martes, 15 de agosto de 2017

LA DISCIPLINA DEL ACERO. CAPITULO PRIMERO


La espada ha acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales y le ha permitido conquistar imperios e impartir justicia. Es símbolo de caballeros y de conquistadores, representa el poder.

Su fabricación ha ido evolucionando hasta convertirse en un arte lleno de secretos  que muy pocos conocen y no todos están dispuestos a compartir,  secretos  que  guardan celosamente los grandes maestros armeros, los secretos de la forja y el temple.

En esta serie veremos algunas espadas míticas que blandieron grandes hombres de leyenda y que alcanzaron gloria y fama con ellas entre sus manos.


LA TIZONA

La Tizona es una espectacular espada que fue usada por El Cid para combatir a sus enemigos.

Se cree que se forjó en Córdoba, a pesar de que considerables cantidades de acero de Damasco se encuentran en su hoja. Con unas medidas de 103 centímetros de largo y un peso que sobrepasa los dos kilos, contiene dos inscripciones por separado, con el anuncio de una fecha de manufactura del año 1002 y el otro citando la oración del Ave María. Según el Cantar del mio Cid, la Tizona pertenecía al rey Búcar de Marruecos y Rodrigo Díaz de Vivar se la ganó en Valencia. Tiene el pomo plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro, el arriaz es curvo y las patillas tienen pitones.

Tras la Guerra Civil, la espada, que perteneció a los marqueses de Falces, luego se depositó en el Museo del Ejército de Madrid a su nueva sede en el Alcázar de Toledo. Y de ahí a su ubicación actual, visitable, en el Museo de Burgos.
 




LA COLADA

La Real Armería del Palacio Real está considerada como una de las colecciones más importantes de su género. Conserva armas y armaduras pertenecientes a los reyes de España y a otros miembros de la familia real, desde el siglo XIII. Entre numerosos tesoros, conserva uno especialmente singular. Se trata de una espada hoy sin empuñadura, de brillante hoja, con dos filos, con 92,4 centímetros de longitud y 4,8 centímetros de anchura. Según Gaspar de Graci, autor del inventario de bienes regios, tal arma no es otra que la Colada, la otra espada de Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador”, y compañera inseparable de la Tizona.




LA ESPADA DE BOABDIL

La del que fue el último rey de Granada, es una espada jineta, un tipo de espada de producción genuinamente nazarí introducida en la península musulmana por la tribu bereber de los zenetes. Correspondía a un tipo de espadas rectas, de doble filo con canal hasta la mitad, de empuñadura huesiforme y con pomo redondo, de una sola mano, y cuyos arriaces de forma redondeada caían hacia la hoja dejando un mínimo espacio entre sí. Pero sin duda, su característica más importante era el grandioso trabajo y calidades de los materiales con los que se fabricaban las empuñaduras. La espada de Boabdil mide de 97 cm. y está forjada en acero. Su empuñadura está fabricada con plata, oro y marfil mediante técnicas de eboraria y repujado. La funda está fabricada con cordobán al que se le han añadido esmalte, plata, seda y oro. La espada del rey Boabdil se conserva en el Museo del Ejército de Toledo.


 
LA ESPADA DE LOS REYES CATOLICOS


Esta espada se encontraba entre las armas que Carlos V heredó de sus abuelos maternos, por lo que figura en el llamado Inventario Iluminado de la Real Armería acompañada por una vaina carmesí bordada con los emblemas reales. Está fechada alrededor del año 1490 tiene unas dimensiones de 134 x 27 cm. y un peso de 1835 gr.

Se encuentra actualmente en la armería del Palacio Real de Madrid perteneció a los Reyes Católicos y constituye uno de los objetos más emblemáticos de la Real Armería. Es una espada de dos manos, con pomo hexalobulado de campo calado por cuatro círculos y arriaz recto rematado a manera de medias lunas, todo ello grabado y dorado.

La hoja, de sección almendrada, está marcada por un círculo inscrito por un cuadrado de lados prolongados. El pomo está decorado con una haz de flechas grabado en el anverso y un yugo atado por un nudo gordiano y follajes en el reverso, emblemas de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón respectivamente. En el anverso de los brazos del arriaz figura el lema TANTO MONTA de Fernando de Aragón, completado en el reverso por la invocación mariana O MATER DEI ME MEMENTO MEI.




CONTINUARÁ






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