martes, 5 de enero de 2021

LA LEONA DE DON BENITO. Basado en hechos reales. Por dovane63

 

Los perros pueden llegar a realizar acciones asombrosas e inimaginables y su amor puede llegar a ser infinito, desde los perros guía a los perros de rescate, pasando por los que cuidan de nuestra seguridad olfateando explosivos y drogas o todos aquellos que simplemente nos hacen compañía todos los días y son leales amigos sin pedir nada a cambio, todos ellos, para mí, son grandes héroes. 


Famosos canes vimos por televisión y en el cine, animales que llegaron a ser verdaderas estrellas mundiales como: Rin Tin Tin… la perrita Lassie… Pancho… el de la lotería, pero no voy a hablar de ellos, sino de una perrita más cercana y humilde, una heroína anónima, perdida en la memoria de los hombres y que tal vez mereciera tener un recuerdo en esa tan llevada y traída últimamente “Memoria Histórica”.

Calle Polvillo, hoy Madre Teresa Jornet. Foto: D.S. Cordero.


Vivió en la calle Polvillo (hoy Madre Teresa Jornet) junto a la Plazoleta de San Gregorio, antes llamada como aquel pájaro “maldito”, del Cuervo, en Don Benito.  Su vida giró alrededor de ella, de sus calles y sus gentes.

 Se llamaba: “La leona”.




Era un tiempo de dolor, de odio entre hermanos, de la que parece que ser que resiste a terminar de una vez y para siempre, la Guerra Civil Española.



Efectos de los bombardeos en Don Benito.

Entre tanto odio, hubo un ser que luchó por la paz, este animal no distinguía de colores ni de bandos, más nos habría valido a los humanos seguir su ejemplo, a ella tan solo le preocupaba la seguridad de las gentes de su barrio, el de San Gregorio, su mayor recompensa era una caricia o un pedazo de pan duro…  tristes días oscuros, de sangre y hambre, fueron los que le tocó vivir.

Efectos de los bombardeos en Don Benito.

Siguiendo sus instintos ancestrales, uno de esos de los que los seres humanos carecemos,  y otro que estamos perdiendo a marcha agigantada (la compasión), “la leona” se dedicaba a ir casa por casa, alertando a sus vecinos con sus ladridos de la llegada de los aviones que veían todos los días a eso de las dos de la tarde a lanzar sus bombas sobre Don Benito. Con bastante tiempo de antelación, este perro los detectaba, debía tener un oído muy agudo, pues no dejaba una sola casa ni un vecino por avisar, me pregunto si este perro… ¿no sería un ángel?  o, ¿cuántas vidas salvaría?



Tenía su casa, “la leona”, en la calle polvillo nº 6, su raza canina era pastor alemán, una raza de gran fuerza e inteligencia, dice nuestra testigo que era muy cariñosa, que todo el mundo la quería y que el perro no se metía en su casa hasta que no había avisado a todos y estaban a salvo en los refugios, ella me dice que no  los utilizaba, pues junto con su familia se quedaban en el hueco de una gran escalera que se introducía en el asilo de las monjas que lindaba con su casa, refugio que se contaba que también sirvió de escondite al tristemente célebre asesino, Carlos García de Paredes, pues ahí tenía su casa.

Los dueños del perro en cuestión eran la familia Mayoral, el padre que no recuerda su nombre, la madre que se llamaba Rosa y los hijos, Pablo y Jorge que trabajaban ambos en los ferrocarriles.
Terminada la guerra, nuestra testigo abandonó la ciudad y nunca más volvió a saber de la leona, pero jamás la olvidó.

Jorge Mayoral a su llegada a Don Benito. Foto: Diego Soto Valadés

Cuando regresó ya convertida en una mujer casada volvería a saber para su sorpresa de esta familia pero no del perro, pues en el año 1954 el pequeño de los Mayoral, Jorge, fue recibido como un “héroe” por la banda de música, siendo acompañado por las principales calles de Don Benito por las autoridades y toda la población.

Jorge Mayoral a su llegada a Don Benito. Foto: Diego Soto Valadés

Jorge Mayoral Mora, combatió en la Primera y Segunda expedición de la División Azul y posteriormente combatió en una unidad de la Wehrmacht (las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945) en el llamado “Batallón Fantasma” compuesto solo por españoles y cuya misión era luchar contra los partisanos de Tito.

Combatientes de la Legión Azul.


Finalmente fue hecho prisionero a finales de marzo de 1945 cerca de Nitra (actualmente Eslovaquia) y llevado a Rusia donde pasó casi una década en un Gulag, donde muy  pocos fueron los que sobrevivieron al trato infrahumano que se les dispensó.

“La palabra Gulag ha venido a denominar además no solo la administración de los campos de concentración sino también al sistema soviético de trabajos forzados en sí mismo, en todas sus formas y variedades: campos de trabajo, de castigo, de criminales y políticos, de mujeres, de niños o de tránsito. O incluso más, los prisioneros en alguna ocasión lo llamaron «triturador de carne»: las detenciones, los interrogatorios, el transporte en vehículos de ganado, el trabajo forzoso, la destrucción de familias, los años perdidos en el exilio, las muertes prematuras e innecesarias”

  
Trabajos forzados en el Gulag


“Los prisioneros de los Gulags, si morían en el campamento, los guardias tenían que asegurarse de que realmente estaban muertos. Solían hacerlo con la bayoneta o simplemente con un martillazo en la frente.  Explicó un superviviente.”

Fue repatriado a España en el año 1954, llegando al puerto de Barcelona el 2 de abril en el célebre barco Semiramis. A su llegada dijo:

-   Yo tenía fe en volver algún día a España.

1954, llegando al puerto de Barcelona el 2 de abril

Se estima que más de 2000 extremeños combatieron en la División Azul para escapar de la miseria y el hambre, 34 eran de Don Benito.

Más de 200 extremeños encontraron la muerte.

Joaquina Escudero González. Foto: dovane63

¡¡Corred, que ya está ladrando la leona!! Aun le parece escuchar nuestra testigo cuando pasea por el barrio de San Gregorio, aunque han pasado más de 80 años y el recuerdo de este perro tan solo existe en un pequeño rincón, ya cada vez más tenue, de la memoria de la que fuera una niña en ese tiempo y que en ese momento tenía más de noventa años, Joaquina.

La profesora y política y birmana, ganadora del Premio nobel de la paz en el año 1991, Aung San Suu Kyi, sabiamente nos dice:

“La reconciliación está unida a la democracia, ya que es un sistema que acepta las diferencias y además incluye la responsabilidad de todas las partes para resolverlas pacíficamente”.

Jorge Mayoral Mora, falleció el día 18 de abril del año 2013 a los 90 años de edad en Madrid.
Joaquina Escudero González, falleció el día 30 de julio del año 2019 a los 91 años de edad en Don Benito.

Fuentes:
  • Rumbo a Rusia. Los voluntarios extremeños de la División Azul, de Infantes, Daniel / Gragera, Francisco.
  •  Los Gulag Soviéticos, www.lasegundaguerra.com
  • Joaquina Escudero González, testigo.

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