El domingo por la mañana la pareja de aventureros aumentó,
pues se nos unieron dos primos de Manuel, a los que afortunadamente también les
picó la curiosidad por conocer algo de nuestro pasado, pues ese es el objetivo
de esta serie de artículos, dar pie a interesarnos por nuestra historia.
Estuvimos visitando el Centro de Interpretación del parque
arqueológico de Medellín que se encuentra dentro de la iglesia de Santiago,
observamos que esta iglesia fue construida sobre el lugar de ubicación de un
templo romano, pudimos ver también gran cantidad de restos de las distintas
culturas que dejaron huella en la localidad y el espectacular teatro romano,
que debo decir que es mucho más grande en la realidad de lo que aparenta en
fotos, este efecto de tamaño seguramente está motivado por la grandiosidad del
castillo que tiene a sus espaldas.
Nada más entrar en el Centro, una gran roca con una
inscripción romana llamó mi atención, pues es muy parecida en cuanto a tamaño y
composición a otra que tuve ocasión de fotografiar cerca del Molino de Lozano,
a orillas del río Guadiana, yo creo que si no son hermanas, son primas.
En esta
espectacular roca del molino, amigo Manuel, se puede apreciar que no fue el
martillo el que dejó perfectas sus formas sino el agua, con su dulzura, su
danza y su canción.
LA ESFINGE
Nuestra visita al Centro de Interpretación del parque
arqueológico de Medellín, dio para mucho debido a la gran cantidad de piezas
que allí se exponen. La que más llamó nuestra atención es la que vemos en la
foto, se encontró en la excavación de la orchestra del teatro romano, es de
mármol blanco y tiene unas medidas de 83 centímetros de altura, 72 centímetros
de anchura y representa a una Esfinge.
Este ser mitológico era un monstruo femenino, a este ser que
se le atribuía rostro de mujer; pecho, patas y cola de león; además tenía alas
como un ave de rapiña. Adjunto un dibujo de su representación completa para que
así la identifiquéis mejor, pues a la nuestra le faltan partes y mucha gente no
sabe qué es. No quise contarte esta historia en su momento para no perturbar tu
sueño en la acampada Manuel, pues bien sé que la imaginación se te dispara con
suma facilidad, debido seguramente a tu corta edad, eso está bien Manuel.
La mitología nos cuenta que la Esfinge detenía a los
viajeros en puntos solitarios del camino, menos mal que no la encontramos por
el nuestro, aunque bien pudiera ser aquel lucero que fotografié el sábado
pasado jajaja.
La esfinge planteaba a sus víctimas un acertijo que había
aprendido de las musas, y que decía así:
¿Qué animal va a cuatro patas por la
mañana, a dos a mediodía y a tres por la noche?
La Esfinge, cuyo nombre
significa "estrangulados", inmediatamente mataba y devoraba a los que no diesen
la respuesta correcta, entre ellos uno de los hijos del rey Creón de Tebas que
hacía de regente tras la muerte de su hermano Layo. Creón prometió el trono y
la mano de la reina Yocasta al que acabase con la Esfinge y liberase a la
ciudad de ese monstruo. Edipo, el abandonado hijo de Layo, no tuvo problema en
resolver el acertijo.
Respondió que la criatura en cuestión era el hombre y
resolvió el acertijo, pues gatea cuando es un niño, camina sobre sus dos piernas
mientras es joven y en su madurez, y se ve obligado a ayudarse de un cayado
cuando es anciano.
Al oír la respuesta, la Esfinge se estrelló contra un
acantilado y desapareció para siempre.
EL AGUA
Hacías bien Manuel en llevarte tu botellita cada vez que salíamos de excursión al castillo de Medellín, pues el agua es el alma madre de la vida. Un gran poeta escribió una vez:
“Sin agua, nada somos. Hasta un emperador, privado de agua,
se vería pronto reducido a polvo. El agua es el auténtico monarca y todos somos
sus esclavos”.
Te cuento que muchos siglos antes hubo en este estratégico
lugar un castillo árabe que, según la web Medellín historia, fue escenario de
grandes batallas entre árabes y cristianos, pues formaba parte de una red de
fortalezas en la "frontera" de la Reconquista marcada por el río
Guadiana, pero fue totalmente destruido y quedan muy pocos restos de esa
fascinante época.
El más importante y mejor conservado que perdura es este
aljibe de época almohade (siglo XII) que se sitúa junto a la torre del homenaje
y es un monumento único en su estilo. Un aljibe es un depósito bajo tierra,
para recoger el agua, especialmente de lluvia ya que este elemento era
indispensable para la vida diaria de los habitantes del castillo y su
supervivencia en caso de asedio. Mide 6,15 metros de largo por 4,50 metros de
ancho. Se compone de dos naves cubiertas cada una por bóvedas de cañón
realizadas con ladrillo y separadas en su interior por una arquería basada en
dos bellos arcos de herradura, ese enlucido rojizo tan llamativo de sus paredes
servía de protección frente a la acción del agua embalsada.
Nota: Los almohades pertenecían a la dinastía bereber o
movimiento religioso fundado por Aben Tumart, que proclamándose Mesías del
islam, fanatizó en 1120 las tribus occidentales de África. Pasaron a España
capitaneados por Yacub-ben-Yusuf Al mansur, donde derrotaron a los almorávides
y luego a Alfonso VIII en Alarcos en el año 1195.
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