Entrevista al poeta extremeño Luis Chamizo, nos habla de su formación literaria, de su obra, de sus anhelos y de sus amores. Extraída de la revista “Crónica” de fecha 9 de noviembre de 1930. La ilustro con algunos curiosos anuncios que figuran en dicha publicación.
A la una y media de la madrugada, Luis Chamizo y yo
paseamos, lentos, avenida abajo. El poeta recuerda devotamente su pasado.
Nací en 1896, en Guareña (Badajoz). Mis padres tenían una
fábrica de tinajas; pero sin fortuna.
Con sacrificio podía dar a su único hijo alguna carrera. Y a los 16 años era contador mercantil. Quise estudiar Administración Militar, y en Ávila me dieron por inútil. Vine a Madrid e hice la carrera de Derecho. Murió mi padre, marché a la tierra y me quedé allí al frente del negocio por unos años, sin ocuparme, por falta de tiempo, de la abogacía.
Con sacrificio podía dar a su único hijo alguna carrera. Y a los 16 años era contador mercantil. Quise estudiar Administración Militar, y en Ávila me dieron por inútil. Vine a Madrid e hice la carrera de Derecho. Murió mi padre, marché a la tierra y me quedé allí al frente del negocio por unos años, sin ocuparme, por falta de tiempo, de la abogacía.
Escribí en aquellos años El Miajón de los Castúos (1921),
que prologó Ortega y Munilla. Fue una explosión.
Los periodistas me acosaron, los editores me ofrecían dinero
a cuenta de nuevos libros. Me asustó aquél éxito, que yo no esperaba tan
grande, y me fui a Extremadura a refugiarme en mis trabajos. Comencé a prepararme,
estudiando, leyendo clásicos castellanos, latinos, y sobre todo griegos. No me encontraba
con fuerzas para mantenerme en el sitial en que me habían colocado. Estudiando
los clásicos griegos, surgió en mí la idea de hacer teatro. De principio a El
poema de Extremadura, que aún no he terminado. Lo estará dentro de poco.
Ortega y Munilla, al final de su prólogo de El Miajón de los
Castúos, apunta el drama de Extremadura, la lucha por la conquista de la tierra
propia. Esto es: la pequeña propiedad contra la gran propiedad. Esta lucha me
da motivo para reflejar la tierra, describiendo el campo y sus faenas, las
costumbres y tradiciones: fiestas y dolores. Quiero que tenga cinco cantos.
Terminados hay cuatro en cinco mil versos. El último canto será lo primero que
haga ahora, cuando me marche a descansar y a estudiar de nuevo, antes de dar el
segundo paso. Que después de un éxito grande, siempre es peligroso.
¿Más obra?
Un libro de mi juventud: Vibraciones, que no he querido
publicar porque me da miedo. No es el estilo mío. Por el contrario, muy
castellano. Sin embargo, algún día lo daré, para que se note en él la
influencia que en mí ejercieron los poetas que se han destacado: Rubén Darío,
Villaespesa, Carrére, Antonio Machado.
Tengo—prosigue—el compromiso de una zarzuela.
En ella he de recoger el folklore extremeño, antes que se pierda
la música regional. El autor de la partitura será Leopoldo Magenti, que sabe
adaptarse muy bien al ambiente. Lo llevaré conmigo á que observe los tipos, los
chozos, el ambiente regional. Y haré mi obra después, sin apremios, despacio.
¿Anhelos de ahora, después del triunfo?
Mi ideal es muy modesto. Seguir tranquilamente en mi tierra,
cultivando mis campos, mis olivares , escribiendo a mi gusto, sin preocuparme de
la crítica ni del público y sin atender compromisos de Empresas ni Compañías.
Y cuando esté satisfecho de una obra, la daré en Madrid.
¿Por qué no reside aquí?
Me da un poco miedo Madrid. Creo que me estropearía
enseguida. Soy un hombre pacífico, a lo Gonzalo de Berceo, con mi sillón, mi
buen vino, mi mujer y mis hijas. Aquí, después de un gran éxito, me costaría
trabajo el trabajar; haría cosas forzadas para atender compromisos, y yo no
quiero eso. Cuando hago mis obras me gusta recrearme en ellas; las hago, ante
todo, para mí.
¿Su vida actual?
En Guadalcanal, el pueblo de mi mujer. Volviendo a lo de
antes, quizá algún día, por dar carrera a mis hijas (tengo cuatro), tenga que
venir a Madrid. Ahora tengo a las nenas (son pequeñas) con mi madre, en
Guareña. Y estoy rabiando por irme a su lado, deseando que me suelten de aquí.
El momento odioso de las opiniones ha llegado.
¿Gabriel y Galán?
Es el poeta de más corazón que hemos tenido en estos íntimos
tiempos. Era poeta porque Dios lo había hecho. Le faltaba cultura, y es lástima
que muriera tan pronto, porque hubiera hecho grandes maravillas.
