jueves, 21 de septiembre de 2017

CARLOS V



21 de septiembre de 1558. En Extremadura muere  Carlos V a los 58 años, desdentado y con la apariencia de un hombre de setenta años, habia decidido abdicar y retirarse a Cuacos de Yuste en busca de su particular refugio del guerrero y de un clima propicio para la gota.

 



Allí le eran enviados toneles de cerveza alemana y flamenca, sus predilectas; ostras de Ostende; sardinas ahumadas; salmones; angulas; truchas; pasteles enviados por su madre; salchichas picantes; magros chorizos, etc., que no hicieron sino empeorar su estado de salud hasta el punto de tener dificultades hasta para vestirse solo. Finalmente falleció de fiebre palúdica, causada por la picadura de un mosquito proveniente de uno de los estanques construidos por el experto en relojes e ingeniero hidrográfico Torriani.
 

Además de estar aquejado por el mal de la gota, en su época era enfermedad de ricos y poderosos producida por los excesos de comida y bebida, padecía otras enfermedades que eran tratadas con brebajes de distintas hierbas y amuletos medicinales.


El uso medicinal del amuleto consistía en cubrir con ellos para alejar la enfermedad:

- Piedra azul contra la gota.
- Piedras engarzadas en oro, contra las llagas supurantes.
- Brazaletes y anillos de oro, contra las hemorroides.

En los últimos días de su vida decidió estar presente en su propio funeral, por lo que con el consentimiento de su confesor se celebró el velatorio o vigilia de difuntos y a la mañana siguiente la misa de Réquiem.


Además, expresó el deseo de ser enterrado bajo el altar mayor de la iglesia del Monasterio de Yuste “de manera que el sacerdote al decir misa tenga sus pies sobre mi pecho y cabeza” en señal de eterna humillación.


Era muy supersticioso, tenía predilección por el 24 de febrero, pues era una fecha característica de sucesos culminantes en su vida. Nació en Gante el 24 de febrero de 1500; subió al trono el 24 de febrero de 1518; ganó la batalla de Pavía el 24 de febrero de 1525; fue coronado de modo solemne por el Pontífice Clemente VII el 24 de febrero de 1529; entró triunfante en Gante el 24 de febrero de 1540 y, por último, abdicó la corona el 24 de febrero de 1556.


Nunca perdió su barba, incluso momificado. Su cuerpo sufrió varias profanaciones en el transcurso de la historia. En 1868, los revolucionarios de “La Gloriosa”, victoriosos tras haber echado a Isabel II de Borbón del trono español, abrieron la tumba de Carlos V en El Escorial y se encontraron con algo curioso, el emperador se había momificado de forma natural, probablemente por las condiciones de temperatura y humedad presentes en el momento del enterramiento. Cientos de curiosos pudieron visitar el seco cadáver de quien había sido la persona con más poder en el mundo siglos atrás. Dicen que alguien ofreció a uno de los guardas una moneda de 20 reales para llevarse un pequeño suvenir, su dedo meñique. Así fue como la momia de Carlos se quedó sin uno de sus dedos y fue enterrada de nuevo tras ser mutilada. Poco después, el dedo llegó casualmente a manos del Marqués de Miraflores, que se quedó con él hasta 1912, año en el que decidió enviarlo al por entonces rey de España, Alfonso XIII. Éste mandó depositar el dedo en una urna en El Escorial.


En 1936, durante la Guerra Civil, la momia fue exhumada de nuevo por unos milicianos que llegaron incluso a tomarse fotos con ella. Desde entonces ha permanecido tranquila en su tumba del Monasterio de El Escorial. Transcurridos los años, el Dr. Julián de Zuluaga (experto en medicina tropical) vio en un periódico la fotografía de un soldado republicano abrazado a una momia: era el cuerpo momificado de Carlos V, exhumado durante un asalto a El Escorial, en la Guerra Civil Española. El Dr. pidió permiso al Rey Juan Carlos I para exhumar de nuevo el cuerpo y analizarlo en busca de la causa de su muerte. Don Juan Carlos no lo concedió, pensaba que bastantes avatares había sufrido la momia como para volverla a manipular. En el 2004 un alto cargo del Patrimonio Nacional, informó a Julián de lo ocurrido en la Gloriosa, por lo que volvió a solicitar autorización al Rey Don Juan Carlos para analizar únicamente el dedo meñique, permiso que finalmente le fue concedido, y gracias al cual sabemos la verdadera causa del fallecimiento de Carlos V, el paludismo.

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