jueves, 16 de abril de 2020

VISITANTES DE ESCRITORIO. Hoy: Esteban Mira



El amigo que nos visita hoy es un gran historiador, un hombre en búsqueda permanente de la verdad y una de las máximas autoridades mundiales en referencia a la figura histórica de Hernán Cortés.


El articulo que ha querido compartir en el blog, seguramente os sorprenderá, es una entrevista ficticia  al mismísimo Cortés.

Esteban Mira Caballos nació en Carmona (Sevilla) aunque reside en Extremadura desde 1994. Es doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla en la que obtuvo la máxima calificación de sobresaliente Cum Laude por unanimidad.




También es miembro correspondiente extranjero de la Academia Dominicana de la Historia (2004) y del Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas (2012).



Está especializado en las relaciones entre España y América en el siglo XVI, habiendo publicado veinticinco libros, así como más de un centenar de colaboraciones en obras colectivas, congresos y revistas de investigación españolas, alemanas, mexicanas, dominicanas, ecuatorianas, estadounidenses y chilenas entre otras.




Ha sido galardonado con infinidad de premios, entre los que se pueden destacar el de la Fundación Xavier de Salas, el de la Obra Pía de los Pizarro y el José María Pérez de Herrasti y Narváez. En el año 2008 fue finalista del premio Algaba de investigación histórica.



ENTREVISTA A HERNÁN CORTÉS
por Esteban Mira Caballos


1.- ¿De dónde procedía tu familia?

                Mi familia paterna procedía de tierras del antiguo reino de León, concretamente de la ciudad de Salamanca. Mi bisabuelo era un hidalgo llamado Nuño Cortés que fue el último que permaneció en tierras castellanas, siendo mi abuelo Martín Cortés el Viejo, el primero en establecerse en el condado de Medellín. ¡Cuántas historias me contó mi padre de las hazañas de mi abuelo en la vega de Granada, que a punto estuvieron de prender al rey nazarí!
Fue todo un personaje, luchó junto a los casi legendarios Pedro Niño y Álvaro de Luna. Por su valor, Juan II de Castilla lo armó caballero de espuela dorada.



2.-La mayor parte de las propiedades de la familia estaban en Don Benito. ¿Dónde se asentó la familia, en Medellín o en Don Benito?

                A mi abuelo le concedieron 12 yugadas de tierra, unas 360 hectáreas en el término de Don Benito, que pertenecía al condado de Medellín. Pero claro, como caballero que era fijó su residencia en la villa matriz. Todo caballero que se preciase no quería nacer en una de las aldeas del condado sino en la propia Medellín, donde se focalizaba el poder. Todos nacimos en Medellín y nosotros nos sentíamos metellinenses.




3.- ¿Qué sueño tuviste de pequeño?

                Soñé con emular a mi abuelo que desafió a los moros de Granada y a punto estuvo de tomar la ciudad de la Alhambra. Yo me parecía a mi abuelo, soñé que algún día yo conquistaría una gran ciudad y recibiría todos los honores. Había escuchado la existencia de enormes tierras allende los mares, donde había señores que vivían en casas con paredes y techos de oro. Yo, los sometería a la Corona de Castilla, y ganaría honores para mi reino y para los míos. Lo soñé y lo cumplí y ahí están los libros de historia que narran mis hazañas.



4.- ¿Traicionaste a Diego Velázquez?

                ¿Traición? En la guerra lo importante es la supervivencia, no existen fidelidades. Diego no era más que un viejo fanfarrón y gruñón, que quería acaparar todo el poder. Pero no podía evitar que yo conquistase un mundo para gloria y honra de Dios. Él había traicionado previamente a Diego Colón y por tanto, su gobierno era ilegítimo. En cambio, mi liderazgo era legítimo, pues en Veracruz mis hombres me aclamaron como capitán general.



5.- ¿Por qué desguazaste los navíos en Veracruz?

                ¡Jajaja!, sé que ha pasado a la historia como una de mis grandes hazañas, símbolo de mi arrojo y valentía. Nunca pensé en la posteridad, de eso se encargaron otros. Simplemente, hundí los barcos porque algunos leales a Velázquez pretendían embarcarse y regresar a Cuba a delatar mis intenciones rupturistas. Yo nunca hablé de acción heroica, lo hicieron otros por mí.



6.- ¿Engañaste a Moctezuma?

                Por supuesto, y él trató de engañarme a mí. La política era y es un juego de engaños donde triunfa el más sagaz. Moctezuma era un zorro que por un lado aparentaba tratarme como a un dios y por el otro intentaba asesinarme. Solo sobreviviría el más listo, ambos lo sabíamos, y ese fui yo.




7.- ¿Fue necesario el cerco inhumano de Tenochtitlán?

                Siempre lo mismo, vosotros historiadores de pacotilla, sentados plácidamente en vuestros despachos y sintiéndoos los jueces del mundo. Cuauhtémoc había jurado con sus hombres resistir hasta la muerte. No querían capitular. Ellos fueron los responsables de su propia inmolación. ¿Qué otra cosa pude hacer? ¿debí levantar el cerco? Hubiera dado oxígeno a un imperio que estaba a punto de derrumbarse. Si murieron 100.000 personas fue por su propio sacrificio, yo no siento el menor remordimiento, no pude hacer otra cosa.




8.- ¿Por qué asesinaste a Cuauhtémoc?

                Era un prepotente, no quería decir ni media palabra del lugar dónde escondió los tesoros de la recámara de Moctezuma que perdimos en nuestra huida cuando la Noche Triste. Ese ingrato me desafiaba continuamente con su orgullo y con su entereza. Quería morir y le di ese gusto. Además, así evitaba correr el grandísimo riesgo de dejar con vida al legítimo tlatoani de los mexicas, máxime siendo un héroe para ellos. En la guerra, los débiles de espíritu perecen y solo triunfa el más fuerte. Ese era yo.



9.-Se dice que quisiste morir en Nueva España. ¿Es esto cierto?

Por supuesto, cuando me vi enfermo me puse rumbo a Sevilla con la intención de embarcarme para mi querida Nueva España. Pero la maldita enfermedad avanzó más rápido de lo esperado tanto que una vez en Sevilla no me quedaron fuerzas para embarcar. Esa fue la mayor pena de toda mi vida, no haber fallecido en la tierra que me lo dio todo.



10.- ¿Cómo querrías que te recordaste la historia?

                Como un guerrero en la frontera cristiana, que arriesgó su vida en defensa de su Emperador y de Dios. ¿Cómo iba a pensar yo que los hombres del siglo XXI me juzgarían por mi pacifismo, por mi humanidad o por mi grado de crueldad? Un guerrero solo podía pensar en sobrevivir y eso pasaba por matar al adversario. No entiendo la mentalidad de los hombres del siglo XXI. ¿Qué hubierais hecho vosotros en mi lugar? Pues lo mismo que yo, matar para sobrevivir, solo que yo salí triunfante donde otros fracasaron o perecieron.




VISITANTES DE ESCRITORIO


Si estás interesado en este pequeño proyecto, puedes enviar tu artículo o reportaje a mi correo electrónico:


¡¡Muchas gracias y MUCHA FUERZA!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario