jueves, 25 de enero de 2018

ESPOSA O... NADA




25 de enero de 1533, tras veinticuatro años de matrimonio, el rey solo tiene ojos para una de las damas de la reina. Está obsesionado con esta bellísima mujer que se niega a entregarse hasta no estar absolutamente segura de que se casarán, no será su amante, será su esposa o nada, su nombre: Ana Bolena.


Enrique la regaló una joya para expresarla su amor y el fin de sus ansias.

- Prefiero mil veces, rey señor mío, le dijo, perder la vida que la honestidad, que es la mejor parte de la dote que conmigo recibirá el haya de ser mi marido.

Muy bien, señora, contestó el rey, a pesar de eso viviré de esperanzas.

Siete años duró este asedio amoroso.

En Inglaterra se discute la anulación del matrimonio real y mientras Ana y Enrique viajan a Calais, ella parece estar ya segura que su destino estará a ligado a Enrique y ya siente la corona sobre su cabeza y por fin se entrega al rey.


Según algunos historiadores, como consecuencia de este viaje, Ana quedó embarazada y esto hizo que fuera absolutamente necesaria una boda urgente, por el bien de la legitimidad del niño.


El rey aún no había obtenido la nulidad de su matrimonio, si tardaban en casarse, automáticamente el niño sería nombrado bastardo y por lo tanto,  incapaz de sentarse en el trono después de Enrique, esto suponía un gran riesgo para los intereses de Bolena, y se concertó una ceremonia secreta, pasaría de este modo el rey a convertirse en bígamo, pues legalmente aún estaba casado con Catalina, pero por el bien de la criatura el rey accedió a los deseos de Ana.


En el amanecer del 25 de enero, algunos de los consejeros más cercanos al rey y miembros de la familia de Ana se reunieron en la capilla del palacio de Whitehall, donde se llevó a cabo una sencilla ceremonia oficiada por el capellán del rey, hubo cuatro o cinco testigos, todos juraron mantener el secreto sobre el evento. 

Palacio de Whitehall

Fruto de este matrimonio nacería una niña, que reinaría como Isabel I.

Poco tiempo después, el 1 de mayo de 1536 se celebraba un torneo en Greenwich en el que participaba un caballero llamado Norris. A la reina se le cayó su pañuelo a la arena. Norris lo cogió con su lanza, se limpió el sudor de la frente con él y se lo devolvió a la reina. Sobre este hecho tan inocente e insignificante se fundó la acusación de adulterio contra la reina, que habría de morir decapitada 19 días después, no bajo el hacha del verdugo, sino bajo el mandoble, introducido en las ejecuciones de estado desde este acto.



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