sábado, 21 de octubre de 2017

DON BENITO. LOS MUERTOS

 

Llegó el otoño, una época que nos trae tristeza, lluvia, viento, oscuridad… y también el recuerdo de seres queridos que un día se marcharon de este mundo, su memoria renace con fuerza cuando se acerca la festividad de Todos los Santos. 

 


El camposanto de nuestra localidad acoge los restos mortales de numerosos personajes que de una manera u otra forman parte de nuestra  historia más reciente y a los que el tiempo está condenando al olvido, personajes que tienen este cementerio como última morada y lugar de descanso eterno.

En esta nueva serie, que espero sea de vuestro agrado, veremos su tumba, también leeremos su epitafio, el que según Ramón Gómez de la Serna es “la última tarjeta de visita que se hace el hombre” y una pequeña reseña sobre quienes fueron.

Para el primer episodio he elegido a Don Celestino Vega Mateos, médico y poeta.



Don Celestino vino al mundo en el año 1901 en el bonito pueblo cacereño de Serradilla. A la temprana edad de 11 años ya escribió su primera novela titulada: “La Duquesa del Manzanar” y cuya entrañable dedicatoria dice así: “A mi querida abuela dedica esta humilde novelita como el símbolo del cariño que le profesa su nieto”.


A los 18 años funda con unos amigos “El Ateneo Serradillano” y “La Biblioteca Circulante”, en Serradilla. En 1921 publica una recopilación de poesías bajo el título: “De las Divinas Inquietudes” y en 1926 se gradúa en Medicina por la Universidad Central de Madrid y se especializa en Oftalmología, trasladándose a Don Benito junto con su joven esposa Doña Felisa Rodrigo García, donde ejerce su noble profesión.

Su obra más destacada, dedicada a su hijo fallecido a los 12 años, es “El Juguete Caído” que se publicó en el año 1970, año de su muerte.

“Mi hijo Rafael, cayó repentinamente muerto, cuando jugaba con los amigos. Aquella tarde volví, a casa, trayendo sobre mi hombro su cabeza transida”. 


Sus restos mortales reposan juntos en esta tumba del cementerio de Don Benito, situada al principio, en la pared izquierda del camposanto.


Pero los versos más conocidos por los dombenitenses son sin lugar a dudas los que grabó en piedra, su amigo, el escultor Enrique Pérez Comendador, en el monumento al agua y la tierra para la plaza de España de la localidad, ¿Quién no los ha leído alguna vez?, ¡que levante la mano!


Son muchos los avances que experimentó nuestra ciudad gracias a los sabios consejos y colaboraciones de este médico, poeta y humanista, hombre querido y respetado por todos.



Dio mucho a Don Benito, participó en mejoras como las del parque, la biblioteca y numerosas reformas urbanas, el Centenario de Donoso Cortés, la restauración y embellecimiento de la iglesia de Santiago, la Plaza y su Fuente Monumental, entre muchas otras.


Os dejo el bellísimo poema “Romance del río Guadiana”, muy solicitado por alguno de vosotros, donde se leen los famosos versos de la fuente, dice así:

Por las vegas soleadas
“lenta pereza tendida”
va el Guadiana,
espejando medias lunas
de los cuernos de las vacas.

Va soñando una canción
“agua muda y encantada”
de hazañas de aventureros
y quimeras de la mancha
que se van al mar por este
camino real de plata.

Rio que muere y renace,
fiel escudero Guadiana;
“tristeza y melancolía”
vena desangrada de agua,
hijo de siete lunas
que merlín tiene encantadas

Nació de tu vientre verde
la calentura terciana
que la faz de Hernán Cortéz
dejó siempre aceitunada.

Y cuando llegas a Emérita
“otra itálica enterrada”
ceremonioso compones
tu toga de espumas blancas
bajo los arcos triunfales
de la ancha puente romana.

Ya no hay alcaldes de Mesta,
ni flautas en las majadas,
ni va el carnero adalid
bebiendo y besando el agua.

Fueron a las altas sierras
hasta una nueva otoñada,
por caminos trashumantes
cordel de noventa varas.
y no han vuelto; la tristeza
hace de tus aguas lágrimas,
que en el viejo cauce beben
las adelfas olvidadas.

Ahora renaces de nuevo
“agua fecunda y domada”
en las mil acequias rectas
por tierras cuadriculadas
que han de regar sementeras
de riquezas y esperanzas.

¡Lenta pereza tendida!
¡Sueños de cielos y aguas!
¡Rio que renace y muere!
¡Guadiana, lento Guadiana!

1 comentario:

  1. Gracias por acercarnos a este ilustre personaje, Dovane!
    Me ha encantado la poesía del juguete caído dedicada a su hijo fallecido, es preciosa��
    I.R.M.

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