sábado, 13 de abril de 2024

DON BENITO. ¡QUERÉIS PECEEES!



Recuerdo aquellas mujeres con cestas de mimbre apoyadas en sus caderas recorriendo las calles de la ciudad mientras gritaban ¡QUERÉIS PECEEES! Muchas familias vivían de la pesca, se pescaba con barca y con redes.

La mercancía provenía principalmente del río Guadiana y sus afluentes, las especies más comunes eran: picones, bordallos, barbos, carpas, colmillos, pardillas y bogas.

 

Bogas
 

Nunca podré olvidar aquel fuerte olor de las bogas asadas, y a mi padre junto a la parrilla.

 

JERIMOJE DE BOGAS

 

Previamente las había limpiado con agua y sal, también asaba los ajos, luego añadía tomates, cebolla, guindas verdes, vinagre y aceite para preparar el jerimoje que añadía a las bogas.

 

Mi padre, con un trofeo ganado en un concurso de pesca. Foto: Archivo dovane63

 

Es de esos sabores que se quedan en la memoria del paladar durante el resto de tu vida. Este plato formó parte de la carta de muchos bares de nuestra ciudad, lástima que con la globalización estos platos típicos de la gastronomía dombenitense se hayan perdido, al igual que nuestras especies autóctonas de peces, por la introducción de otras invasoras.

LOS VIEJOS PESCADORES

El eco de la voz de los viejos pescadores hace tiempo que se lo llevó la corriente de la vida, ya solo queda el susurro del agua y algunos testimonios de familiares y amigos.

Viajamos hoy en el tiempo, hasta 1970, para conocer a Ramón Mora García de 80 años y José Mora García, de 73. Pescadores e hijos de pescadores, que describen como era el oficio de pescador y aportan datos sobre esta ancestral práctica.

 

José y Ramón con el corresponsal Critilo. Foto: Murillo Fernández
 

Ramón comenzó en el oficio a los 14 años, pescó en el Guadalquivir por Alcolea y El Carpio y en el Tajo. También en el Tormes.

 

José (80 años) y Ramón Mora (73 años). Foto: Murillo Fernández

 

En aquellas expediciones de pesca se agrupaban varios pescadores, tres por barco. Embarcaban los barcos y los burros en el ferrocarril hasta la estación más próxima y desde allí, a lomos de los burros hasta el rio.

La tripulación la componían tres hombres, dos que pescaban y un tercero que vendía o facturaba la pesca.

Durante la temporada de pesca vivían a la orilla del rio, allí dormían y comían. La cama la hacían con unos haces de retamas, atarfes o tamujos, y sobre ellos haldas con paja. Si el frio apretaba, el barco hacía de techo.

Estas expediciones venían durando entre cuarenta días y tres meses.

Contó Ramón que, en una ocasión, estando acampado a la orilla del rio Tajo, rio encajonado, uno de los que dormían, al dar una vuelta dormido, metió la mano en el agua. El Tajo crecía y hubo que levantar el campo a toda prisa para salvar la vida.

 

José Mora. Foto: Murillo Fernández

 

Las especies que capturaban eran bogas, pero también picones y bordallos. Lo hacían con trasmallo o tarraya y a mano, metidos en el agua.

En una ocasión mientras faenaban en el Tajo, cerca de la Portilla, a padre e hijo se los volteó el barco y tuvieron que salir vadeando para salvarse, ya que iba muy crecido el rio. El barco lo recuperaron 15 días después en lo alto de una peña.

Para pescar con trasmallo contaban con autorización y licencia. Pudiendo pescar dos o uno. Si es uno solo no usaban el remo sino el “palo balsero” que sirve de remo y timón, pero esta práctica estaba prohibida.

Ramón pescaba solo.

- ¿Cómo quieren que reme y eche el trasmallo?  Con el palo hago avanzar el barco, lo dirijo y puedo tender la red.

La tarraya es como una bolsa de red. Se echa sobre las ovas y luego se recoge.

También utilizaban la técnica denominada “encapullerarse”, que consiste en zambullirse a pescar en las cuevas a mano, cada zambullida podía durar como máximo un minuto.

Ramón cuenta que durante una de aquellas jornadas estuvo “encapullándose” durante tres horas en el rio Ruecas y sacó tres arrobas de peces. Aunque al terminar tuvo tanto frio que lo pasó verdaderamente mal, porque no solo es hundirse sino adentrarse nadando bajo el agua en la cueva, y coger con la mano el pez, salir y entregar. Volver a hundirse para entregar de nuevo. El que recibía los peces era su hijo Pablo.

Tanto en Don Benito como en Villanueva existían importantes gremios de artesanos que fabricaban las barcas.

Barca de Don Benito, Museo del Territorio "Torreón del Recuerdo".Baños de la Encina (Jaén)
 

Eran de forma romboidal y de fondo plano con poco calado. Recuerdo que yendo con mi padre al Guadiana para pescar con caña, en la orilla y sumergidas vi varias de estas barcas.

- Mira papa, ¡un barco hundido!

Pero no, se sumergían a propósito para que hincharan, ya que estaban hechas de madera de pino, y si estaban mucho tiempo expuestas al sol y al aire, se llenaban de grietas y por ahí se filtraba el agua.

 

Cruzando el Guadiana durante una crecida. Foto: D.S. Cordero

 

En aquella época Don Benito contaba con unos setenta pescadores aproximadamente y unos cincuenta barcos. Estos hombres no solo se dedicaban a la pesca, sino que también eran jornaleros, esquiladores o segadores, pues la pesca, por si sola, no daba para vivir.

 

Redes de pesca en la plaza de Extremadura de Don Benito. Foto: D.S. Cordero

 

La profesión de pescador era hereditaria y formaban grupos por familias, los Bravo, los Nieto, los Mora, los Ontiveros, los Calderón…

 

Pescador reparando sus redes. Foto: D.S. Cordero


FUENTES Y AGRADECIMIENTOS:

  • Diario HOY. Domingo 22 de febrero de 1970
  • José María Rodríguez Valle. CEO LAENCINA TURISMO. BAÑOS DE LA ENCINA (JAÉN)
  • Museo del Territorio "Torreón del Recuerdo". Baños de la Encina (Jaén)
  • Diego Soto Valadés. Cronista Oficial de Don Benito.
  • Diego Sánchez Cordero.
  • Julián Mora Aliseda. Cuadernos Populares nº 22. LA PESCA FLUVIAL EN EXTREMADURA. UN MODO DE VIDA. 
  • Daniel Cortés González. 
  • Museo Etnográfico "Agustín Aparicio" de Don Benito.

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