El amigo que hoy nos visita es seguramente
el más joven de los que han pasado por la sección, y uno de los más comprometidos con
la recuperación de nuestro rico patrimonio.
Prueba de ello es este artículo que
nos trae, un trabajo que sin lugar a dudas movió conciencias en su momento. Una llamanda de atención al abandono que sufría el yacimiento arqueológico de la villa romana “La Majona”, a mi por supuesto me impactó y me inspiró a
realizar este video.
Antonio Santos Liviano, nació en Don Benito el 7 de abril de
1981. Por el trabajo de su padre vivió parte de su infancia fuera de Don
Benito, desde 1981 hasta 1993, en Camporrells (Huesca), en Anchuras (Ciudad
Real) y ya en la provincia de Badajoz, en Puebla de Alcocer, La Coronada y
desde 1993 en Don Benito. Terminó primaria en el C.P. Nuestra Señora de del
Pilar, en Don Benito, y Secundaria y Bachillerato en el IES Cuatro Caminos. Es
licenciado en Historia por la Universidad de Extremadura, promoción 1999/2004.
Relacionado con
la historia y el patrimonio trabajó como peón y posteriormente como auxiliar en
las obras de excavación y adecuación del Teatro Romano de Medellín, entre los
años 2007 y 2011. Posteriormente realizó el seguimiento arqueológico de las
obras de la Carretera EX-346 (Don Benito- Quintana de la serena) en el año
2012.
Desde el año 2016
ejerce la docencia, actividad en la que consiguió una plaza como Funcionario de
Carrera en las oposiciones de 2018. Por el momento ha pasado por los IES Fuente
Roniel (Fuente del Maestre), Muñoz Torrero (Cabeza del Buey) y Quintana de la
Serena (Quintana de la Serena) y actualmente es profesor de Geografía e
Historia en el IES José Manzano (Don Benito).
Vicepresidente y
socio fundador de la Asociación Torre Isunza para la defensa del patrimonio
cultural e Histórico de Don Benito, en cuya publicación, Revista de Historia de las Vegas Altas; ha
publicado algunos artículos como "Cancho Roano, un enigma histórico en el
corazón de la Serena", "La Majona, patrimonio olvidado de Don
Benito", "Hijovejo, testigo de la conquista romana de la
Serena", "Magacela, entre la historia y la leyenda popular" y
otros referentes a castillos como el de Medellín y el de Puebla de Alcocer.
NOTA IMPORTANTE:
Antonio quiere quedar
constancia que este artículo sobre "La Majona" es del año 2014 y desde entonces
se han producido importantes actuaciones en el yacimiento que permitieron su
apertura al público en el año 2016.
LA VILLA ROMANA LA MAJONA
Por Antonio Santos Liviano
INTRODUCCIÓN
Recuerdo como si fuera ayer esa tarde del
otoño de 1995 en que mi padre me dijo “vamos a ver unos restos antiguos que han
aparecido al lado del rio”. Él, por su trabajo, recorría con asiduidad esos
caminos y allí vio algo que le llamó la atención. Cuando llegamos al lugar en
cuestión había a un lado del camino una enorme piedra circular de granito, al
otro un montón de estacas con cuerdas atadas que formaban cuadrículas. Entonces
no comprendía bien de lo que se trataba, si aquello que mi padre me había
llevado a ver era importante o no, sí que me acuerdo que al observar aquello me
fascinó la idea de estar delante de unos restos que habían permanecido allí
desde hace mucho sin que nadie lo supiera; con el paso del tiempo me di cuenta de
que aquello sí era importante.
La villa “La Majona” constituye, tras la
vecina localidad de Medellín, el yacimiento arqueológico de época romana más
interesante de nuestro entorno cercano. Sus lujosas estancias, mosaicos, el
magnífico busto allí encontrado, etc. nos ofrecen una aproximación a lo que
debió ser la importancia del edificio situado a orillas del Guadiana, así como
de las gentes que lo habitaron.
