26 de junio de 1541, un grupo de hombres capitaneados por el hijo de Diego de Almagro irrumpen en palacio. Cosen a estocadas y puñaladas, no menos de 20, al viejo conquistador de 65 años, lo que no pudieron hacer miles de guerreros incas, uno de ellos de una certera estocada en el cuello lo logra y acaba con su vida, muere Francisco Pizarro.
Francisco Pizarro González, nació en Trujillo (Cáceres) el 16 de marzo de 1478, un gigante de nuestra historia, un hombre que en apenas tres años se hizo con el control del Poderoso Imperio Inca.
Palacio del Marques de la Conquista de Trujillo, en la plaza mayor. |
Recientemente se ha publicado un libro que nos relata la
vida y hazañas de Francisco Pizarro.
Su autor es el profesor Esteban Mira
Caballos, un historiador en búsqueda
permanente de la verdad y que amablemente nos envía al blog su saludo con esta reseña:
Francisco Pizarro: una nueva visión de la
conquista del Perú (Editorial Critica, febrero de 2018) plantea una revisión en
profundidad de la figura del trujillano y de su conquista.
Francisco Pizarro
fue el arquetipo de conquistador, un guerrero experimentado en la guerra
indiana. Su capacidad estratégica era fruto de un proceso de acumulación de
conocimientos que comenzaron en el Caribe y se continuaron en Panamá y el Perú.
La combinación de estas experiencias no pudo ser más letal para los incas.
Supo utilizar a los grupos nativos
resistentes a la estructura imperial quechua. Ya hemos comentado que el
Tahuantinsuyu era un estado relativamente joven y muchos pueblos todavía
guardaban un resentimiento contra los incas por haberles privado de su antigua
independencia. En el fondo, la mayoría de los reyezuelos locales soñaban con
recuperar su añorada libertad y solo aceptaron la sumisión por la política de
terror desplegada por el estado incaico. El trujillano valoró adecuadamente esa
baza que utilizó en su propio beneficio. Ahora bien, fue un buen conquistador
pero un mal gobernador, al no poseer la preparación adecuada para administrar
un territorio. A nivel político permitió el surgimiento de enemistades entre
españoles e indios y de los hispanos entre sí que dieron lugar a las llamadas
guerras civiles. La administración de la hacienda real fue un verdadero caos y
tanto él como sus hermanos tomaron dineros de la hacienda real cada vez que les
interesó.
Su asesinato en 1541 fue la crónica de una
muerte anunciada, fruto de los odios mutuos entre pizarristas y almagristas. En
el Perú de la conquista se vivieron infinidad de dramas, injusticias,
traiciones, destrucciones y matanzas, sufridas casi siempre por los naturales y
ocasionalmente por las huestes. No hay que sorprenderse por ello, los guerreros
han actuado siempre así, en cualquier tiempo y en cualquier espacio. El Inca Atahualpa
mandó asesinar a su medio hermano Huáscar, Francisco Pizarro y Diego de Almagro
a Atahualpa, los hermanos Pizarro a Diego de Almagro, el hijo de éste a
Francisco Pizarro y el licenciado Vaca de Castro a Diego de Almagro el Mozo y a
sus secuaces.
Como puede observarse, la mayor parte de los grandes
protagonistas de la conquista del Tahuantinsuyu perecieron de manera violenta
y, lo peor de todo, luchando entre ellos mismos. Todos ansiaban su propia
gobernación, a ser posible rica, como la que poseía el admirado Hernán Cortés.
Francisco Pizarro obtuvo la gobernación de Nueva Castilla y Diego de Almagro,
unos años después, la de Nueva Toledo. Pero este último, ignorante aún de las
grandes riquezas de Potosí, que caían en su gobernación, quiso reclamar Cusco y
Lima, a sabiendas de que los Pizarro nunca aceptarían. No hubo voluntad,
sosiego, ni capacidad por ninguna de las dos partes de solucionar el conflicto
sin derramamiento de sangre. Las consecuencias de las actitudes irreductibles
de unos y de otros fueron trágicas.
En pleno siglo XXI la conquista sigue sin
estar totalmente asimilada en el imaginario colectivo peruano pues pervive un
sentimiento de nostalgia, quizás idealizado, hacia el mundo incaico. Se trata
de lo que los quechuas llaman el lamento andino. De aquellos barros estos
lodos.
¡¡MUCHAS GRACIAS ESTEBAN!!
Muy interesante y certero el artículo. Nos deja claro que los ídolos de cualquier bando siempre tienen los pies de barro.
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