miércoles, 9 de mayo de 2018

SE FUGAN VARIOS REOS DE LA CARCEL DE DON BENITO




Una oscura fortuna debió recibir aquel que puso en manos de la justicia a estos salteadores de caminos, victimas, de alguna forma, de su tiempo.


El siglo XIX en España fue una época muy convulsa y diferente de la que disfrutamos hoy, un tiempo lleno de revoluciones, conspiraciones, motines y guerras. En 1831 (año de este suceso) tuvo lugar el llamado “Pronunciamiento de Torrijos”, acción que fue duramente reprimida por el rey Fernando VII y su gobierno absolutista, siendo fusilados todos los conspiradores.

Fusilamiento de Torrijos

En esa agitada época y siendo Alcalde Mayor de Don Benito, D. Blas Damián de Vega y Velasco, una noticia sobre nuestra ciudad tuvo eco en la prensa nacional.

Impensable en nuestros días es la descripción que se hace de estos delincuentes que, en alguno de sus párrafos, incluso nos puede recordar a las jocosas semblanzas que escribió nuestro recordado y admirado José Antonio Gutiérrez Ortíz.

Hoy los delincuentes desfilan por “alfombra roja” y copan portadas de revistas aunque sus delitos suelen ser más graves que los efectuados por los protagonistas, personas a las que solo movía a delinquir: el hambre y la represión de un férreo caciquismo.

La noticia dice así:

“Don Benito (Provincia de Extremadura).

Al amanecer del 27 de noviembre de 1831 se fugaron cuatro reos con el alcaide de la cárcel de dicha población y su hija política, la cual con dos de aquellos han sido capturados hallándose prófugos. Las señas particulares de los restantes son las siguientes:

Joaquín Jiménez, alias Suarez el gitano, vecino primero de Mengabril y después de Salvatierra de Barros; edad 44 años, estatura más de dos varas, pelo castaño canoso, ojos pardos, tuerto del ojo derecho, hoyoso de viruela, feo de сarа, descolorido y doble de cuerpo.

José Imesta, manchego, vecino de Murcia, edad 36 años, estatura regular, barba poblada, cara regular, color trigueño y una cicatriz en la mejilla izquierda. Andrés Barros, alcaide de la cárcel, natural de Santiago de Galicia; edad más de 44 años, estatura pequeña, ojos chicos, bizco del uno y que casi lo cierra, al pronunciar boca grande, pelo castaño muy espeso, barba cerrada, nariz grande, cara pequeña y redonda y color claro.

En su fuga tomaron el camino de S. Pedro, y se anuncia para que con este conocimiento puedan las justicias proceder a su captura; en el concepto de que siendo Jiménez é Imesta ladrones en despoblado, se abonará por la prisión de cada uno de ellos en el acto de su entrega 320 reales por la justicia de D. Benito, a la que deben dirigirse en caso de verificarse”.




No es difícil dilucidar que detrás de esta crónica debe esconder una gran historia llena de romanticismo, aventuras y traiciones, de esas que hacen que se nos dispare la imaginación pensando qué fue de Suarez “el gitano”, Imesta, Andrés… y su hija política. 




Una historia que se presta a modelar una novela, como esas que escribe nuestra paisana Mercedes Gallego y que tanto nos complace leer.

Será fascinante conocer a fondo esta historia, desgraciadamente han pasado ya casi 200 años y resultará complicada la tarea de encontrar datos sobre la vida de estas personas que durmieron bajo nuestro cielo y rezaron en nuestras iglesias.


Fuentes: 

- EL CORREO DE MADRID, 21 de diciembre de 1831.

 


2 comentarios:

  1. Madre mía, Dovane, qué chula la noticia! Gracias por mencionarme y pensar en mí para darle cuerpo a la historia. No te digo que no la tiene, aunque sería cuestión de dignificar a los personajes, que, como bien dices, son producto de su época y estatus social. Me lo pienso, al menos para relato.Cuenta con que te lo dedicaré si lo llevo a cabo. Un abrazo.

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    1. Pues animate Mercedes, me gustaría mucho leer tu versión de esta historia, seguro que sería apasionante. Un saludo

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