Tras su fortuito descubrimiento en marzo
de 1995, las posteriores campañas de excavación sacaron a la luz los restos de
este importante asentamiento, donde se combinaba la actividad agraria, como lo
atestigua la aparición de una enorme piedra de molino, con la comodidad y
suntuosidad propias de las villae bajoimperiales.
Sin embargo, la grandiosidad de los restos
no se corresponde con el trato que desde las diferentes administraciones se le
ha dado a “La Majona” una vez concluidos los trabajos arqueológicos. La maleza
casi cubre por completo el yacimiento, las raíces han levantado zonas de los
mosaicos, las columnas, que anteriormente eran visibles desde la carretera
cuando estaban de pie, se encuentran tiradas en el suelo y sin ningún tipo de
protección ante las inclemencias meteorológicas o la vegetación. También hay que
aclarar que todos los ciudadanos de a pie somos responsables de un yacimiento
cuando lo visitamos, y es nuestra responsabilidad dejarlo tal y como estaba
cuando llegamos.
EL MUNDO RURAL ROMANO,
LAS VILLAE
Se puede decir que el mundo rural era la
base del Imperio Romano. Todo el Imperio es el territorio de la ciudad de Roma,
todas las ciudades forman parte de ese territorio y las diferentes ciudades
poseen terrenos agrarios que dependían de ellas administrativamente.
Desde el mismo momento en que la
maquinaria de guerra romana finalizaba la conquista militar de cualquiera de
las zonas que llegaron a formar parte de su vasto imperio, se ponía en marcha
otra, no menos importante, encargada de hacer las mediciones y parcelaciones
del agro, con el fin de poner en funcionamiento sus recursos, eran los
agrimensores. El terreno se dividía en centurias para su entrega a los colonos
que lo poblarían, explotarían y
tributarían por él.
Algunos de estos primeros asentamientos de
carácter rural, con el paso del tiempo, fueron dotándose de una serie de
comodidades y equipamientos que los propietarios, muchos residentes en las
ciudades, donde desempeñaban diferentes cargos de importancia, adoptaban de sus
domus urbanas, termas, mosaicos,
esculturas, etc. Desde el momento en que en esos asentamientos rurales está
presente la esfera residencial podemos
llamarlos villae o villas, las cuales
encontramos diseminadas por todos los territorios del antiguo Imperio Romano.
Con el paso de los siglos el sistema
económico romano se debilitó de forma paulatina, en el bajo imperio se hacía
cada vez más difícil la recaudación de impuestos en un territorio más extenso,
además la mayor parte de éstos iba destinado a pagar el salario de un ejército,
cada vez más integrado por mercenarios bárbaros, y por lo tanto menos
disciplinado y más permisivo con las incursiones de los pueblos de más allá del
limes. La prestación de los
diferentes servicios ligados, casi siempre, a las ciudades, disminuyó de manera
drástica, lo que se tradujo en un gran desprestigio de lo urbano y un
progresivo traslado de las élites que las habitaban a sus residencias en el
campo. Es en éste momento histórico cuando encontramos algunas de las villae más lujosas, entre ellas una que
se encuentra en nuestro entorno, entre Don Benito y Ruecas; “La Majona”.
EL DESCUBRIMIENTO Y LA EXCAVACIÓN
A finales de marzo de
1995 la búsqueda de áridos para la construcción de un paso a nivel en el cruce
entre la antigua carretera Don Benito – Miajadas y la nacional 430, llevó a la
extracción de los mismos en una finca, situada en el margen derecho del rio
Guadiana, conocida como La Majona. Pronto las palas de las excavadoras sacaron
a la luz unos restos antiguos que tenían que ser examinados. A los pocos días
el representante de la asociación conservacionista ADENEX, Antonio Jimeno,
junto con el arqueólogo Antonio Aguilar, constatan que los materiales hallados
pertenecen a una villa romana “de gran extensión y riqueza”, destacando de ella
la existencia de mosaicos, un molino de aceite y pilastras que pudieron
pertenecer al patio central del edificio.
