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En el presbiterio de la iglesia de Santa María y concretamente sobre la entrada a la Capilla dedicada a la Divina Misericordia,
se encuentra esta copia de un cuadro titulado: “Descanso en la huida a Egipto”,
fechado entre 1660 y 1665 y realizado por Bartolomé Esteban Murillo y que se
expone en el Museo del Ermitage, San Petersburgo, Rusia.
Fue comprado por el museo ruso en 1786, en la subasta de la colección de
Jean Louis Gaignat, coleccionista, bibliófilo y ex ministro francés de Luis XV.
Colección nutrida en gran parte gracias a la salida de numerosas obras de arte
de España a consecuencia de la invasión napoleónica en un triste e incontrolado
fenómeno de dispersión de nuestro patrimonio cultural, siendo el primer cuadro
español que adornó el Ermitage.
El tema de este cuadro está basado en la literatura apócrifa, inspirado por
el libro de Francisco de Pacheco “El arte de la pintura”. Se describe la huida
apresurada de la Sagrada Familia a Egipto no pudiendo llevar consigo comida ni
ropas y lo difícil de su viaje. Contiene los elementos característicos de la
pintura del maestro sevillano: paisaje, figuras y un gran bodegón.
Aparte de este cuadro, Murillo realizó otra de temática similar, obra que se
encuentra también fuera de España, concretamente en la colección Strafford en
Inglaterra, fue adquirida en 1805 por el agente William Buchanan y llevada a
Londres, para formar parte de la colección del cuarto marqués de Hertford.
En esta versión el recipiente que transporta el agua es una calabaza de
peregrino, mientras que en la nuestra es una gran botella forrada de cuero para
defenderla de pequeños golpes, la vemos junto a unas bonitas alforjas de paño,
bajo el Niño dormido.
LA ANUNCIACION
Este es otro de los grandes cuadros que adornan el presbiterio de la iglesia
de Santa María en Don Benito, se encuentra sobre la entrada a la sacristía, se
trata de una copia del cuadro titulado: “La Anunciación”, realizado hacia el
año 1650 en óleo sobre lienzo por Bartolomé Esteban Murillo, afortunadamente se
encuentra en España, en el museo del Prado.
El tema de este cuadro es seguramente uno de los más representados de la
iconografía cristiana, describe el encuentro entre el arcángel San Gabriel y la
Virgen María. Gabriel se le aparece a María y le anuncia que se convertirá en
la madre del Señor. Ella le pregunta que cómo puede ser, si ella es virgen. El
arcángel le contesta que el Espíritu Santo descenderá sobre ella y que después
dará a luz al que llamarán el Hijo de Dios. María le contestó: “He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
El escenario está compuesto por unas nubes en uno de los primeros intentos
de Murillo de imaginar las etéreas glorias celestes, se abren en una amplia
claraboya que da paso al Espíritu Santo en forma de paloma blanca. Lo bordean
los típicos ángeles de Murillo, para los que el artistita tomó como modelos sus
propios hijos, os habréis fijado que todas las Vírgenes de Murillo se parecen,
la explicación es muy sencilla y es que la modelo era su propia esposa, Beatriz
de Cabrera y Sotomayor.
La Virgen se encuentra casi por completo de frente. Sus manos están cruzadas
sobre el pecho, lo que simboliza su actitud de aceptación. El arcángel se
encuentra en tierra, con sólo una rodilla apoyada en el suelo, y de perfil; su
actitud, como se observa en la mitad superior de su cuerpo, es aún muy
renacentista. En las manos sostiene unos lirios, símbolo de la pureza de la
Virgen María.
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