martes, 8 de octubre de 2019

EL MONSTRUO



Mi juego favorito es imaginarme muerto y roído por los gusanos. 


Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tienen una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que me empuja. Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla.

Gilles de Rais. 



Gilles de Montmorency-Laval, barón de Rais, fue un noble francés del siglo XV, caballero y mano derecha de Juana de Arco durante los asedios de Orleans y París durante La Guerra de los Cien Años, mariscal de Francia y también… el criminal sexual más infame de la historia, responsable de la violación, mutilación y asesinato de más de 150 niños, aunque las últimas estimaciones elevan esta cifra hasta los 800, su nombre está escrito con sangre en los libros de historia, un verdadero psicópata.



La crueldad de este depravado personaje que en muchos aspectos recuerda a uno de la serie “Juego de Tronos”, hace que las atrocidades del malvado Ramsay Bolton parezcan solo un juego de niños.



Al igual que la mayoría de los nobles, el barón poseía grandes propiedades, a la sazón amo y señor de cuanto le rodeaba, pero un estilo de vida de derroche y lujos absurdos le conducirían a los vicios, la ruina y finalmente a la muerte. Era un hombre culto, tenía pasión por todas las artes, especialmente por la música, gustaba sobre todo por los cantos gregorianos.




Todo comenzó en 1426, sus más fieles sirvientes le procuraban sus víctimas, niños que vivían en el campo o en los pueblos cercanos. En su castillo les sometía a inimaginables tormentos que terminaban con su asesinato. A veces les cortaba la cabeza con una daga, otras les golpeaba violentamente la cabeza con una maza, posteriormente los colgaba de un gancho en su habitación y los estrangulaba, cuando estaban agonizando los descolgaba y los sodomizaba antes y después de su muerte.



Gilles elegía como víctimas a los muchachos más hermosos y con la piel más fina, las cabezas de los más bellos las conservaba y las besaba con adoración, su fascinación por la muerte le generó inimaginables perversiones, a menudo apuñalaba a su víctima en el cuello y le miraba a los ojos mientras la sangre fluía por el diminuto cuello. Esta violencia extrema impunemente continuó durante años, innumerables niños fueron violados y asesinados, sus cuerpos quemados o enterrados en pozos negros y el miedo se apoderó de las gentes de las poblaciones cercanas. 




Finalmente, sería capturado el 15 de septiembre de 1440, llevado a juicio y encerrado en una prisión apropiadamente acomodada por su condición de noble. Se declaró en un principio inocente, pero finalmente rectificó y se declaró culpable. Cuando confesó todos sus crímenes, toda Francia se convulsionó, no podían dar crédito a la noticia de que uno de sus mayores héroes fuera un hombre tan vil. 




Según las actas de su juicio que aún se conservan, fue condenado por hereje, reincidente, brujo, sodomita, conjurador, espíritu malvado, adivino, asesino de inocentes, apóstata, servidor de fetiches, desviado de la fe y su enemigo. 



Extrañamente, a pesar de sus monstruosidades, Gilles se aferraba a su creencia en Dios y en la Iglesia, creyó firmemente que después de su ejecución él y sus cómplices ascenderían al cielo. Ante el numeroso público que allí se concentró, fue conducido al prado de la Madeleine en Nantes donde fue ahorcado. 


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