Aspecto de una de las zonas donde
trabajaron las excavadoras. Fuente: Daniel Cortés.
La importancia del hallazgo hacía
necesaria una primera intervención de urgencia sobre el yacimiento. El
encargado de llevar adelante el proyecto fue el arqueólogo Anselmo Gutiérrez
Moraga de la empresa ARQUEPEC S.L., los trabajos confirmaron los primeros
indicios, la presencia de un asentamiento de época romana con sus áreas dedicadas
a las tareas agrícolas (Pars Rústica)
en el que también encontraríamos una lujosa parte residencial (Pars Urbana), que de hecho es la parte
que más conocemos de la villa.
Durante esta primera actuación se localizó
una gran estancia 16x14 y 10x17m con un suelo de mosaico que tenía unos zócalos
de mármol liso y otros con relieves que decorarían las paredes. Se trataría de
un gran salón que daba paso a un patio central en torno al que se organizaba el
edificio. Este modelo es característico de las denominadas villas de peristilo.
En el patio, anteriormente mencionado se documentó, en el extremo opuesto a la
entrada del salón, la presencia de una fuente con un frontal también decorado
con mármoles y que tenía una gran alberca realizada en opus signinum, usado para impermeabilizar la estructura. También se
excavaron varios muros, cuyas anchuras oscilan entre los 60 y 70 cms.
Alberca destinada a la
recogida de aguas de “La Majona”. Fuente: Antonio santos Liviano.
A tenor de la información que arrojan los
materiales obtenidos durante la actuación arqueológica en “La Majona” en 1996
la cronología del yacimiento abarcaría los siglos del I al IV/V. Además se
localizaron otros restos cerámicos de épocas anteriores, tardoantiguas e
incluso la edad del bronce.
Los trabajos en el año 1997 se centraron
en la restauración de los tres mosaicos localizados la campaña anterior a cargo
de la empresa ANTEA, pasando las labores arqueológicas a la dirección de Raquel
Llanos Girón.
En 1998 se procedió a la consolidación de
las estructuras ya excavadas en 1995 y 1996.Las labores arqueológicas de este
año se centraron en las zonas aledañas al patio, donde se halló una pequeña
estructura semicircular, realizada a base de ladrillos, cantos de rio y signinum, que se trataría de otra fuente
asociada a la anterior formando parte del programa decorativo del patio. De la
misma forma se excavó un gran estanque coronado en el centro con una gran
fuente monumental y otras dos más pequeñas en sus extremos, la presencia del
agua es algo muy habitual en el interior de los peristilos, ya sea en forma de
fuentes o de estanques curvos llamados ninfeos; fue en el interior de este
último en el que se encontró un magnífico busto masculino esculpido en mármol. También
se documentaron varias estancias destinadas a las labores de servicio a tenor
de los materiales allí encontrados.
Como conclusión de los estudios realizados
sobre las diferentes estructuras y materiales de “La Majona”, indica el estudio
realizado por Anselmo Gutiérrez y Raquel Llanos, que el edificio pasó por
diferentes fases de construcción y uso:
1ª fase:
Siglos I-II. De la que se documentan muros de cuarcita y tierra.
2ª fase:
desde mediados del Siglo III. Etapa de la construcción monumental, ampliación
de estancias y el cierre de algunos pasillos.
3ª fase:
En el momento inmediatamente anterior a la invasión musulmana el edificio fue
reutilizado como establecimiento ganadero, momento del que datan algunos muros
construidos a base de cantos rodados.
LOS MOSAICOS
Uno de los elementos
que más interesantes y vistosos de la villa romana “La Majona” son sus
magníficos mosaicos. Los motivos, composiciones, colores, de éstos
evolucionaron con el paso del tiempo, casi de la misma manera que lo hacía el
propio edificio. Así encontramos una primera etapa en torno al Siglo I en que
son características las composiciones en blanco y negro, como las que aparecen
en las habitaciones situadas al sur de la estancia principal.
