El 3 de septiembre de 1779, españoles y comanches se encuentran frente a frente en una cañada.
1750, Los comanches comenzaban a desplazarse hacia el sur,
tratando de arrojar a los apaches de los territorios de Nuevo México y Texas.
La ferocidad y crueldad de los recién llegados (a quienes los españoles
apodaban “los espartanos del desierto”) empujó a los apaches a sellar la paz
con los españoles para luchar contra el enemigo común.
Todo el mundo temía a
los apaches, pero hasta los apaches temían a los comanches.
Los comanches se
convirtieron en el terror de todo el sudoeste americano. Ni blancos ni indios
estaban a salvo de sus incursiones, que siempre se saldaban con decenas de
muertos. Hasta que llegó en 1779, el comandante Juan Bautista de Anza, criollo nacido
en Fronteras (Estado mexicano de Sonora), su padre era un militar y hacendado
de Hernani (Guipúzcoa).
Anza reclutó una tropa formada por cien dragones de cuera
(un cuerpo especial de caballería creado para luchar contra los pieles rojas) y
otros cien guerreros apaches, y con ellos marchó hacia Arkansas. A medida que
se adentraban en territorio comanche, el comandante ordenó cabalgar de noche y
prohibió encender fogatas. Finalmente, los expedicionarios localizaron a los
indios. Las distintas tribus se habían agrupado bajo el mando del jefe Cuerno
Verde (Tabivo Naritgant, o "Dangerous Man”).
Los españoles odiaban a
Cuerno Verde porque había asesinado a sangre fría a cientos de prisioneros.
Atribuían esa crueldad a la ira que le produjo la muerte de su padre por las
tropas españolas. Su perseguidor, también había perdido a su padre cuatro
décadas antes a manos de los apaches.
El 3 de septiembre, españoles y comanches se encuentran
frente a frente en una cañada. Anza engañó a sus enemigos haciéndoles creer que
huía, pero en realidad les estaba atrayendo hacia un pantano en el que el
grueso de sus fuerzas estaba emboscado. Los comanches caen en la trampa y se
libra una encarnizada batalla. Cuentan que el jefe Cuerno Verde llegó a batirse
cuerpo a cuerpo contra diez enemigos.
“Una tan bizarra cuanto gloriosa defensa”, escribió el
propio Anza.
Muere el cabecilla comanche, otros cuatro jefes y numerosos
guerreros, entre ellos un hechicero que se creía inmortal y
desafiaba a sus enemigos a pecho descubierto.
Los españoles bautizaron el lugar donde se libró el combate
como Los Dolores de María Santísima (en las montañas Greenhorn). Luego, pasaron
varios días reuniendo a los líderes comanches supervivientes para sellar el fin
de las hostilidades.
Se firmó un tratado y la paz se mantuvo en los territorios del
oeste, salvo incidentes aislados, hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando los
territorios españoles pasaron finalmente a manos estadounidenses.
FUENTES:
FUENTES:
- JUAN BAUTISTA de ANZA AND THE BATTLE OF GREENHORN, de Ione Mil
- The University of Oregon : http://anza.uoregon.edu/
- http://sangres.com/history/deanza.htm
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