viernes, 1 de noviembre de 2019

DON BENITO – HISTORIAS DE CEMENTERIO


Todos los camposantos son tristes por naturaleza y al visitarlos nos llenamos de nostalgia y de pena, siempre he tratado de apartarme de todo contacto con ellos (ya tendré tiempo de estar ahí) aunque en esta ocasión hice un excepción.
LA CAPILLA

Podemos ver una fría capilla, en cuyo exterior aún son visibles las cicatrices de los conflictos del hombre, difíciles del borrar de su piel y de nuestra alma. Este pequeño recinto sagrado o lugar de oratorio está situado a la entrada del cementerio de Don Benito, en él hay un pequeño altar de madera, preside esta capilla una desangelada reproducción de un cuadro del Cristo Crucificado o Cristo de San Plácido de Velázquez. 


Hay unos bancos de madera que transmiten una gran sensación de fragilidad, como si solo estuvieran destinados a soportar el ligero peso del alma, dan la sensación que si los arrastráramos sobre la fría piedra oiríamos el mismísimo lamento de los difuntos; tengo la impresión de que nadie los ha usado desde hace mucho tiempo, me senté en uno de ellos y fue como si me abrazaran la eternidad, el olvido y la oscuridad…

EL CRISMON 


Todos los cementerios tienen alto contenido simbólico. A finales del siglo XIX y a principios del XX, los diversos sectores ideológicos, socioeconómicos y religiosos que conformaban la sociedad de Don Benito, se expresaban con iconografías funerarias particulares en nuestro Camposanto. Este monumento funerario que vemos en la foto se llama Panteón, en él se alojan los restos mortales de varias personas de una misma familia. Tiene una clara influencia neoclásica y está rematado por un gran obelisco, que es la representación de un rayo de sol, como emanación del dios Atum Ra.

Los egipcios creían que los rayos del sol llevaban hasta la tumba un gran poder vivificante que tenía algún efecto en la posterior resurrección del difunto. Este panteón es muy sobrio, apenas tiene adornos, tiene una entrada y una puerta realizada en hierro, simple en su expresión lineal y geométrica, está aislado en todo su perímetro por una cerca metálica. Sobre el dintel de la puerta hay un relieve con un signo, una corona de flores enmarca un Crismón, este símbolo es un monograma, abreviatura compuesta por las letras Χ y Ρ entrelazadas, son las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego, representan a Cristo como principio y fin de todas las cosas.


LA PROFANACION

En 2011, una noticia causó indignación y turbó la apacible vida de nuestra ciudad, Don Benito, la profanación de cinco nichos llevada a cabo en el cementerio municipal. Los nichos se encontraban en diferentes manzanas del camposanto y fueron profanados esparciendo los autores los restos humanos en el suelo. Según publicaciones del momento, parece ser que los autores iban buscando alguna joya u objeto de valor de las personas enterradas. 


Recordando esta noticia me viene a la memoria esta historia no menos inquietante. Resulta que en los siglos XVIII y XIX, la profanación de tumbas era un problema grave en Gran Bretaña y Estados Unidos. Debido a que los cirujanos y los estudiantes de medicina sólo podían legalmente diseccionar criminales ejecutados o personas que habían donado sus cuerpos a la ciencia, y como las donaciones eran escasas, un mercado de cadáveres ilegal surgió. La pistola de cementerio fue una estrategia dramática utilizada para frustrar a los llamados "hombres de resurrección."


 Esta pistola que vemos, fechada en 1710, está montada sobre un mecanismo que permite que gire libremente. Los guardianes del cementerio colocaban el arma al pie de una tumba con tres cables trampa ensartados en un arco alrededor de su posición. Un ladrón tropezando con el cable trampa en la oscuridad, desencadenaría el arma. Pero los ladrones de tumbas evolucionaron para afrontar este reto. Algunos mandaban a mujeres que se hacían pasar por viudas o niños durante el día para informar de la ubicación de las armas de cementerio y otras defensas. Los guardianes del cementerio, a su vez, aprendieron a esperar a preparar las armas hasta después del anochecer, preservando así el elemento sorpresa. 

Otros métodos utilizados en la época para evitar el robo de cadáveres eran estas rejas que muestro, se colocaban alrededor de la tumba. No eran para evitar que los zombis salieran por la noche, como he leído en alguna publicación.

 TUMBA DE INES MARIA Y SU MADRE

Hay algunas cosas que el tiempo no puede curar, hay heridas demasiado profundas, que echan raíces... y es que como diría Gandalf: Ciertas heridas nunca curan del todo.


Un ambicioso proyecto que comencé el año pasado pero que de momento se encuentra aparcado por falta de tiempo. 


Las animaciones están realizadas sobre fotos de los personajes auténticos que vuelven a la vida después de más de 100 años.

INES MARIA CALDERON

Estas fotos están extraídas del magnífico libro del investigador y paisano nuestro, Daniel Cortés González, titulado: “El crimen de Don Benito”, en cual constituye un extraordinario documento histórico de nuestra ciudad.

Daniel Cortés González
 

2 comentarios:

  1. De nuevo, un estupendo artículo. Te voy descubriendo poco a poco y cada vez tengo más ganas de compartir un café contigo, aunque podemos ser dos loros de charla interminable...Es evidente que la curiosidad nos hace cómplices.

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  2. Muy interesante como siempre, Dovane!
    Te pediría que retomes el vídeo sobre Inés María, aunque supongo que requiere un trabajo arduo. Deseando ver el resultado.

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