón de estacas con cuerdas atadas que formaban cuadrículas. Entonces no comprendía bien de lo que se trataba, si aquello que mi padre me había llevado a ver era importante o no, sí que me acuerdo que al observar aquello me fascinó la idea de estar delante de unos restos que habían permanecido allí desde hace mucho sin que nadie lo supiera; con el paso del tiempo me di cuenta de que aquello sí era importante.         
     La villa “La Majona” constituye, tras la vecina localidad de Medellín, el yacimiento arqueológico de época romana más interesante de nuestro entorno cercano. Sus lujosas estancias, mosaicos, el magnífico busto allí encontrado, etc. nos ofrecen una aproximación a lo que debió ser la importancia del edificio situado a orillas del Guadiana, así como de las gentes que lo habitaron.

     Tras su fortuito descubrimiento en marzo de 1995, las posteriores campañas de excavación sacaron a la luz los restos de este importante asentamiento, donde se combinaba la actividad agraria, como lo atestigua la aparición de una enorme piedra de molino, con la comodidad y suntuosidad propias de las villae bajoimperiales.

     Sin embargo, la grandiosidad de los restos no se corresponde con el trato que desde las diferentes administraciones se le ha dado a “La Majona” una vez concluidos los trabajos arqueológicos. La maleza casi cubre por completo el yacimiento, las raíces han levantado zonas de los mosaicos, las columnas, que anteriormente eran visibles desde la carretera cuando estaban de pie, se encuentran tiradas en el suelo y sin ningún tipo de protección ante las inclemencias meteorológicas o la vegetación. También hay que aclarar que todos los ciudadanos de a pie somos responsables de un yacimiento cuando lo visitamos, y es nuestra responsabilidad dejarlo tal y como estaba cuando llegamos.    
             

EL MUNDO RURAL ROMANO,

LAS VILLAE


     Se puede decir que el mundo rural era la base del Imperio Romano. Todo el Imperio es el territorio de la ciudad de Roma, todas las ciudades forman parte de ese territorio y las diferentes ciudades poseen terrenos agrarios que dependían de ellas administrativamente. 

     Desde el mismo momento en que la maquinaria de guerra romana finalizaba la conquista militar de cualquiera de las zonas que llegaron a formar parte de su vasto imperio, se ponía en marcha otra, no menos importante, encargada de hacer las mediciones y parcelaciones del agro, con el fin de poner en funcionamiento sus recursos, eran los agrimensores. El terreno se dividía en centurias para su entrega a los colonos que lo poblarían,  explotarían y tributarían por él.

      Algunos de estos primeros asentamientos de carácter rural, con el paso del tiempo, fueron dotándose de una serie de comodidades y equipamientos que los propietarios, muchos residentes en las ciudades, donde desempeñaban diferentes cargos de importancia, adoptaban de sus domus urbanas, termas, mosaicos, esculturas, etc. Desde el momento en que en esos asentamientos rurales está presente la esfera residencial  podemos llamarlos villae o villas, las cuales encontramos diseminadas por todos los territorios del antiguo Imperio Romano.

     Con el paso de los siglos el sistema económico romano se debilitó de forma paulatina, en el bajo imperio se hacía cada vez más difícil la recaudación de impuestos en un territorio más extenso, además la mayor parte de éstos iba destinado a pagar el salario de un ejército, cada vez más integrado por mercenarios bárbaros, y por lo tanto menos disciplinado y más permisivo con las incursiones de los pueblos de más allá del limes. La prestación de los diferentes servicios ligados, casi siempre, a las ciudades, disminuyó de manera drástica, lo que se tradujo en un gran desprestigio de lo urbano y un progresivo traslado de las élites que las habitaban a sus residencias en el campo. Es en éste momento histórico cuando encontramos algunas de las villae más lujosas, entre ellas una que se encuentra en nuestro entorno, entre Don Benito y Ruecas; “La Majona”.

