15 de julio de 1099, tras 5 semanas de terrible asedio, culmina la conquista de Jerusalén por parte de los cruzados encabezados por el príncipe Tancredo y por el caballero, descendiente de Carlomagno, Godofredo de Bouvillón, tras la entrada en la ciudad Santa, judíos y musulmanes son masacrados sin piedad. A Godofredo se le ofrece la corona del rey de Jerusalén pero la rechaza, argumentando que no puede usar una corona de oro donde Jesucristo tuvo que usar una corona de espinas, pero acepta el título de “Sancti Sepulchri advocatus”, es decir, Defensor del Santo Sepulcro.
El señor del Santo Sepulcro permanece bajo la autoridad
eclesiástica, este título le otorga las siguientes responsabilidades:
Debe,
junto con sus vasallos, defender la ciudad de Jerusalén y la tumba de Cristo, distribuir la tierra entre los caballeros,
conquistar las ciudades cercanas, hacer justicia y sostener la economía local.
Godofredo muere al año siguiente, el 18 de julio de 1100 cuando regresaba de una
expedición contra el sultán de Damasco. Su hermano y sucesor, Balduino I se
negó a conformarse con el título de Defensor del Santo Sepulcro y se hizo
llamar rey de Jerusalén.
Las causas de la muerte de Godofredo son desconocidas, la
leyenda dice que fue envenenado al comer una manzana le ofreció el Emir de Palestina
durante una comida.
El cronista árabe Ibn al-Qalanisi sugiere que la causa de su
muerte fue por una flecha envenenada, pero lo más probable es que muriera de
peste, pues por aquellas fechas esta
región estaba afectada por grandes epidemias.
Espada de Godofredo que se encuentra en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. |
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