La última emperatriz de Francia fue una mujer de gran belleza que muchos llegaron a comparar con la mismísima María Antonieta. Se llamaba María Eugenia Ignacia Agustina de Palafox-Portocarrero de Guzmán y Kirkpatrick, condesa de Teba, más conocida como: Eugenia de Montijo.
Nació en Granada el 5 de mayo de 1826, hija de Cipriano de Palafox y Portocarrero, conde de Teba y de Montijo, su madre era medio escocesa, se llamaba Enriqueta María Manuela KirkPatrick de Closeburn y de Grevignée.
Cipriano de Palafox y Portocarrero |
Eugenia llegó a París, Francia, de la mano de su madre para
ser educada en el prestigioso convento del Sagrado Corazón. Conoció a su
marido, Louis Napoleón Bonaparte, en el palacio del Elíseo cuando este fue
proclamado presidente de la segunda república francesa, él nada más verla quedó
prendado de su belleza, pero por su férrea educación cristiana le dejó muy
claro desde un principio que solo se entregaría al que fuera su marido, pues
era conocedora de la fama de mujeriego de Louis, esto no hizo más que
incrementar la atracción hacia ella, convirtiéndola en el máximo objeto de sus
deseos.
Louis Napoleón Bonaparte |
Tras las constantes negativas de Eugenia puso sus ojos en la
sobrina de la reina Victoria de Inglaterra, la princesa Adelaide von
Hohenlohe-Langenburg, pero esta rechazó su propuesta de matrimonio. Volvió a
cortejar Eugenia, la invitaba a fiestas, la enviaba lujosos regalos… era un
acoso total, hasta que finalmente cedió y se comprometieron, casándose el 30 de
enero de 1853.
En el último año de su mandato presidencial se autoproclamo
Emperador Napoleón III y restauró el Imperio francés, que fue confirmado
posteriormente por un plebiscito. El pueblo francés, siempre receló de las
mujeres extranjeras como consortes de sus monarcas, como ya lo hiciera con
María Antonieta y expresó su oposición al matrimonio. Esto hizo que Napoleón
III hiciera un discurso desde el trono diciendo: «Prefiero casarme con una
mujer a la que amo y respeto que con una desconocida, con la que una alianza
podría tener ventajas mezcladas con sacrificios».
Sin embargo, muchos se opusieron, algunos por simple
xenofobia, otros mostraban un gran esnobismo tras la elevación de Francia a la
condición de imperial, alegando que una condesa española de 26 años no era
suficiente partido para el emperador de Francia.
Una razón importante por la que Napoleón III se había
apresurado en casarse era tener un hijo y un heredero. Eugenia le dio el
deseado heredero y el 16 de marzo de 1856 nacería su único hijo, el príncipe
imperial Napoleón Eugenio Louis Jean Joseph Bonaparte.
Eugenio Louis Jean Joseph Bonaparte |
El pueblo acabó finalmente por aceptarla (suele pasar cuando
las cosas van bien) , pues como Maria Antonieta , Eugenia marcaba la tendencia
de la moda en toda Europa y en definitiva de todo el mundo, que la imitaban. La
fascinación de la emperatriz Eugenia sentía por María Antonieta también provocó
un renacimiento de los estilos de vestimenta, edificios y mobiliario de la
época del rey Luis XVI.
Sin embargo, en su vida no todo fueron eventos sociales
glamorosos y el 14 de enero de 1858, sobrevivieron a un intento de asesinato.
Napoleón III, dependió del apoyo y consejo de Eugenia, que poseía gran
inteligencia y rara vez actuó sin su consejo. Eugenia fue regente de Francia en
varias ocasiones durante la ausencia del emperador demostrando que lo hacía incluso
mejor.
Fue fiel defensora de la Iglesia Católica en todo el mundo.
En 1858, después de oír hablar de la intensa persecución que sufrían los
misioneros católicos en Vietnam, apoyó una expedición naval francesa para su
rescate. Estas operaciones condujeron al establecimiento colonial francés en
Indochina, el Laos moderno, Camboya y Vietnam. Asimismo, en la década de 1860
la situación de los católicos en México llegó a su conocimiento, los
conservadores mexicanos fueron a Francia para pedir su ayuda que provocó la
intervención francesa en el país americano que condujo a la entronización del
archiduque austríaco Maximiliano como emperador de México. También presionó
para la intervención francesa en el Imperio Otomano cuando los cristianos en el
Líbano fueron perseguidos, obligando a los turcos a dar a los libaneses su
propio gobierno bajo control cristiano aunque los intereses de su marido en
todos estos conflictos os podéis imaginar que eran bien distintos.
Cuando los Estados Papales fueron atacados por los mismos
revolucionarios italianos de los que Napoleón III fue miembro. La emperatriz
Eugenia puso un buque de guerra francés a su disposición cuando el Papa Pío IX
fue destronado temporalmente y le ofreció refugio en la antigua ciudad papal de
Aviñón.
Santa Bernadette |
También fue una poderosa aliada de Santa Bernadette, la
visionaria de Nuestra Señora de Lourdes. Los funcionarios anticatólicos de la
zona habían cerrado la gruta, pero Eugenia era una gran creyente y cuando el
príncipe Imperial fue curado por el agua de Lourdes, la emperatriz utilizó su
influencia para reabrir y proteger la gruta.
El 17 de noviembre de
1869 en Alejandría (Egipto) Eugenia de Montijo inaugura oficialmente el Canal de Suez. La faraónica obra
ha durado 10 años y ha tenido un coste 17 millones de libras esterlinas. Para
su inauguración el compositor italiano Giuseppe Verdi compuso por encargo
la ópera "Aída".
En 1870 la desastrosa guerra franco-prusiana trajo consigo
la derrota de Napoleon III y la captura del emperador en la batalla de Sedan.
La emperatriz se vio obligada a exiliarse con su familia a
Inglaterra. El emperador Napoleón III murió en 1873 y su hijo, Napoleón IV,
murió en 1879 en Sudáfrica mientras servía con el ejército británico contra el
imperio zulú. Muerta de dolor se trasladó a Farnborough, Hampshire y más tarde a
Cap-Martin cerca de Biarritz, como parte del acuerdo que permitía su regreso a
Francia. La emperatriz disfrutó de buenas relaciones con los británicos y en
1887 fue la madrina de la hija de la princesa Beatriz Victoria Eugenia de
Battenberg, que más tarde se casaría con el rey Alfonso XIII de España,
historia que recientemente tratamos.
Eugenia en 1920 |
Eugenia murió mientras visitaba España en 1920 en el palacio
de Liria a la edad de 94 años a consecuencia de sus problemas de riñón.
Sus restos reposan para la eternidad en la Cripta Imperial
en la Abadía de San Miguel, Farnborough (Inglaterra) junto a los restos de su
marido y su hijo.
Eugenia de Montijo,
que pena, pena,
que te vayas de España,
para ser reina.
Por las lises de Francia,
Granada dejas,
y las aguas del Darro,
por las del Sena.
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