EL DESCUBRIMIENTO Y LA EXCAVACIÓN

    
     A finales de marzo de 1995 la búsqueda de áridos para la construcción de un paso a nivel en el cruce entre la antigua carretera Don Benito – Miajadas y la nacional 430, llevó a la extracción de los mismos en una finca, situada en el margen derecho del rio Guadiana, conocida como La Majona. Pronto las palas de las excavadoras sacaron a la luz unos restos antiguos que tenían que ser examinados. A los pocos días el representante de la asociación conservacionista ADENEX, Antonio Jimeno, junto con el arqueólogo Antonio Aguilar, constatan que los materiales hallados pertenecen a una villa romana “de gran extensión y riqueza”, destacando de ella la existencia de mosaicos, un molino de aceite y pilastras que pudieron pertenecer al patio central del edificio.



              Aspecto de una de las zonas donde trabajaron las excavadoras. Fuente: Daniel Cortés.

     
 La importancia del hallazgo hacía necesaria una primera intervención de urgencia sobre el yacimiento. El encargado de llevar adelante el proyecto fue el arqueólogo Anselmo Gutiérrez Moraga de la empresa ARQUEPEC S.L., los trabajos confirmaron los primeros indicios, la presencia de un asentamiento de época romana con sus áreas dedicadas a las tareas agrícolas (Pars Rústica) en el que también encontraríamos una lujosa parte residencial (Pars Urbana), que de hecho es la parte que más conocemos de la villa.

     Durante esta primera actuación se localizó una gran estancia 16x14 y 10x17m con un suelo de mosaico que tenía unos zócalos de mármol liso y otros con relieves que decorarían las paredes. Se trataría de un gran salón que daba paso a un patio central en torno al que se organizaba el edificio. Este modelo es característico de las denominadas villas de peristilo. En el patio, anteriormente mencionado se documentó, en el extremo opuesto a la entrada del salón, la presencia de una fuente con un frontal también decorado con mármoles y que tenía una gran alberca realizada en opus signinum, usado para impermeabilizar la estructura. También se excavaron varios muros, cuyas anchuras oscilan entre los 60 y 70 cms.
              


Alberca destinada a la recogida de aguas de “La Majona”. Fuente: Antonio santos Liviano.

      

A tenor de la información que arrojan los materiales obtenidos durante la actuación arqueológica en “La Majona” en 1996 la cronología del yacimiento abarcaría los siglos del I al IV/V. Además se localizaron otros restos cerámicos de épocas anteriores, tardoantiguas e incluso la edad del bronce.

     Los trabajos en el año 1997 se centraron en la restauración de los tres mosaicos localizados la campaña anterior a cargo de la empresa ANTEA, pasando las labores arqueológicas a la dirección de Raquel Llanos Girón. 

     En 1998 se procedió a la consolidación de las estructuras ya excavadas en 1995 y 1996.Las labores arqueológicas de este año se centraron en las zonas aledañas al patio, donde se halló una pequeña estructura semicircular, realizada a base de ladrillos, cantos de rio y signinum, que se trataría de otra fuente asociada a la anterior formando parte del programa decorativo del patio. De la misma forma se excavó un gran estanque coronado en el centro con una gran fuente monumental y otras dos más pequeñas en sus extremos, la presencia del agua es algo muy habitual en el interior de los peristilos, ya sea en forma de fuentes o de estanques curvos llamados ninfeos; fue en el interior de este último en el que se encontró un magnífico busto masculino esculpido en mármol. También se documentaron varias estancias destinadas a las labores de servicio a tenor de los materiales allí encontrados.

     Como conclusión de los estudios realizados sobre las diferentes estructuras y materiales de “La Majona”, indica el estudio realizado por Anselmo Gutiérrez y Raquel Llanos, que el edificio pasó por diferentes fases de construcción y uso:

1ª fase: Siglos I-II. De la que se documentan muros de cuarcita y tierra.

2ª fase: desde mediados del Siglo III. Etapa de la construcción monumental, ampliación de estancias y el cierre de algunos pasillos.

3ª fase: En el momento inmediatamente anterior a la invasión musulmana el edificio fue reutilizado como establecimiento ganadero, momento del que datan algunos muros construidos a base de cantos rodados.


