Un 12 de mayo pero del año 1191, contraían sagrado matrimonio el guerrero más famoso de su época, el legendario Ricardo Corazón de León y la bella princesa navarra Berenguela en la isla de Chipre tras arrasarla los ejércitos ingleses a sangre y fuego para rescatar a la princesa de sus captores (de película… ¿no?)
Esta reina era desconocida incluso para sus propios súbditos
pues nunca llegó a pisar suelo británico y lo sigue siendo en gran parte a día
de hoy.
En cambio este rey ha sido ampliamente mitificado por la
literatura y sobre todo por el cine (cómo no recordarlo acompañando al famoso
Robin Hood).
Su apodo, Corazón de León, hace referencia a su valentía y a
su corazón indomable, gran guerrero y el máximo exponente del modelo de caballero
medieval, pero hay muchos aspectos que juegan en su contra y hacen que se nos
caiga el mito, por lo menos a mí, pues este soberano oprimió económicamente en
gran manera a la iglesia y a sus súbditos con el fin de costear la guerras
constantes en las que tuvo inmerso a su pueblo. Prefería vivir en los dominios
de su madre en Francia y no pasó más de ocho meses de su reinado en Inglaterra
y para colmo de males ni tan siquiera hablaba inglés, sólo francés. Eso sí, era
bien parecido y de exquisita educación.
Berenguela nació en Pamplona en el año 1166, era hija de
Sancho VI el Sabio, rey de Navarra y Sancha, reina consorte de Navarra.
El compromiso de su matrimonio fue concertado por Leonor de
Aquitania, al convertirse su hijo Ricardo Plantagenet en rey tras el
fallecimiento de su padre, el rey Enrique II. Se habían conocido años atrás
cuando Berenguela contaba tan solo con 11 años de edad en un torneo que disputó
Ricardo celebrado en Pamplona. Su madre insistió para que se casaran antes de
su partida a Tierra Santa para conquistar la ciudad de Jerusalén. Ricardo había
estado comprometido años antes con la princesa Alys, hermana del rey Felipe II
de Francia, que se comenta era la amante de su padre el rey Enrique II y el
compromiso se rompió en 1190.
Berenguela acompañada de Juana, la hermana de Ricardo,
embarcaron en la flota británica y llegaron a Sicilia para reunirse con su
prometido pero, al ser Cuaresma, el matrimonio no pudo celebrarse y hubo que esperar. Ella le
acompaño de buen grado pues se enamoró profundamente de Ricardo, pero éste en
el viaje demostró que lo único que le interesaba era asegurar su descendencia
por si algo le ocurría en la guerra, pasando al poco tiempo a estar más
interesado en la que dicen sus verdaderas pasiones: los trovadores de la corte
y las batallas que le esperaban al desembarcar (hay historiadores que lo
declaran abiertamente homosexual y otros que lo niegan).
Tras una gran tormenta que sorprendió su travesía, el barco
de Berenguela naufragó en la isla de Chipre y fue apresado por el gobernante de
la isla, Isaac Comneno que al conocer la identidad de sus ocupantes pidió un
gran rescate. Ricardo, mancillado en su honor, arraso la isla y allí mismo por
fin se casó con Berenguela, en la Capilla de San Jorge en Limassol. Tras esta
boda marchó a las Cruzadas quedando su esposa en la fortaleza de San Juan de
Acre pero ante la tardanza del regreso de su marido se decidió que marchara a
Poitiers, ciudad francesa que pertenecía en ese tiempo a la corona inglesa,
donde esperó y esperó. Cuando Ricardo volvía de Tierra Santa fue capturado por
el rey Leopoldo de Austria y tras pagar una gran suma de dinero por su rescate
(que la misma reina en parte se encargó de recaudar), sus caminos tampoco
volverían a encontrarse pues su atención se centró en su reino y no en su
reina, marchando directamente a Inglaterra para salvar su trono que pretendía
su hermano Juan sin tierra.
Allí en Poitiers permaneció esperando el ansiado regreso de
su marido, olvidada por todos. Muerto Ricardo en el año 1199 a causa de una
herida mortal recibida en el sitio de Chalus, la reina quedó viuda, empobrecida
e ignorada por la familia de su marido, pasando posteriormente a vivir en la
villa de Le Mans, que gobernó durante veinticinco años con sabiduría y firmeza.
Finalmente el sucesor del rey Juan reconoció sus derechos y envió la herencia
que se le pertenecía.
Murió Berenguela un 23 de diciembre de 1230, dejando su gran
legado, la magnífica abadía de Epau en Le Mans, que todavía se mantiene en pie.
Durante unas obras de restauración de la abadía en el año 1960 se descubrió el
que pudiera ser su esqueleto.
Su tumba y su efigie se encuentran en la Catedral de San Julian en Le Mans, donde una inscripción dice:
"A su soberana majestad, a la belleza y a la bondad, virtudes de su juventud, se agregaron su grandeza en la adversidad y su resignación en el sacrificio".
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