jueves, 28 de septiembre de 2023

MEDELLÍN. LAS HIJAS DEL VIENTO


Actualmente la función de las veletas es más bien decorativa, pero en un pasado no muy lejano, su servicio era muy importante sobre todo para los agricultores ya que muchas de sus actividades se basaban en la dirección y velocidad del viento.
 
El viento tiene una serie de efectos beneficioso sobre los cultivos, permite la renovación del aire facilitando la transpiración de las plantas. Mueve las capas de aire frio, evitando las heladas nocturnas y ayuda al secado de las cosechas y siegas. Cuando es fuerte puede eliminar pulgones, aunque si es muy fuerte puede dañar los cultivos y erosionar el terreno.
 
 

 
 Este indicador del viento está vinculado a una cruz que señala los cuatro puntos cardinales. Debe instalarse este mecanismo para poder cumplir su función lo más alto posible.
 
 

 
 En la villa de Medellín generalmente reinan dos vientos, el de componente norte y que tanto agradecemos en las calurosas noches de verano, al que llamamos “gallego” y a los templados o cálidos de componente sureste “solano”.
 
En el Metellinum romano debieron de existir las veletas, aunque no hay constancia de su hallazgo en las últimas campañas arqueológicas. Prueba de ello es que ya se colocaron en el Ágora romana de Atenas, construido entre los años 19 y 11 a. C.
 
 
La  Torre de los Vientos - photo Andreas Trepte, www.avi-fauna.info.

 
También este instrumento fue usado por los vikingos, lo colocaban en la proa de sus barcos de asalto, los famosos drakkars, ayudaban a navegar y a localizar la tierra. Una de estas piezas datada entre los años 980 y 1080 se conserva en el Museo de Historia de Estocolmo, Suecia.
 
 
Veleta vikinga - Foto: Ancient-Origins.es
 
 
La primera veleta que vemos en Medellín si caminamos por la calle Tlaxcala, se encuentra en la iglesia de Santa Cecilia, de un arruinado pináculo sobresale un ligero vástago, en su base un pequeño orbe del que arranca una cruz de forja, de tipo griego y “flordelisada” (con remate de sus puntas en flores de lis) al modo de las cruces de Calatrava o Alcántara; ha perdido el banderín y la punta de la flecha está incrustada en el vástago, hace tiempo que perdió su función, ya que está arruinada. 
 
 

 
Existe otra en la Torre del reloj, formada por una banderola de dos colas y la punta de la flecha representa la cabeza de un reptil o serpiente sobre un fuerte vástago rematado por un elemento de forja.

 

 
 En la antigua iglesia de San Martín podemos ver dos.
 
En la torre y sobre un orbe de piedra, una muy parecida a la que se encuentra en la torre del reloj, banderola de dos colas con marcas de disparos y punta de un elemento de forja sobre un vástago rematado también por otro elemento de forja.
 
 

 
 
La que se encuentra a la derecha del ábside, se compone de un orbe de piedra del que parte un fuerte vástago de forja con una gran banderola de tres puntas, el ornamento de la flecha representa la cabeza de un gallo, esta rematado por una gran cruz “flordelisada” de Calatrava o Alcántara.
 
 
En el siglo IX, el Papa San Nicolás, decretó que en la parte más alta de las torres de iglesias y catedrales se colocaran las figuras de los gallos en las veletas, para recordar de esta forma el pasaje en el que san Pedro negó tres veces a Cristo.
 
 

 
 
La de la antigua iglesia de Santiago, hoy Centro de Interpretación del Parque Arqueológico, es muy curiosa, sobre un gran orbe metálico, arranca un vástago que hace de eje de un frágil banderín de dos puntas del que arranca una gran cruz radiada, es el exagerado dedo índice de una mano el que indica la dirección del viento.
 
 

 
 
En Medellín hubo muchas más, en la torre que hacía de campanario de la desaparecida iglesia de Santa María del Castillo y que se encontraba en la muralla del castillo, en los conventos, en los molinos, etc. pero... se las llevó el viento.
 
 

 
 Foto realizada por Layna Serrano desde la torre del homenaje del castillo de Medellín en la que se aprecia la veleta de la torre campanario que se encontraba en la muralla.