LOS MOSAICOS



     Uno de los elementos que más interesantes y vistosos de la villa romana “La Majona” son sus magníficos mosaicos. Los motivos, composiciones, colores, de éstos evolucionaron con el paso del tiempo, casi de la misma manera que lo hacía el propio edificio. Así encontramos una primera etapa en torno al Siglo I en que son características las composiciones en blanco y negro, como las que aparecen en las habitaciones situadas al sur de la estancia principal.

     Desde principios  del Siglo II el color va incorporándose al opus tessellatum hasta que a mediados de la centuria se hace ya absolutamente predominante.
     En el Siglo III los temas de carácter báquico eran los más solicitados, pero también comienzan a documentarse escenas de la vida cotidiana.

     En el siglo IV, el aumento del número de las villae coincide con una mayor diversidad en las creaciones musivas. A este momento parece pertenecer el mosaico de la estancia principal de “La Majona”, una composición a base de cuadros enmarcados y orlados de cables de dos y tres cuerdas, en los que se entrelazan motivos geométricos y vegetales.

     Un tema muy recurrente a la hora de realizar estas bonitas obras era el de las estaciones, relacionado con el paso del año, pero igualmente con Baco y la fertilidad. Las figuras ocupan siempre un papel secundario en la composición. En “La Majona encontramos también este tipo de mosaico, apareciendo las diferentes estaciones representadas como bustos femeninos, diferenciándose unas de otras mediante diferentes atributos (frutas o plantas), vestimenta y otros adornos, flores para la primavera, espigas para el verano, racimos de uva y hojas de parra para el otoño y ramas secas y juncos para el invierno.


Mosaico enmarcado de motivos geométricos de “La Majona”. Fuente: Biblioteca pública Francisco Valdés.

EL BUSTO DE “LA MAJONA”



     Como ya hemos señalado antes uno de los momentos culminantes de la campaña de 1998 lo constituyó la aparición de un busto masculino en el fondo del estanque. El hallazgo tuvo lugar en un nivel arqueológico donde aparecían mezclados restos de escultóricos y cerámicos del siglo III, si bien, a diferencia de éstos, parece que fue depositado allí intencionadamente y con sumo cuidado.

     Técnicamente hablando, nos encontramos ante un busto-retrato masculino a tamaño natural, realizado en mármol de la zona de Estremoz (Portugal). Su altura máxima es de 58´5 cm. Cronológicamente se sitúa a mediados del S. III, en época severiana.

     El busto, que se encontró en un estado de conservación espléndido, presenta una oquedad en la parte trasera que serviría para aligerar el peso del mismo. La pieza está diseñada para ser insertada en un pedestal o pie marmóreo que por lo general contenía la inscripción identificativa del personaje.



     Al observar el rostro del joven llama la atención la cuidada factura. La cara ligeramente girada a la derecha, así como la mirada desviada confieren un aire melancólico al representado. El método utilizado para esculpir el pelo y la barba del busto se conoce como cincelado a penna, que se caracteriza por representar cabellos muy cortos y pegados a la piel de manera que hay zonas en las que éstos casi parecen inexistentes.

     La tipología de la toga que viste nuestro protagonista, con contabulatio, viene a confirmar la cronología que se estimaba a la obra a tenor del nivel arqueológico en que apareció. Esta nueva moda en la  indumentaria, que tiene sus primeras manifestaciones a mediados del Siglo II, se dilató en el tiempo durante más de una centuria.


     La fisonomía del rostro se asemeja bastante a los retratos juveniles de Alejandro Severo, que gobernó entre el 222 – 235 d.c., sobre todo el conservado en el museo del Louvre en París, fechado entre 226 – 235 d.c. por lo que podría tratarse de un retrato del propio emperador, no obstante, la personalización del busto de “La Majona” hace pensar más bien, en un retrato privado.

     Desconocemos si el taller que realizó la obra es emeritense o foráneo. Lo que sí  parece claro es el buen gusto del dominus de la villa al rodearse de lujos tanto en lo referente su propia residencia como a los equipamientos de ésta.