Desde principios del Siglo II el color va incorporándose al opus tessellatum hasta que a mediados de
la centuria se hace ya absolutamente predominante.
En el Siglo III los temas de carácter
báquico eran los más solicitados, pero también comienzan a documentarse escenas
de la vida cotidiana.
En el siglo IV, el aumento del número de
las villae coincide con una mayor
diversidad en las creaciones musivas. A este momento parece pertenecer el
mosaico de la estancia principal de “La Majona”, una composición a base de
cuadros enmarcados y orlados de cables de dos y tres cuerdas, en los que se
entrelazan motivos geométricos y vegetales.
Un
tema muy recurrente a la hora de realizar estas bonitas obras era el de las
estaciones, relacionado con el paso del año, pero igualmente con Baco y la
fertilidad. Las figuras ocupan siempre un papel secundario en la composición.
En “La Majona encontramos también este tipo de mosaico, apareciendo las
diferentes estaciones representadas como bustos femeninos, diferenciándose unas
de otras mediante diferentes atributos (frutas o plantas), vestimenta y otros
adornos, flores para la primavera, espigas para el verano, racimos de uva y
hojas de parra para el otoño y ramas secas y juncos para el invierno.
Mosaico enmarcado de motivos geométricos de “La
Majona”. Fuente: Biblioteca pública Francisco Valdés.
EL BUSTO DE “LA MAJONA”
Como ya hemos señalado
antes uno de los momentos culminantes de la campaña de 1998 lo constituyó la
aparición de un busto masculino en el fondo del estanque. El hallazgo tuvo
lugar en un nivel arqueológico donde aparecían mezclados restos de escultóricos
y cerámicos del siglo III, si bien, a diferencia de éstos, parece que fue
depositado allí intencionadamente y con sumo cuidado.
Técnicamente hablando, nos encontramos
ante un busto-retrato masculino a tamaño natural, realizado en mármol de la
zona de Estremoz (Portugal). Su altura máxima es de 58´5 cm. Cronológicamente
se sitúa a mediados del S. III, en época severiana.
El busto, que se encontró en un estado de
conservación espléndido, presenta una oquedad en la parte trasera que serviría
para aligerar el peso del mismo. La pieza está diseñada para ser insertada en
un pedestal o pie marmóreo que por lo general contenía la inscripción
identificativa del personaje.
Al observar el rostro del joven llama la
atención la cuidada factura. La cara ligeramente girada a la derecha, así como
la mirada desviada confieren un aire melancólico al representado. El método
utilizado para esculpir el pelo y la barba del busto se conoce como cincelado a penna, que se caracteriza por
representar cabellos muy cortos y pegados a la piel de manera que hay zonas en
las que éstos casi parecen inexistentes.
La
tipología de la toga que viste nuestro protagonista, con contabulatio, viene a confirmar la cronología que se estimaba a la
obra a tenor del nivel arqueológico en que apareció. Esta nueva moda en la indumentaria, que tiene sus primeras
manifestaciones a mediados del Siglo II, se dilató en el tiempo durante más de
una centuria.
La
fisonomía del rostro se asemeja bastante a los retratos juveniles de Alejandro
Severo, que gobernó entre el 222 – 235 d.c., sobre todo el conservado en el
museo del Louvre en París, fechado entre 226 – 235 d.c. por lo que podría
tratarse de un retrato del propio emperador, no obstante, la personalización
del busto de “La Majona” hace pensar más bien, en un retrato privado.
Desconocemos si el taller que realizó la
obra es emeritense o foráneo. Lo que sí
parece claro es el buen gusto del dominus
de la villa al rodearse de lujos tanto en lo referente su propia residencia
como a los equipamientos de ésta.