¿Marquina?
Estando en Madrid, hace unos meses, asistí a una
representación de El monje blanco. Benito Cibrián y Pepita Meliá tenían ya Las
brujas. Si aquella noche tengo la comedia en mis manos, la hubiera roto. También los Machado.
¿Y don Jacinto?
El hombre más profundo y documentado de nuestro teatro. El
que si sigue la línea recta, sin concesiones a nadie. De él, lo que más me gustan
son Los intereses creados.
¿Pepita Meliá?
Creo que no la conocían como actriz dramática. Yo descubrí
que lo era en Sevilla, ensayando Las brujas, y le dije a Benito que era una
pena que siguiese dedicando sus valores al vodevil. Ahora celebro que la crítica
haya confirmado mis sospechas. De Benito Cibrián, que siendo un gran actor, es
aún más excelente como director de escena; de grandísima pulcritud y exigente, a
quien puede confiarse una obra de cualquier calibre. De toda la Compañía, muy
satisfecho.
Ha habido una pausa. El aire frío de la noche se clava en la
frente, y Chamizo enciende una sonrisa ligera en el recuerdo.
¿Qué le satisface más de su obra?
Lo que más se acerca a mi aspiración de cuanto tengo hecho
es el canto tercero, «La insolación», de El poema de Extremadura.
El poeta tiene para cada bocinazo insolente un suspiro, una evocación de su tierra. ¡El amor campestre de las soledades!
El poeta tiene para cada bocinazo insolente un suspiro, una evocación de su tierra. ¡El amor campestre de las soledades!
FIRMA: R. D.-A.
LUIS CHAMIZO Y EL HALCÓN MILENARIO
El pasado mes de junio tuvo lugar una nueva edición de uno de mis eventos favoritos, la Feria del Coleccionismo en la ciudad extremeña de Villanueva de la Serena, la visitamos el sábado por la tarde, pero desgraciadamente una tormenta obligó a muchos feriantes a retirar los artículos de sus puestos para protegerlos.
Volvimos el domingo, bien temprano antes de que apretara el calor, para ver todo con detenimiento. Me habría llevado infinidad de cosas, pero tenía bajo el presupuesto, así y todo me dio para darme algunos caprichos, entre ellos una réplica del Halcón Milenario de la serie Star Wars (soy un poco friki) y un libro.
Tiene este ejemplar una magnífica encuadernación en piel, con estampaciones y cortes dorados, conservando las cubiertas originales. Encuadernación especial, sin duda, para obsequio de personas importantes y en la guarda blanca tiene una breve dedicatoria. Se trata de una tercera edición de 1972 de las Obras Completas del poeta extremeño Luis Chamizo. ¡Qué casualidad! Le dije a Marisa, ahora que se cumplen 100 años de la publicación de “El Miajón de los Castúos”
Ya en casa y observando la dedicatoria de la guarda, algo cayó al suelo, es una tarjeta que se colocaría dentro de todos los ejemplares para obsequio y que me hizo pensar que la persona a quien fue remitido jamás lo leyó, tal vez pensaría como aquel estadista chino que decía: "leer demasiados libros es peligroso".
Tiene esta tarjeta una impresión a todo color del escudo de la provincia de Badajoz y clásica letra inglesa donde se lee “Presidente de la Excma. Diputación de Badajoz y Procurador en Cortes”.
La tarjeta perteneció a Manuel Romero Cuerda, fue también alcalde de Villanueva de la Serena entre 1963 y 1974, el último designado por la dictadura. Hijo del dombenitense Antonio Romero Alguacil-Carrasco y de María de los Ángeles Cuerda. Nació en Villanueva de la Serena el 21 de noviembre de 1916, y falleció en la misma localidad el 24 de febrero de 1978. Por parte paterna era sobrino carnal de José Romero Alguacil-Carrasco, alcalde interino de Don Benito en 1927 y en 1930.
Durante su mandato, la ciudad sufrió una gran trasformación en materia urbanística y de servicios, la construcción de la piscina municipal, ambulatorio, etc. y algunos proyectos polémicos, la demolición del Parque y la pérdida de edificios de gran valor histórico como el palacio del marqués de Torres Cabrera. Fue diputado provincial entre los años 1964 y 1979.
En 1976 se inauguró el campo de fútbol donde el Villanovense juega sus partidos, llevó su nombre hasta que fue eliminado en aplicación de la actual Ley de Memoria Histórica.
Curiosa esta coincidencia, ambos nacieron en un mes de noviembre, él en 1916 y Chamizo en 1894. También bajo su mandato y en 1967, fue inaugurado un instituto que más tarde llevaría el nombre de "Luis Chamizo" gracias a los acuerdos existentes entre los Ayuntamientos de Don Benito y de Villanueva de la Serena.
Agradecimientos:
Daniel Cortés González
Manuel González Calatrava
José Luis Capilla
Carlos Señor Nieto
D.S. Cordero
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