EL ABANDONO DE “LA MAJONA”



     Se dice que una persona no muere del todo hasta que la olvidamos; si este mismo pensamiento puede aplicarse al patrimonio, bien podríamos decir que la villa romana “La Majona” ha muerto ya dos veces. Una primera, como le sucede a todo bien que es “rescatado” por medio de la arqueología, que sucede de forma natural debido al desuso del propio elemento en cuestión, ya sea una villa romana, como es el caso que nos ocupa, un palacio-santuario, como Cancho Roano, una simple vasija de cerámica arrojada en un silo. Es la “segunda muerte” mucho más grave desde nuestro punto de vista, ya que constituye el abandono del patrimonio a su suerte por medio de quien, en teoría, debe velar por él.

     Casi desde el mismo momento de su descubrimiento la villa fue objeto de una disputa entre Ayuntamiento de Don Benito y Junta de Extremadura los cuales la convirtieron en un arma arrojadiza a utilizar en una contienda política de la que el patrimonio nunca debería formar parte.


Aspecto general que en la actualidad presenta “La Majona”. Se pueden observar zonas cubiertas por la  maleza.
FUENTE: Antonio Santos Liviano.

      Las campañas de excavación estuvieron en todo momento dotadas de unos recursos insuficientes para la magnitud de la obra a acometer. Muchos de los restos sacados a la luz, algunos con casi 2000 años de antigüedad quedaron tal cual a la intemperie sin un proceso de consolidación o protección, lo que ha derivado en un rápido deterioro de unos elementos que son ya, irrecuperables.

     Por desgracia la actual situación económica que vive nuestro país hace que en ocasiones las administraciones vean la cultura, y más particularmente el patrimonio, como un área a la que recortar recursos dada su escasa rentabilidad, argumento que queda totalmente desmontado si nos fijamos en el ejemplo de la vecina localidad de Medellín y el reciente éxito de su teatro romano como sede de parte del Festival de Teatro Clásico de Mérida; pero, ¿qué hay menos rentable que invertir unos recursos para realizar diferentes campañas de trabajo, como se hizo en “La Majona”, y acto seguido dejar agonizante al yacimiento para que acabe siendo pasto de la maleza, las inclemencias del tiempo y el expolio?; ¿cuánto costará, si alguna vez se retoman los trabajos allí, dejar el yacimiento como ya estaba cuando acabó la última campaña de excavación?.

     No obstante hay que indicar que no todos los males del yacimiento son culpa de las diferentes administraciones; una vez nosotros, ciudadanos de a pie, nos encontramos visitando la villa somos responsables de los actos que allí realizamos. Cuando te encuentras en “La Majona” es habitual encontrar los mosaicos destapados para hacer una fotografía, ¿Qué trabajo cuesta una vez hecha la instantánea volverlos a tapar?. Algo peor es encontrarse fragmentos de éstos arrancados o la zona agujereada víctima del expolio de los detectores de metales. 

     Solamente la concienciación de lo magnífico e irreemplazable de nuestro patrimonio, por parte de administración y ciudadanos puede hacer que casos como el de “La Majona” no se repitan.


       
Estancia principal de “La Majona”. Los mosaicos se hallan cubiertos recientemente por plásticos sobre la que se ha extendido grava de rio. FUENTE: Antonio Santos Liviano.
   
     Dicho lo anterior, es de justicia indicar que, desde la Consejería de Educación y Cultura, y más concretamente desde la Dirección General de Patrimonio se han realizado actuaciones en” La Majona” a lo largo de los últimos meses. En una reciente visita al yacimiento con motivo de realizar unas fotografías para le realización de este artículo, pude comprobar, para mi satisfacción, como se ha limpiado parte de la maleza de la zona y se han tapado los mosaicos de manera conveniente para intentar frenar su deterioro. Todo esto arroja un rayo de esperanza sobre una futura posible puesta en valor de esta parte de la historia de Don Benito, esperemos que para “nuestra” villa ya no sea tarde.


IMAGENES DE LA VILLA TRAS SU PUESTA EN VALOR 


 








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