"Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo."
Palacio de Hampton Court. Con paso firme la Guardia Real
marcha por sus pasillos, nadie los puede detener pues cumplen una orden directa
del rey, muchos ya lo sospechaban e inevitablemente va a suceder, es miércoles
10 de Febrero del año 1542, la reina es detenida y confinada en la Torre de
Londres, no volverá a ver más la luz del día, pues será ejecutada tres días
después.
Catalina Elizabeth Howard, fue la quinta esposa de Enrique
VIII y, por tanto, reina de Inglaterra. Nació en el año 1520 en Surrey
(Inglaterra), hija de un lord muy pobre llamado Edmund Howard. A la temprana
edad de 12 años ya tuvo con su profesor de música su primer romance, pero poco
tiempo después le abandonó por un joven llamado Francis Dereham, parece ser que
éste fue el amor de su vida. Cuando esta virtuosa joven cumplió los 19, pasó a
formar parte de las damas de compañía de Ana de Cleves, esposa del rey. Enrique
no tardó en fijarse en la nueva dama convirtiéndola rápidamente en su amante,
pues la reina no era de su agrado.
Y el 9 de Julio de 1540 anuló su matrimonio
con Ana y se casó en secreto con Catalina y poco después fue reconocida
públicamente como reina de Inglaterra. Pero a la ambiciosa joven le desagradaba
con extremo el físico del rey, obeso, enfermo de gota… en realidad le repugnaba
y mantuvo encuentros amorosos con numerosos cortesanos en los escasos dos años
que duró su reinado, entre ellos su primer amor
Las aventuras de la reina llegaron a oídos del rey y aunque
ella alegó que había sido forzada, su amante fue detenido y después de ser
torturado, fue ejecutado según dictaminaba la ley para este tipo de delitos,
por destripamiento y castración.
Posteriormente salieron a la luz pruebas de más
infidelidades, cartas amorosas del propio puño y letra de la reina, esto solo
significaba una cosa, traición.
Estas nuevas evidencias demostraban su infidelidad y un
proyecto de ley fue aprobado a través del parlamento para condenarla. El 13 de
febrero de 1542, la joven Catalina fue llevada ante el verdugo, aterrorizada
pidió perdón y fue… decapitada.
Hay quienes afirman que el espíritu de Catalina Howard vaga
por todo el recinto de Hampton Court y que en el pasillo donde fue arrestada se
han escuchado sus alaridos e incluso han aparecido en el suelo rastros de
sangre.
Al final todo se sabe y como decía Alejandro Dumas:
"Cuando
el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o
trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su
alcance algún miserable al que no hay más que soplarle una palabra al oído para
que se ponga seguidamente a la tarea".
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