Una chispa eléctrica mató al asno, pero afortunadamente resultó ileso el jinete.
Siempre que se desencadena una tormenta me acuerdo de mi
padre, pues le daba un miedo terrible. Me contó una vez que cerca de su pueblo
natal (Valencia de Alcántara-Cáceres) había una roca pararrayos y que todas las
chispas iban a parar a ella.
Tormenta en Don Benito, la grabé desde mi balcón, el 17 de junio de 2017
También eran terribles las inundaciones que se producían no
hace tantos años en algunas calles de Don Benito por el deficiente sistema de
saneamiento, espectaculares eran las de la calle Santiago allá por los años
70. Afortunadamente no hubo que lamentar desgracias personales.
Julio de 1925 fue una época de gran actividad tormentosa en
Extremadura, espectacular fue la que arrasó Jerez de los Caballeros causando
grandes daños en las mieses y devastadora la que cayó sobre el pueblo de Valle
de Santa Ana, ya que causó dos muertos.
En la dehesa denominada de Roya, sita en las proximidades de
dicha localidad y para guarecerse del temporal, se ocultaron en un carro los
operarios agrícolas Lorenzo Sánchez, Pedro Barriga González, Diego Díaz
Ceballos y un hijo del primero.
Una chispa eléctrica cayó sobre el vehículo, mató a Lorenzo
y a Pedro e hirió gravemente a los restantes.
Nuestra zona tampoco
se libró de las tormentas, el día 17 de julio de 1925, por la carretera de
Medellín a Don Benito marchaba montado sobre un burro el vecino Manuel Cidoncha. Una chispa eléctrica mató al asno, pero afortunadamente resultó ileso
el jinete.
ANTI-TORMENTAS
En otros tiempos, algunas iglesias, como por ejemplo la de
Santiago, disponían de su propio sistema anti-tormentas, los Conjuratorios. Un balcón desde donde el sacerdote lanzaba
conjuros contra las plagas y tormentas.
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Escalera acceso al campanario de la iglesia de Santiago de Don Benito |
Esta antigua práctica, trataba de
alejar el mal que podían engendrar los elementos atmosféricos sobre la
feligresía, indefensa entonces ante la fuerza del rayo, el viento, la tormenta,
o el frio. EL mal podía venir también en forma de inundaciones o riadas que
anegaban los campos o también de enfermedades, como la peste, que diezmaban la
población. Pero también podía llegar en forma de sequía y entonces, aparte de
las rogativas habituales que se celebraban en la Iglesia, también se conjuraban
los elementos atmosféricos para la protección de las cosechas, único medio de
subsistencia para la población en otros tiempos. Por ello, desde la Edad Media,
toda Iglesia que se preciara de cierta relevancia disponía de conjuratorio y su
uso era a discreción del párroco de turno.
Una oración popular
conocida como “Tentenublo” (Detente, nublado) dice lo siguiente:
“Tentenublo, tente en ti, no te caigas sobre mí; guarda el
pan, guarda el vino, guarda los campos, que están floridos”
y que supongo iría
rezando nuestro paisano Cidoncha cuando le cayó el rayo.
FUENTES:
Fotos: D.S. Cordero y dovane63
Diario La Voz de Madrid de fecha 18 de julio de 1925
Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española.
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