Isabel I, hija de Ana Bolena, es la única reina inglesa que nunca se casó, a pesar de los muchos hombres que lucharon por su mano. Tras la muerte de su padre, el rey Enrique VIII, era la tercera en la línea de sucesión al trono, tras sus hermanastros Eduardo y María.
Eduardo reinó solamente durante 6 años, moriría de unas
fiebres y antes de fallecer nombró a su prima Lady Jane Grey como su sucesora,
su periodo de reinado fue brevísimo pues solo duró 13 días.
María fue la siguiente y su reinado también fue corto, solo
cinco años, la gripe se la llevó sin descendencia en 1558, pasando Isabel a
convertirse en Reina de Inglaterra, Gales e Irlanda. Fue coronada el 15 de
enero de 1559.
Esta reina era una firme creyente en la astrología, mantuvo
siempre cerca de ella a un “asesor” personal llamado John Dee, un reconocido
matemático, astrónomo, astrólogo y alquimista. Fue pionera en la legislación
para ayudar a alimentar a los pobres. Supervisó los primeros intentos de alivio
de la pobreza de la nación, instauró impuestos obligatorios hacia este fin, que
culminaron con la Ley Isabelina de los Pobres de 1601. Además de su inglés
nativo, era conocida por su fluidez hablando francés, italiano y latín,
llegando incluso a traducir colecciones de extensos textos a estos idiomas.
También se dice que hablaba español, galés, irlandés, flamenco, griego y una
lengua ahora muerta de Cornualles.
Sir Walter Raleigh |
Rechazó propuestas de matrimonio de todos los gustos, desde
el rey Eric XIV de Suecia, el archiduque Carlos de Austria a los hermanos
franceses Enrique III y Francisco, Duques de Anjou. A lo largo de su vida su
único amor verdadero fue su amigo de la infancia Robert Dudley. Sobre amores
secretos, se la relaciona con el aristócrata y escritor Sir Walter Raleigh,
Robert Devereux, 2 º Conde de Essex y Lord Christopher Hatton.
Su reinado es conocido por los ingleses como "La edad
de oro”, por el florecimiento de las artes, sobre todo del teatro renacentista,
los más famosos dramaturgos de esa floreciente época fueron: William
Shakespeare y Christopher Marlowe, casi nada...
Durante sus últimos años de vida, empezó a sufrir de ataques
de melancolía, lo que hoy llamaríamos depresión. Hay una serie de posibles
causas de su muerte, una de ellas nos dice que después de padecer la viruela a
principios de 1560, sufrió cicatrices faciales y pérdida de cabello.
Mantuvo
las apariencias con una amplia provisión de pelucas y la aplicación de
maquillaje blanco sobre su rostro. Una creencia es que murió debido al envenenamiento
de la sangre, que podría haber sido causado por la composición del maquillaje
de la época cuya base era el plomo. Estas formas mortales de maquillaje eran
extremadamente tóxicas y peligrosas, podían causar la muerte si se aplicaban
continuamente sobre la piel, pero no hubo manera de que los médicos de la reina
pudieran certificar una causa de su muerte, porque no permitieron que nadie la
examinara, murió el 24 de marzo de 1603.
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