EL ABANDONO DE “LA MAJONA”
Se dice que una persona
no muere del todo hasta que la olvidamos; si este mismo pensamiento puede
aplicarse al patrimonio, bien podríamos decir que la villa romana “La Majona”
ha muerto ya dos veces. Una primera, como le sucede a todo bien que es
“rescatado” por medio de la arqueología, que sucede de forma natural debido al
desuso del propio elemento en cuestión, ya sea una villa romana, como es el
caso que nos ocupa, un palacio-santuario, como Cancho Roano, una simple vasija
de cerámica arrojada en un silo. Es la “segunda muerte” mucho más grave desde
nuestro punto de vista, ya que constituye el abandono del patrimonio a su
suerte por medio de quien, en teoría, debe velar por él.
Casi desde el mismo momento de su
descubrimiento la villa fue objeto de una disputa entre Ayuntamiento de Don
Benito y Junta de Extremadura los cuales la convirtieron en un arma arrojadiza
a utilizar en una contienda política de la que el patrimonio nunca debería
formar parte.
Aspecto general que en la
actualidad presenta “La Majona”. Se pueden observar zonas cubiertas por la maleza.
FUENTE: Antonio Santos Liviano.
Las campañas de excavación estuvieron en
todo momento dotadas de unos recursos insuficientes para la magnitud de la obra
a acometer. Muchos de los restos sacados a la luz, algunos con casi 2000 años
de antigüedad quedaron tal cual a la intemperie sin un proceso de consolidación
o protección, lo que ha derivado en un rápido deterioro de unos elementos que
son ya, irrecuperables.
Por desgracia la actual situación
económica que vive nuestro país hace que en ocasiones las administraciones vean
la cultura, y más particularmente el patrimonio, como un área a la que recortar
recursos dada su escasa rentabilidad, argumento que queda totalmente desmontado
si nos fijamos en el ejemplo de la vecina localidad de Medellín y el reciente
éxito de su teatro romano como sede de parte del Festival de Teatro Clásico de
Mérida; pero, ¿qué hay menos rentable que invertir unos recursos para realizar
diferentes campañas de trabajo, como se hizo en “La Majona”, y acto seguido
dejar agonizante al yacimiento para que acabe siendo pasto de la maleza, las
inclemencias del tiempo y el expolio?; ¿cuánto costará, si alguna vez se
retoman los trabajos allí, dejar el yacimiento como ya estaba cuando acabó la
última campaña de excavación?.
No obstante hay que indicar que no todos
los males del yacimiento son culpa de las diferentes administraciones; una vez
nosotros, ciudadanos de a pie, nos encontramos visitando la villa somos
responsables de los actos que allí realizamos. Cuando te encuentras en “La
Majona” es habitual encontrar los mosaicos destapados para hacer una
fotografía, ¿Qué trabajo cuesta una vez hecha la instantánea volverlos a
tapar?. Algo peor es encontrarse fragmentos de éstos arrancados o la zona agujereada
víctima del expolio de los detectores de metales.
Solamente la concienciación de lo
magnífico e irreemplazable de nuestro patrimonio, por parte de administración y
ciudadanos puede hacer que casos como el de “La Majona” no se repitan.
Estancia principal de “La
Majona”. Los mosaicos se hallan cubiertos recientemente por plásticos sobre la
que se ha extendido grava de rio. FUENTE: Antonio Santos Liviano.
Dicho lo anterior, es de justicia indicar que,
desde la Consejería de Educación y Cultura, y más concretamente desde la
Dirección General de Patrimonio se han realizado actuaciones en” La Majona” a
lo largo de los últimos meses. En una reciente visita al yacimiento con motivo
de realizar unas fotografías para le realización de este artículo, pude
comprobar, para mi satisfacción, como se ha limpiado parte de la maleza de la
zona y se han tapado los mosaicos de manera conveniente para intentar frenar su
deterioro. Todo esto arroja un rayo de esperanza sobre una futura posible
puesta en valor de esta parte de la historia de Don Benito, esperemos que para
“nuestra” villa ya no sea tarde.
IMAGENES DE LA VILLA TRAS SU PUESTA EN VALOR
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